Bianchi y la familia boquense
Por Ulises Castaño
Bianchi respiró, o al menos eso dice el lugar común, porque ni el sistema ni el rendimiento muestran una evolución que ilusione al menos, y así las conferencias de prensa del DT se parecen cada vez más a un ejercicio de impostura. La gente que colmó la bombonera festejó, y eso es lo importante. Hubo negocio en La Boca. Pero ¿qué tipo de negocio? ¿o para quién?
Antes del comienzo le obsequiaron al ídolo boquense una camiseta con el número 200, en homenaje a la cantidad de partidos jugados como local. En la cancha se lo notó falto de fútbol. Pero decir que Riquelme está falto de fútbol es otro lugar común, y como tal, se vuelve una mascarada, un subterfugio. Más allá del tiempo que estuvo parado por lesión, es evidente desde hace rato que Riquelme puede dar cada vez menos. Es una lástima no solo para Boca, sino para todo aquel que disfrute del fútbol (rivalidades y enconos personales aparte) pero cuando debe ponerse al ritmo suyo (incluso el mental, pues como todo genio tiene un tiempo diferente, en este caso mas rápido, y a veces esta diferencia entre lo físico y lo mental agota) no es Boca quien hace negocio.
Boca, se sabe, es un monstruo inconmensurable de características muy particulares en el medio futbolístico argentino. Apenas un atisbo de mejora, un triunfo que no es poco desde ya, y no solo sus artífices se despegan con asombrosa naturalidad del lastre, sino que la gran mayoría de aquellos circundantes que 90 minutos antes tenían las certezas más férreas sobre su accidentado presente se vuelven instantáneamente dubitativos, cuando no obsecuentes.
El momento de la conferencia de prensa es un claro ejemplo, y Bianchi es bicho en ese juego. Sabe que en Boca la preocupación por la calidad futbolística es de segundo e incluso de tercer orden, por eso en una situación crítica como la que vive, en cuanto gana algunos talles de espalda con un resultado favorable, aprovecha para sepultar la posibilidad de que esa preocupación, de por si históricamente relegada, siquiera prospere. Es ahí donde el ídolo que encarna Riquelme se transforma en el fusible perfecto. Acá si hay negocio: para Bianchi.
Esto me trae problemas seguro. Primero con mi viejo, riquelmiano y bostero a morir. Después con Boca, porque esos son los mecanismos naturales e históricos de la pasión xeneixe. Y por último conmigo mismo, cuando me pregunto: ¿Qué están haciendo de Boca? ¿Qué están haciendo con el fútbol que cualquier pibe sabe cómo jugar, salga mejor o peor? ¿Qué están haciendo con el ídolo? ¿Es necesario el morbo de verlo jugar hasta que se arrastre, incluso a sabiendas que en cierta forma eso bloquea a sus potenciales sucesores, los cuales ya están a la vista? ¿Si no cómo se explica (no me voy a cansar de decirlo) el desempeño del pibe Acosta, con tres partidos a cuestas, o de Sánchez Miño, cuando lo dejan jugar?
Ancho, el DT se retiró de la conferencia de prensa diciendo me voy con mi familia. Es de suponer que ademas de la suya propia también se refiriese a la familia boquense, que lo viene respaldando. Lo que sí queda claro, sin embargo, es la elección del ámbito al cual retirarse: ese espacio donde uno nunca está en cuestión. Al final ¿para quién habla Bianchi en las conferencias?
La defensa sigue haciendo agua. Las veces que Olimpo consiguió hilvanar alguna jugada puso en evidencia los déficit de siempre. Hay jugadores que parecen movidos solo por la premisa de correr lo mas, en lugar de lo mejor posible. Chocan, se levantan y vuelven a chocar, cabecean las cabezas de los adversarios, se lesionan con mucha frecuencia desde luego. El Boca equipo no existe todavía en esta era Bianchi. Es suma y no síntesis. Es, de a ratos, idas y venidas sin ton ni son.
Así, escribir una reseña del partido, con la conferencia de prensa de Bianchi recién terminada, y si uno se descuida apenas lo suficiente, es cada vez enfrentarse al poder de ese monstruo cuyo aspecto, como ciertos reptiles, consigue mutar en segundos ante el estupor general. Uno termina por pensar que o Bianchi ve otro partido o es incapaz de realizar una autocrítica en serio, sincera, de hablarle al hincha, en lugar de desplegar su personal partidito con la prensa.
Al término de Boca-Olimpo jugaron Newells y Vélez, los dos mejores equipos del torneo. A muy poco de quebrar una racha adversa de 15 partidos sin ganar que arrastraba desde el torneo pasado y durante la que jamas negoció el juego que lo hizo digno de elogios, el conjunto rosarino se impuso 4 a 1 en una verdadera demostración de “intenciones concretadas”. Por ahí se dijo que este Newells volvía a parecerse al del mejor Martino, el actual técnico de, tal vez, el mejor equipo de la historia. El mismo que hace pocos días dejaba esta infrecuente frase: “de las críticas se aprende”.
Todo esto me recordó una frase de Leopoldo Marechal “De todo laberinto se sale por arriba”