“Hay cierta parálisis sindical en materia política”
Por Nahuel Placanica
AGENCIA PACO URONDO: ¿Qué incidencia política tiene el sindicalismo peronista en las elecciones del ´83?
Arturo Fernández: Como consecuencia de la dictadura genocida, el sindicalismo queda al frente, de hecho, de la campaña electoral del 83. En las candidaturas a presidente, a gobernador de Santa Fe y gobernador de la provincia de Buenos Aires, la última palabra las tuvieron los sindicalistas, todavía ligados a la UOM.
La derrota frente a Alfonsín fue un golpe durísimo. La sensación de ciertos sectores peronistas y sobre todo de los anti peronistas, era que el peronismo se había acabado. Los sindicalistas fueron las principales víctimas y, en general, bajo la conducción de Lorenzo Miguel, se replegaron tratando de mantener sus posiciones en los sindicatos y abandonaron las posiciones de dirección del justicialismo.
Los políticos peronistas renovadores (Cafiero, Menem) los van a ir marginando del liderazgo del justicialismo, entre otras cosas, porque la popularidad de los sindicalistas había bajado a un punto muy débil. En parte, debido a errores propios y en parte, por una propaganda de demonización. Se los acusaba de obstruir el desarrollo capitalista y de ser todos corruptos.
APU: ¿Cómo se posiciona el campo sindical frente al menemismo?
AF: El campo sindical estaba dividido en la elección interna. Ubaldini, apoyó a Cafiero en el sector renovador. El sector participacionista y Lorenzo Miguel (los vandoristas) terminaron apoyando a Menem, que tenía mayor capacidad de concesiones que Cafiero -quien se había alejado por cuestiones de táctica política-.
Cuando Menem gana con un programa que parecía de reforma social, de volver al bienestar de los años 40, los sindicalistas lo acompañan y muchos seguirán haciéndolo, Lorenzo Miguel con algunas reticencias a medida que iba avanzando el plan liberal que Menem adopta un año después de asumir la presidencia.
La primera presidencia de Menem, va a significar el predominio de una CGT participacionista que siempre va a estar con todos los gobiernos de turno. El sector de Ubaldini es subordinado y disciplinado por la historia misma del peronismo donde el que gana, gana y los demás obedecen.
En los primeros años el sindicalismo acepta reformas bastante antisociales sin mayor resistencia. En ese marco, se produce la incisión que va a dar lugar a la CTA, la primera del sindicalismo después de 1930, con un proyecto sindical distinto al proyecto peronista de relación sindicato-estado.
En 1994/95 aparece el Movimiento de Trabajadores Argentinos (MTA) liderado por Moyano (Camioneros) y Palacios (UTA). Son los fundadores de lo que ahora se intenta: un modelo de desarrollo industrial con inclusión, lo había propuesto primero la CGT. Después lo hacen sectores de la Unión Industrial en oposición al neoliberalismo que inició Menem y continuó De La Rúa.
APU: A comienzos de los noventa Saúl Ubaldini se presenta a elecciones en provincia de Buenos Aires enfrentando a Eduardo Duhalde ¿Qué sucede en esa elección?
AF: Pese a haber liderado la oposición y haber ayudado a reconstruir el peronismo, Ubaldini casi no tiene votos. Después de la derrota del 83, ningún sindicalista, salvo rarísimas excepciones, tiene muchos votos propios.
Esto es consecuencia de una campaña de prensa prolongadísima que hizo que el sindicalismo no sea aceptado por el votante medio. Es una falacia que todos los sindicalistas son corruptos, sin embargo esto se hizo carne en amplios sectores medios y hasta obreros diría.
APU: Las 62 organizaciones fueron por mucho tiempo el órgano político de la CGT ¿Qué pasó con este espacio?
AF: Las 62 organizaciones permitieron la supervivencia del justicialismo. En el congreso normalizador de 1957, las 62 Organizaciones Peronistas tuvieron la mayoría y los militares no normalizaron la CGT. Como no todos los sindicalistas eran peronistas pero sí la mayoría, se decidió que las 62 organizaciones fueran el órgano político de la CGT.
Al fallecer Lorenzo Miguel, las 62 Organizaciones fueron cesando de existir. Moyano no las utilizó y se dedicó a liderar fuertemente la CGT a partir del 2004/5. Ese órgano político no se ha recompuesto. Hay una cierta parálisis sindical en materia política y es cierto también que los políticos peronistas desconfían de los sindicalistas. Recién ahora uno ve la preocupación de los sindicalistas de salir de su aislamiento.
