Gracias por tu lucha, Pepa Noia
Por Lois Pérez Leira
“Era sábado al mediodía, me senté en un banco de la Plaza y me puse a fumar… estábamos yo y las palomas, hasta que llegaron las otras madres”, así describía Josefina García de Noia -“Pepa” o “La Gallega” aquel 30 de abril de 1977 en el que un grupo de mujeres sembró la semilla del movimiento más poderoso que supo enfrentar a la dictadura cívico militar: las Madres de Plaza de Mayo.
Dos militantes
Lourdes nació en el seno de una familia de gallegos emigrantes. Sus abuelos paternos fueron José Noia y Laura Peralta. Sus abuelos maternos eran de la provincia de Orense, se llamaban Aurora Pérez, y Agustín García y eran de Leiro, una hermosa zona de la comarca del Riveiro -en Ourense- donde se cosechan los más famosos vinos gallegos.
Ambos emigraron a Buenos aires y allí vivieron formando una familia bien numerosa. Agustín era taxista y Aurora se ocupaba y preocupaba de que en la casa no faltara de nada. Sus hermanos se llamaron Manuel, José Ramón, Antonio, “Pepa” y para finalizar Agustín y Lola. Sabemos que José Ramón y Antonio fallecieron muy pronto, a los catorce años.
Josefa García también llamada Pepa Noia o “La Gallega Noia”, nació el 6 de julio de 1921 en el Barrio Norte. Fue una de las catorce mujeres que fundaron el 30 de abril de 1977 la mayor organización capaz de hacer frente al dictador Videla, Madres de Plaza de Mayo. Desde el día de la desaparición de María Lourdes (13/10/76), Pepa Noia no ha descansado.
Lourdes
Lourdes nació en la ciudad de Buenos Aires un 21 de noviembre de 1946. Lourdes era una persona de carácter, con ideas muy claras, y segura de sí misma. Tenía tres hermanos además de ella, Alicia, Daniel y Margarita. En palabras de su mamá: “De chica, en lugar de muñecos, me pedía libros de cuentos. Cursó los estudios secundarios en el Liceo de Señoritas, en Santa Fe y Anchorena. Dio segundo y cuatro años libres. A los 16 años ingresó a la facultad. Lourdes era psicóloga y profesora de Universidad de Morón”.
La propia Pepa nos relata algunas anécdotas de su hija: “Ella era hincha de River. Le gustaba salir con las chicas, le gustaban los gatos. De más grande, le gustaba ir a las peñas. Iban a la iglesia en las que había peñas a la nochecita. Mis hijos eran buenos chicos. Pero María Lourdes me daba trabajo en la escuela. Un día me dijeron que la mande al psicólogo. Ella tenía 7 años y la psicóloga me dijo: “señora, la felicito usted tiene una hija que es toda una intelectual”. Cuando terminó la escuela me acuerdo que era la mejor amiga de todas, la mejor alumna… ¡Y pensar que yo mil veces fui a hablar con la maestra por ella! Porque era así, pero era muy inteligente Lourdes.
Como nos contaba su madre, estudió el secundario en el Liceo 1 de Capital Federal (año 1960) en tres años, así que a los 16 años pudo entrar en la universidad para estudiar psicología en la facultad de Filosofía y Letras de la UBA. Esta dedicación al estudio, no la excluían de tener una intensa vida social, le gustaba tener amigos, la música, era muy alegre, además de comprometida socialmente.
Lourdes comienza su militancia universitaria afiliándose a la Federación Juvenil Comunista. Sus posiciones políticas no coincidían con las posturas reformistas del P.C. y se integró el PCR, y luego a las FAL. Con la aparición de Montoneros, se terminó incorporando a principios de los 70, en la Juventud Peronista.
Creía firmemente que las bases para el cambio social estaban dadas dentro de ese movimiento, por eso y desde allí, trabajó con sus compañeros en la villa del Bajo Belgrano, en el Movimiento de Inquilinos, y también inició su actividad sindical en la Juventud Trabajadora Peronista, en el gremio de docentes.
A comienzo de la década de los 70 Lourdes ya era licenciada en psicóloga y se pone a trabajar en 1973 en DINEA (Dirección Nacional de Educación para Adultos).
También daba clases en la Universidad de Morón, en la Carrera de Turismo. Como estaba llena de vida, creía en sus ideales, y tenía un compromiso férreo con sus compañeros y el pueblo en general, repartía su tiempo entre el trabajo, la militancia y su familia.
