La Patria también es mujer
Por Daiana Gimenez
Siempre estuvo ahí; como un susurro que apenas oíamos. Nos quería decir muchas cosas pero no escuchábamos (o no queríamos escuchar). Nos dijeron que nos estaban matando y eso sí lo oímos. Entonces prestamos atención. Ahí pudimos ver las lágrimas de Rufino y sentir el fuego ardiente de Monte Hermoso. Vimos que el largo de la pollera de Melina no importaba y que había hombres que con bolsas negras nos trataban de basura. Nos dimos cuenta que muchas ya no estaban y ya no pudimos seguir haciéndonos los desentendidos.
El 3 de junio será una fecha para recordar; el feminismo, que siempre susurraba, esta vez gritó fuerte y se hizo escuchar en todo el país con un eco difícil de callar. “La Patria también es mujer” rezaba un cartel en Capital ayer cuando las mujeres de todas partes de la Argentina se lanzaron a las calles a pedir Ni Una Menos.
En las rejas del Congreso, una chica tiene la boca tapada con cinta y la mirada perdida en esa multitud. De arriba se ve todo ese mar diverso que está más bravo que nunca. A su costado, sobre las grandes baldosas, una mujer simula estar muerta. Un hombre de unos 30 años lleva un cartel que dice “Tener pelotas es otra cosa muchachos…”.”Tinelli te humilla mujer” levanta otro. Algunos optaron por pedir perdón pero con su presencia basta para saber que esta lucha no es sólo de las mujeres.
Hay jóvenes que decidieron mostrar su cuerpo sin pudor. De pie en una especie de carro, una mujer envuelta en papel film llama la atención de todos; en ese papel transparente que deja ver su cuerpo se lee “Ni una menos. No somos objeto de consumo”. Una chica, en sus pechos al desnudo, lleva escrito “Puta”; las palabras ahí se resignifican, se apropian, las mujeres se empoderan, los esterotipos se rompen y las voces se multiplican.
No faltan tampoco las policías, las enfermeras ni las maestras que a puro redoblante y canto predican con el ejemplo. Una ronda de mujeres vestidas de violeta invita a bailar en el medio al compás de una cuerda de candombe que no sabe de edades ni de géneros. Las batallas también se ganan con alegría.
Evita asistió en forma de prendedores y banderas que lucen su rostro recordando viejas luchas. Maria Florencia Alcaraz dijo que al Ni Una Menos no lo parió Twitter; la parió el feminismo y tiene razón. Ahí en esa multitud que se hizo militancia están todas ellas: están las sufragistas, las obreras, las socialistas, las Madres y las Abuelas.
Pero también está el futuro. Esas nenas que no buscan ser princesas sumisas y esos nenes que no pretenden ser dueños de nadie. Un chico sonríe en hombros de su madre con un cartel que dice Ni Una Menos, mientras una nena toma un megáfono gritando lo mismo. El padre toca un redoblante al lado sin poder dejar de mirarla.
La lucha esta vez es para decirle basta a los femicidios y a la violencia de género con la correcta implementación de la Ley 26485 de Protección Integral a las Mujeres. Sin embargo, los pañuelos verdes se colan en la foto y buscan su lugar sabiendo que esta lucha no les es ajena. Pensar en el aborto en una convocatoria de tal magnitud es pensar en otra batalla a conquistar, pero vamos paso a paso.
Las ausencias también están presentes. En los carteles, en las fotos, en los abrazos, en las banderas pero sobretodo en las miradas. Están los familiares pidiendo justicia por las suyas y por todas; está la madre de Candela, el padre de Wanda rodeado de micrófonos y emoción, está Susana levantando la bandera que siempre levantó por Marita y por tantas otras chicas.
Están las que se emocionan al darse cuenta que no están solas, que la privacidad de su casa se vuelve pública y política. Las que salieron y las que dan los primeros pasos. Unas lo dicen con carteles, otras con maquillaje. Pero están ahí y saben que ya no hay vuelta atrás.
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