Martín Méndez: “Lo que vuelvo a encontrar en la gente, show tras show de Caballeros de la Quema, es emoción”
El guitarrista Martín Méndez, miembro fundador de Caballeros de la Quema, conversó con AGENCIA PACO URONDO sobre la trayectoria de la banda y su actualidad.
“Para cualquier banda de nuestra época, es un hito llegar a tocar en Obras. Teníamos un par de experiencias previas, haciendo de soporte en shows internacionales, los de Slash y The Cult. Cometimos el desatino de, además de tocar en nuestro primer Obras lleno, grabar un disco. Retratarnos crudamente con toda la punkitud y la salsa que se armaba en esos shows”.
“Es emocionante que un grupo de gente, por lo menos los que nos permiten tocar ahí, no se olvidó de nuestras canciones. Por algún motivo le sigue vibrando. Obras Sanitarias es un lugar muy especial. A los 16 años tuve la oportunidad de ver, agarrado al escenario, a Van Halen, ahí. Nos fuimos con los oídos zumbando varios días y con una marca, una huella en la corazón de lo que podía ser el rock, de lo que era un espectáculo así”.
“Lo que veo abajo es emoción, la misma que sentí yo, tal vez. Yo encontré un oficio, a la vez, pero lo que me impactó fue la emoción que podía generar una banda que toque canciones que a uno le gustan. Lo que vuelvo a encontrar en la gente, show tras show de Caballeros de la Quema, es emoción”.
“Ya habíamos tenido algunas previas, nos habíamos tanteado ahí a ver en qué estaba cada uno y qué ganas había. No había prosperado por distintos motivos, pero no ninguno por falta de ganas. Era cuestión de tiempo. Y en ese momento (2017) nos llegó esa propuesta para tocar en el Estadio Único (de La Plata). La última vez que fui a ver una banda ahí, vi a Guns N' Roses y The Who. Es muy loco que después de 15 años de ausencia, de no tocar juntos, no fue ir a probar a un barcito sino a arrancar en un lugar así”.
“Creo que la banda a mí me gusta mucho más ahora. Me parece que esa noche fue pura emoción, la banda hizo lo suyo, estaba todo bien, pero ahora ya tiene muchos shows encima, giramos otra vez por todo el país, le pusimos un trabajo a las canciones y a los ensayos”.
“Durante la pandemia, que ya nos olvidamos, pero existió, como somos vecinos y el baterista tenía una sala ensayo muy linda, empezamos a escabullirnos y a juntarnos a ensayar. Solamente los cuatro músicos del esqueleto de la banda. La batería, el bajo y las dos guitarras. Estuvimos como un año y medio tocando temas de Caballeros, básicamente. De hecho, hicimos varias presentaciones como cuarteto, con otro nombre: los Q. Fue como un poco de resistencia”.
“Creo que ahí evolucionamos un poco y montamos esto que somos ahora, que es otro Caballero que no tiene absolutamente nada que ver con el disco que grabamos en vivo, aunque muchas de las canciones son las mismas. Podemos dar un show más mucho más profesional de lo que yo creo que dábamos en ese momento, que éramos una bola de energía incandescente”.

“Tres años antes de Caballeros, armé una banda con un bajista y un baterista como se estilaba. El bajista era Ricky Duran, y yo me afané el baterista de otra banda que se llamaba Iván Noble. Después sumamos un tecladista y un cantante, hicimos un par de shows. Nos llamábamos el Aleph, era una banda muy borgiana, hacíamos rock progresivo. Tocábamos, ensayábamos un par de años y nos desarmamos por cosas de la vida. Yo me fui a tocar con otras bandas y una tarde tuve la sensación de que al rock argentino le iba a faltar un sonido, una voz, una forma de ver”.
“Fue ahí que tuve el atrevimiento de pensar que podía hacer el primer llamado a inventar ese rock del oeste que, para mí, podía venir. Lo volví a llamar a Iván, después llamé otra vez al bajista y a la semana estamos ensayando en mi dormitorio. Alquilé una casa en Morón donde armamos una especie de sala de ensayo. El bajista original se dedicó a la radio, entonces entró otro que había tocado conmigo antes y era compañero del colegio, también. A partir de ahí, la banda se llamó Caballeros de la Quema, ya que el primer bajista no le gustaba y al renunciar, ese fue el nombre. Los primeros ensayos en mi cuarto fueron en abril del 89 y en abril del 90 dimos el primer show en un lugar que se llamaba American Bar, en Ramos Mejía”.
