“Un plan perfectamente orquestado para desmantelar las radios nacionales de Argentina”
Por 21 trabajadoras y trabajadores despedidos de Radio Nacional
Estamos bien. Los 21 estamos bien
A dos días de iniciarse el feriado de Semana Santa nos enteramos de que una lista con el nombre de 21 trabajadoras y trabajadores de Radio Nacional en todo el país, confirmaba que seríamos despedidos. La particularidad de esa lista, conocida con el nombre de “Anexo I” es que todos estábamos ejerciendo la dirección en el momento en que asumió la alianza Cambiemos la conducción del país.
A medida que nos fueron reemplazando por los directores actuales, Ana Gerchenson (directora de RNA) o el funcionario de turno, se ocupaba de felicitarnos, agradecernos la gestión y asegurarles a todos los trabajadores, de cada una de las radios nacionales, que no se iba a despedir a nadie…
Mentira
La conducción del Sistema Nacional de Medios y Contenidos Públicos, rápidamente, comenzó su trabajo con órdenes absolutamente contrarias a las declaraciones del ingeniero Lombardi ante las cámaras.
Las radios de las provincias (ahora nuevamente llamadas “del interior” o “filiales”) recibimos órdenes escritas, desde un correo electrónico oficial, anunciando que las provincias debíamos enviar noticias que podían ser “desde una catástrofe, un hecho policial, una deportiva o de espectáculos”.
Al poco tiempo, las voces expresadas en las webs individuales que cada una de las emisoras había desarrollado, para atender las necesidades informativas de cada una de las localidades, desaparecieron. Quedó una única web, gestionada por LRA1 – Buenos Aires, que decide qué merece estar y qué no, de cada una de las provincias.
Continuando con el programa previsto, se obligó a todas las emisoras a transmitir la frecuencia local por la AM, mientras que todas las FM del país retransmiten AM870, LRA1 – Buenos Aires. En la actualidad los contenidos locales están por debajo del 50% de los que se produjeron hasta finales de 2015. Se levantaron programas por cuestiones ideológicas. Sin mediar palabra, se prohibió hacer aire a muchos periodistas.
Menos voces
A la luz de estos acontecimientos y del silenciamiento sistemático de las voces que no fueran de la Capital Federal, no es de extrañar que se ejecutara el despido de las trabajadoras y los trabajadores que accedieron a la dirección de las radios nacionales mediante concurso público y abierto, luego de la sanción de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual.
Enterada de esta situación, la Comisión Unicameral de Sistemas, Medios de Comunicación y Libertad de Expresión decide tratar el tema en su reunión semanal, invitando al titular del Sistema de Medios y Contenidos Públicos, ingeniero Hernán Lombardi, para que responda las preguntas de los senadores y senadoras.
Los trabajadores nos hicimos presentes, esperando escuchar, al menos, una explicación de porqué estábamos en esa lista negra ya que, hasta ese momento, la lectura de los hechos nos indicaba que era un método de castigo y de posible disciplinamiento por el sencillo y simple hecho de tener una idea.
Hernán Lombardi no pudo explicar nada. Como nunca antes habíamos visto —aunque claro, si lo pensamos bien rara vez responde preguntas—, agredió a una senadora en su condición de presidenta de comisión y también de mujer, dando un espectáculo poco digno de un representante del “mejor equipo de los últimos 50 años”.
El ingeniero puso todo su empeño en realizar maniobras dilatorias, con el único fin de retirarse del recinto tras haber escuchado solo su propia voz. Reacción llamativa para alguien que reitera hasta el hartazgo, lo que ahora confirmamos es un chascarrillo: “Todas las voces”.
A partir de ese momento, “las imágenes” parecen una mezcla de lo mejor del cine europeo de las últimas décadas del siglo XX: Ana Gerchenson posa acomodándose su cabello escaso. El firmante de la lista negra, Miguel Pereira, no puede siquiera responder una demanda sencilla: “¿Firmaste una lista y ni siquiera sabías quienes estábamos en ella?”. (Lejanas épocas ahora, las del contestatario cineasta de la Deuda interna o el que relatara casi con devoción Milagro en Jujuy). Mientas tanto, un gerente de Radio Nacional Buenos Aires, increpaba de mala manera a un senador cuando preguntó cómo se había conformado la lista negra…
No puedieron explicar, pero nosotros tenemos una respuesta. Es una lista. Es negra. En un presente poco feliz de nuestro país. No son solo 21 despidos. Es un plan perfectamente orquestado para desmantelar, una vez más, las radios nacionales de Argentina (ante el sospechoso silencio de las agrupaciones sindicales que operan en Radio Nacional Buenos Aires).
No pueden responder preguntas porque no tienen sustento alguno, más que la necesidad de no escuchar ni un solo tono disonante al pensamiento único que la alianza Cambiemos pretende imponer. Se llama persecución: nueva versión de un viejo modelo que solo puede imponerse por la fuerza.
Mientras tanto en 15 provincias argentinas, nosotros, estamos bien. Los 21, estamos bien.