(Arturo Fernández, politólogo)
Actualidad sindical
APU: ¿A qué adjudica el nivel de fragmentación sindical?
AF: La primera causa de fragmentación sindical es la fragmentación del mercado laboral, los trabajadores ganan de manera muy distinta si son camioneros o si son gastronómicos. Eso ha roto la homogenieidad que pudo haber entre los años 40 y 70. El mundo capitalista va hacia esa heterogeneidad y al capital eso le conviene. Hay una transformación mundial en el trabajo que ha debilitado la unidad del Movimiento Obrero y hasta la identidad misma del sujeto clase obrera.
Hay que rescatar el hecho de que la CGT apoyada en una legislación que favorece la unidad, mantiene la unidad sindical desde 1930. En el sindicalismo hubo tres tendencias claras: los participacionistas, los vandoristas y los que confrontan y nunca formaron CGT separadas. La contra de la legislación es que no hay minorías sindicales muy respetadas.
Me preocupa que esta división confunda, de cara a las elecciones próximas y sobre todo en el 2015, lo que está en juego, que es el esquema de desarrollo industrial con inclusión.
Cualquiera que gane de la oposición, temo que va a sucumbir (como sucumbió Menem) a las presiones de los grandes grupos económicos que quieren volver a la apertura económica. Si los sindicalistas se confunden en quién apoyar, van a salir muy perjudicados. Pienso en el caso de Moyano, no se sabe bien a quién va a apoyar, seguramente no va a estar de acuerdo con el modelo de apertura, pero está en posturas excesivamente confusas.
APU: ¿En estos 10 años, al calor del crecimiento económico, crecieron también las comisiones internas?
AF: Sí, ampliamente. Primero se volvió a la negociación colectiva, los sindicatos volvieron a tener un rol económico y social fundamental. Creció la mano de obra y por lo tanto, crecieron los sindicatos, creció la presencia de las comisiones obreras y comienza a haber comentarios de que los sindicatos hacen lo que quieren en las empresas.
Hay que entender que el sindicalismo es un movimiento social numeroso que lucha por ponerle diques al capitalismo, el sindicalismo nunca va a ser revolucionario, lo decía Lenín y tenía razón. Es muy difícil que un sindicalismo pueda proponer el cambio del sistema capitalista. Por lo tanto, ese dique de contención que puede ser el sindicalismo, tendría que defender alguna forma de desarrollo económico que le de a los obreros: trabajo, negociación colectiva y protección laboral.
Las comisiones se desarrollaron notablemente y ha vuelto a haber un desarrollo del clasismo en Argentina, no con la fuerza de los años 70 pero hay comisiones que simpatizan con partidos clasistas como el Partido Obrero o con diversas tendencias clasistas, de los cuales los metrodelegados son un ejemplo, pero esto viene en cada época de bonanza en la Argentina. Hay muchos trabajadores que por la lógica misma del trabajo enfrentado al capital, se dan cuenta que el capitalismo no es justo, e insisten en crear organizaciones más combativas.
APU: ¿En estos 10 años cree que ha crecido el nivel de afiliación de los sindicatos?
AF: Totalmente. El nivel de afiliación de los sindicatos, gracias a las leyes, nunca bajó del 25% pero seguramente debe haber crecido un 10%. Son cifras difíciles porque todos los sindicatos mienten un poquito, no se sabe exactamente cuántos afiliados aportan y por otra parte hay una afiliación un tanto compulsiva. Lo que se comprobó es que la gente no quiere desafiliarse porque en el 76 la idea de la dictadura era dictar una norma por la cual se invitaba a todos los trabajadores a desafiliarse y sólo se desafilió un 7 u 8%. Aún en la peor época la gente prefirió seguir sindicalizada.
APU: ¿Cómo se comportan las comisiones internas controladas por la conducción de los sindicatos, por ejemplo, UOM?
AF: Creo que suelen ser mucho más conciliadoras que las comisiones en manos de delegados de base clasistas, pero no necesariamente todas. En general, una comisión interna formada por sindicalistas honestos, y que apuestan a la conciliación de clases, negocian con la patronal honestamente y sin pedir coimas para levantar una huelga.