En noviembre del 74 nace Pablo Enrique, su hijo, daba la vida por él y compartía con su marido Enrique Mezzadra su cuidado. Eran una pareja comprometida con una revolución social, que sólo se podía llevar adelante con el compromiso y el sacrificio diario.
Nos sigue relatando Pepa: “Los días martes ella venía a casa y me dejaba al nene. Se quedaba a comer y después iba a la facultad, a dar clase. Era una costumbre y yo le hacía bife a la criolla los martes. Y un día me dice ella: “no me hagas más bife a la criolla, cambiáme el menú”, yo le digo: “Tenés razón”. Cuando ella se va, yo me quedo con el nene. Al otro día se la llevaron. Ésa fue la última vez que hablé con ella. Nosotros sabíamos lo que estaba pasando porque Lourdes nos contaba lo que pasaba con alguno de sus compañeros… Después no la vi más”.
Fue secuestrada de su domicilio en Capital Federal junto a su marido Enrique Mezzadra el 13 de octubre de 1976. Nadie volvió a ver a Lourdes con vida. Tenía 29 años. Pablo, su hijo, fue entregado a una vecina y su marido Quique fue liberado al poco tiempo.
“En el departamento de Lourdes quedó todo tirado por todos lados. Cuando el cerrajero abre la puerta, lo primero que dice es: “¿Qué pasó acá?”. Me cambió la cerradura, pero no le gustó nada. Estando Lourdes, ellos vieron todos los libros que había. Una mamá agarró los libros, los empaquetó y los tiró en el río. Después me decía: “¡Qué pena, cada vez que me acuerdo de los libros que tiré al río!. Podría haberlos guardado en algún lado”. Lo único que pusieron arriba de la mesa fue el cuadro de Perón y Evita. Se llevaron a ella y a él también pero al nene, no. Yo pienso que debía ser un grupo de tareas nuevo porque si no se lo hubieran llevado. Se lo dejaron a la vecina. A Quique lo largaron un tiempito después. A ella no”.
La “Gallega” no paró de luchar y fue una de las más activas militantes de Madres de Plaza de Mayo.
La primera ronda
“Yo llegué muy tempranito, -nos cuenta Pepa- dos horas antes de la hora que acordamos. No había podido dormir en toda la noche. Fui a la plaza, no había un alma. Eran las palomas y yo. Al ratito llegaron las otras mamás. Había una chica que no quiso dar el nombre. Después dijimos: “Vamos el viernes” y así empezamos a ir los viernes. Ya vino un poquito más de gente y así fue aumentando. Había una mamá que se llamaba Nora que dijo: “¿Por qué no venimos los jueves? El viernes es día de brujas”. Y quedó los días jueves. Empezamos a dar las vueltas porque no podíamos quedarnos quietas, los policías nos hacía caminar”.
Tuve el honor de entrevistarla para un documental y de acompañarla junto a Norita Cortinas en muchas rondas de los jueves por la Plaza de Mayo. También de estar con ella en la Federación de Sociedades Gallegas, desde donde se apoyo la querella por los desaparecidos de origen gallego.
Pepa nos contaba: “El último recuerdo que tengo de Lourdes es cuando un día ella se iba a la universidad. Le dije: “Cuídate, nena” y ella me respondió: “Sí, mami, sí. Estate tranquila”. No se me olvida nunca su última frase: “Estate tranquila”. ¿Quién iba a decir? Nunca soñé que iba a pasar eso. Nunca pensé que me iba a pasar una cosa así, a mí y a todas las Madres”.
Pepa, ciudadana ilustre
Como reconocimiento a su trayectoria, Pepa Noia fue reconocida como Ciudadana Ilustre de la Ciudad de Buenos Aires, el 5 de julio de 2010. Este homenaje, tuvo lugar en la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires en una emotiva jornada en la que Pepa estuvo rodeada de las Madres y de sus seres queridos. La homenajeada Madre de Plaza de Mayo contó: “Yo casi no sé hablar, pero les agradezco a todos los presentes, a las mamás de Plaza de Mayo y a mis hijos, aunque alguno como Lourdes ya no está”.
Sus últimas palabras fueron: “hasta que pueda y mientras no llueva, seguiré yendo a la Plaza para continuar el reclamo por la aparición con vida de todos los detenidos-desaparecidos”.