Juana Azurduy, una mujer que “luchó, lo dio y perdió todo”
En dos libros y una obra teatral, la autora se sumerge en la vida y obra de Juana Azurduy desde una visión tan femenina como poética, al tiempo que resalta la importancia de su accionar en la búsqueda de una nueva emancipación del continente americano.
Por Maricruz Gareca
APU: Tu primer libro Una nueva mirada sobre Juana Azurduy de Padilla propone, ya desde su título, una mirada distinta sobre Juana Azurduy ¿En qué consistiría esa nueva mirada, qué aspectos o rasgos de la vida te interesó rescatar o dar a conocer sobre su figura?
Violeta Herrero: Ese primer libro sobre Juana es de 1995, cuando yo tenía 36 años. Tuvo un sesgo feminista, al decir de algún entendido, pues me dediqué a tratar de comprender de qué pasta estuvo hecha una persona como ella. Mucho después de publicar esta primera versión y haber dado charlas sobre el tema, descubrí que la había mirado como mujer antes que como heroína, en un contexto androcéntrico donde, sin embargo, luchó, lo dio y lo perdió todo. Con gran sorpresa descubrí también que ella tenía algunos rasgos de personalidad semejantes a los míos y que, al estudiar a doña Juana, yo había terminado por comprender mejor a doña Violeta (risas) Hubo una evolución luego de esto, porque en los siguientes libros que le dediqué, esa originaria mirada personal, casi individual, se fue ampliando hasta lo mundial y sociopolítico que encuentro en su vida y obra.
APU: "Juana Azurduy (una revolución inconclusa)" es un unipersonal, un monólogo en el que Juana, ya anciana, da cuenta de su vida desde una visión muy poética. ¿Cómo fue la experiencia y qué desafíos se te presentaron a la hora de escribir este texto? ¿Qué devoluciones tuviste desde el público ya que la obra, por lo que nos contó ayer Marisa Ruiz, tuvo mucho éxito y se presentó incluso en otras provincias del país?
Violeta Herrero: Tengo seis versiones diferentes de mi obra de Juana Azurduy publicadas (una de ellas en Jujuy, dos en Sucre y tres en Salta) y, para la época en que nació el unipersonal, cuatro de ellas ya habían visto la luz. En 2008 cursé tres meses la Cátedra Juana Azurduy que desde Presidencia de la Nación se dictó en el país y, para aprobar el curso se nos pidió algún trabajo relativo a las mujeres de nuestra historia. Una compañera, que me escuchó hablar sobre ella en una clase, me pidió que le escribiera un unipersonal sobre Juana, para representarlo en calidad de trabajo final. La verdad es que, multiocupada como soy, un día antes, domingo por la tarde, recordé afligida que lo había prometido a Bebi Aramayo para el día siguiente. Ella quería que durase unos quince minutos y me lancé a escribir en el acto, a mano como es mi preferencia: no pasé más de media hora en su redacción.
El día de la representación en el final de clases, me largué a llorar porque no pude creer lo que veía, tan conmovedor y emocionante. En realidad todo el público estaba conmovido, incluida la Sra. Cónsul de Bolivia en Salta, Ingrid Zavala Castro. El director, Mario Cura, a quien conocí en ese momento, me preguntó si podía ampliar el texto a media hora y así lo hice durante el mes siguiente, a las corridas, lamentablemente. A partir de entonces, con dicha dirección y la actuación también maravillosa de Marisa Ruiz, la obra se representó algunas veces en Buenos Aires, en Entre Ríos, cuatro años en Salta y, hace poco, en Neuquén, ya bajo dirección también de Marisa.
Te lo hice largo sólo para demostrarte que, cada vez que supuse que había terminado mi ciclo literario Juana Azurduy, de un modo u otro ella volvía –y vuelve- a aparecer. Esta velocidad y casi ´casualidad´ de mis garabatos que luego fueron el unipersonal indican que es algo que me supera, no viene estrictamente de mí y sólo soy y he sido un canal. He visto en algunas oportunidades los maravillosos debates que tras la obra se generan en un montón de aspectos, desde los claramente existenciales hasta los sociales y políticos, tanto entre adultos como entre ¡niños, niñas, adolescentes y jóvenes! Realmente hay otras fuerzas, invisibles las llama Edgar Morin, que se mueven detrás de esto. No te lo digo por falsa modestia: soy la primera sorprendida de cómo se fue desarrollando todo. El saldo más que positivo, haber conocido a las hermosas personas que nombré aquí.
