18A: la derecha vuelve a las calles
El continuo y sinuoso camino del 13S hasta el 18A, nos devela un rastro de evolución en el reclamo de un sector de la sociedad que no está conforme con el Gobierno Nacional, o algunas de sus políticas. La primera movilización había comenzado en septiembre del año pasado y en su gran mayoría fue espontánea, no hubo tanta organización previa, no se elaboraron cronogramas, ni se especificaron consignas. Fue, verdaderamente, el más espontáneo de los tres cacerolazos. Más adelante, en la línea del tiempo, le siguió el famoso 8N. Su aproximación sí tuvo un gran movimiento de publicidad, masificación discursiva, mediatizada y politizada. Los grandes comunicadores se esparcieron por las redes sociales compartiendo imágenes, la convocatoria fue a diestra y siniestra, se sumaron al apoyo los políticos opositores, aunque no participaron en su totalidad, y ganaron espacio en los medios de comunicación que explícitamente apostaban a la invitación a la marcha.
Se evidenciaron sectores de clase media y clase alta molestos con el Gobierno Nacional, los reclamos iban desde la inseguridad, hasta la inflación, el cepo cambiario, la corrupción y el miedo. Éste último tuvo su maximización durante el 8N, cuando Clarín -unos días antes- había recortado los dichos de la Presidenta hacia sus funcionarios. La frase “tengan miedo a Dios y un poco a mi” no terminaba ahí, y es más, ni por cerca iba dirigida a la gente. A partir de allí quedaba evidenciado el fogoneo mediático producido por los medios, la mediatización de un tema en particular, sea cual sea, ponía una agenda en la cabeza de muchos de los que fueron a las manifestaciones. Y hay que resaltar “muchos” por que verdaderamente no fueron todos por lo mismo.
La espontaneidad perdida estaba en manos de personas como el ruralista Luciano Miguens, que fue uno de los mayores convocadores hacia la manifestación a través de las redes sociales, o la agrupación macrista “Solano Lima” que será recordada por su proyección de Cristina y sus funcionarios ahorcados como si las cosas fueran a arreglarse matándolos. Ese día, el 8N, Victoria Donda se había negado a asistir argumentando “no voy a salir a la calle el 8N, no corresponde que los dirigentes políticos nos montemos sobre una convocatoria motorizada por los ciudadanos de a pie”. Aquellos dichos quedaron en la distancia. ya que la propia Donda admitió que asistiría a la convocatoria que no le correspondía hace unos meses.
El 18A se diferencia de los cacerolazos anteriores porque es una mezcla de ambos, sumado a que ya es una marcha totalmente opositora. Y decimos opositora por que fue convocada, ahora sí, abiertamente por la propia oposición que antes negaba la asistencia. Desde el PRO, hasta la UCR, Unión por todos, y demás espacios, nadie se quiere perder la oportunidad de capitalizar un caudal de votos en un año electoral totalmente decisivo para cualquiera.
Los hechos de violencia aislados deben dejarse de lado, basta con demostrar el descontento desde las palabras, las cacerolas y las acciones en conjunto. Las redes sociales explotan en mensajes de apoyo, pero también de odio y resentimiento. Páginas como “Chau Relato” nos llevan hacia atrás en el tiempo y plantean un discurso retrogrado y sin fundamentos sólidos pretendiendo implantar una realidad que no existe. Desde su página de facebook, ésta comunidad ficciona denuncias de portación de armas en los militantes de La Cámpora, denuncia que los hechos de violencia que puedan producirse serán y son obra de “infiltrados k” y no brinda datos certeros de una “republica montonera”. Por el otro lado, se encuentran páginas un poco más tolerantes como el Anti K, que está ubicada entre las más famosas, la más conocida y/o respetada. Su organización y a la vez promoción por los medios de comunicación, permite evidenciar un gran equipo trabajando por detrás de una comunidad que se hace notar.
Los medios, por su parte, pretenden seguir demostrando la tan extraviada espontaneidad. El diario La Nación había publicado en estos días la “travesura” de Maximiliano Mai, uno de los organizadores del 18A que logró ingresar a la Casa Rosada y desplegar una bandera que decía “2015 va sin K”. El joven en cuestión era el mismo que durante el recibimiento de la Fragata Libertad había desplegado una bandera similar que decía “Libertad va sin K”. En ninguna parte de la nota menciona los vínculos políticos que dicho organizador posee con grandes referentes, y que además había reconocido su apoyo a Duhalde en las elecciones pasadas.
Nadie pretende decirle al otro qué pensar. Sólo se trata de pedir razonamiento a la hora de protestar, en palabras de José Pablo Feinmann, no ser el sujeto-otro. Ese sujeto que no es el mismo sino que es otro, habla por que hablan a través de él y piensa porque piensan a través de él, el sujeto mediatizado, que no lee, que no se informa, que no le interesa más que lo que le dan para consumir. La libertad de expresión merece cuidado y respeto, y que se realicen estos eventos pacíficamente es saludable para nuestra democracia.