APU: Tengo entendido que escribiste un segundo libro - no sé si sigue en prensa o ya fue publicado- que se titula Juana Azurduy de Padilla. Vida y obra. Bicentenario de la Patria y emancipación social. ¿Qué te motivó a escribir este nuevo libro? ¿Sentiste que te habían quedado cosas sin decir o se trata de una nueva mirada/lectura sobre la figura de Juana Azurduy?
Violeta Herrero: Después de lo que te conté, entenderás cuando te diga que la proximidad del Bicentenario me despertó el interés de volver a mirar a doña Juana a la luz de estos doscientos años de historia nacional. Dicho libro, que es el sexto a que me referí antes, abordó sin pudor el hecho de que hasta ahora, lo obtenido hace dos centurias sólo fue una primera emancipación, únicamente territorial/política/jurídica. Nos está faltando la segunda emancipación, la económica/social/cultural. Que tiene que ver con gobiernos no corruptos, con empresarios no salvajes en la persecución de su dinero, con la necesidad de incluir a los grupos originarios, a la niñez y la juventud, a los ancianos, a los trabajadores… en fin, a todos en los beneficios de una sociedad justa.
Es tan clara esta necesidad de obtener la segunda independencia (del neoliberalismo, del colonialismo, del analfabetismo, del desempleo, de la destrucción ecológica) que el Papa Francisco, en Brasil, ha refrendado su discurso desde que llegó al Papado, acerca de pelear contra la pobreza, contra el desánimo, contra la dominación que los poderosos ejercen sobre la mayoría de la población latinoamericana y la devastan. Esta segunda mirada mía, la evolución que te decía al principio, me hizo analizar el quehacer de Juana y la gente de su tiempo a la luz de todo esto tan importante para la felicidad de los pueblos y que hoy aún nos falta. Por eso, desde mi originaria apercepción femenina y de género sobre Azurduy de Padilla, llegué por fin a encuadrarla en esta mirada sociopolítica muy crítica y muy concreta. Curiosamente, la mirada de Jesús de Nazaret (creo).
APU: ¿Crees que hubo una verdadera reivindicación social e histórica de Juana Azurduy en la actualidad, sobre todo si tenemos en cuenta la importancia vital que tuvo en las luchas por la independencia?
Violeta Herrero: Se ha empezado a trabajar sobre ello. La Sra. Presidente de nuestro país la nombró Generala Post Mortem en julio de 2009, por decreto 892/09, en el aniversario de su nacimiento (12-07-1780). También existió el proyecto de reemplazar la figura del Gral. Roca en los billetes de $100 con su retrato. Moción que apoyé públicamente, sugiriendo inclusive que, si se concretaba, no lo hicieran con esa imagen tan hombruna y propia de fines del siglo XIX que circulaba por allí, sino con la más bella y femenina de su retrato de la Casa de la Libertad en Sucre. Por último, fue colocada en el billete la figura de Eva Duarte de Perón, pero vale la pena ver que ya su nombre, su historia, su figura paradigmática han comenzado a entrar en el debate y la cultura sociales. De hecho, aunque naciera en Chuquisaca, Alto Perú y el territorio hoy argentino formaban parte del Virreinato del Río de La Plata, de modo que el conocimiento de su historia debe ser integrado al de la República Argentina, tesis que vengo sosteniendo desde la edición de 2007 por lo menos.
Todo es paso a paso, sin embargo. Llegará el momento en que esta insigne boliviana, igual que otros tantos hombres y mujeres, salgan por fin del anonimato para ser los más valiosos ejemplos para nosotros, que no de manera casual nacimos en la época en que debemos obtener la segunda emancipación, para tener democracias participativas y justas para cada habitante de esta bendita América.