“(Patri) es una música que la parte principal la trajo el bajista de aquel entonces y fue un estilo más folk que arrancó con ese tema y que en cada disco tiene como algún representante. Tal vez era esa parte menos roquera, pero hasta algún punto porque el solo que tengo que hacer después del primer estribillo es de lo más rockero que toco en todo el recital”.
“Creo que las bandas generan la textura, el color, el clima, pero tener un poeta con una mirada social y cierta empatía logra que uno sintonice. Me pasa con otras bandas amigas, también, como los Pérez García, que tienen escritores que logran que tanto los hombres como las mujeres se hagan cargo y canten en primera persona una canción y la hagan suya”.
“Una vez, un chico que en esos ´90 que tendría 17, 18 años, me dijo algo que me hizo pensar mucho: ‘cuando escuché Caballeros por primera vez en la soledad en mi casa, dejé de sentirme solo. Sentí que le estaban poniendo una voz y que seguramente había muchos más pibes que iban a sentir eso’. Después fui a los recitales y me los encontré, a esos pibes y pibas. Ahí me remito a mi sueño original, de por qué convoqué a los músicos para hacer una banda. Me parecía que había una sonoridad, una forma de contar, cierto folklore urbano del oeste que tenía algo que decir y que valía la pena dedicarle la vida, a esta altura, casi cumpliendo 58 años”.
“Mi secundaria estuvo todo el tiempo bajo el paraguas de la dictadura. Era esa cosa de sentirla en la piel. Éramos adolescentes que leíamos de historia; aparte con Iván fuimos compañeros unos años en la UBA. Teníamos un interés personal y estábamos empapados de lo que pasaba en la facultad, tocábamos en el bar de la facultad, también”. “La tapa de nuestro primer disco es gente juntando basura en José León Suárez, veíamos el plan del neoliberalismo actuando en la Argentina, ya no bajo una dictadura como en los 70, sino en los 90 con un gobierno democrático, que posiblemente haya traicionado todo lo que tiene que ver con lo nacional y popular más que ninguno, salvo el que estamos ahora y un poco De la Rúa”.
“En los ´90, nosotros y otras bandas nos comprometimos porque conocimos la lucha de Las Madres "
“En los ´90, nosotros y otras bandas nos comprometimos porque conocimos la lucha de Las Madres (de Plaza de Mayo). Yo las conocí en la facultad. Cuando nos empezaron a llamar de organismos de Derechos Humanos para hacer shows y usarnos como correa de transmisión con la gente más joven, fue por la credibilidad que tenían las bandas de rock, la gente consideraba que lo que decíamos era genuino porque veían lo que pasaba en la calle”.
“Nosotros sentíamos impotencia, rabia, por las dificultades económicas y la tristeza de la gente. Cuando empezó la banda estábamos en hiperinflación, el dinero se te evaporaba en las manos. Nuestra sala de ensayo, esa que armamos, cuando logramos alquilársela a otra banda por 2 horas nos pagaron el equivalente a un alfajor Jorgito. No entendías el valor del dinero porque se desarmaba a diario y muy rápidamente”.
“Después vino todo el plan neoliberal, la cuestión de liquidar todo el patrimonio nacional, con episodios de represión precisos, como empieza a ver ahora. El rock tomó ese lugar como centro de vociferar y juntar a la a la gente que le parecía que había que ‘resistir’, otra resistencia para una sociedad que venía de una lucha armada, una resistencia pacífica”.
“Es un contexto muy difícil, el de ahora, y creo que empieza una etapa represiva de un gobierno que fabricó dos millones de pobres en meses. Está todo muy dado vuelta, es difícil de pensar y entender, si uno lo quiere ver desde lo racional”.
“Será hora de seguir haciendo música, que es lo que hacemos los músicos, pero en nuestras letras está el mensaje, en nuestra convocatoria. Tal vez, en algún momento debamos volver a juntarnos con los organismos de Derechos Humanos para resistir esto juntos. Porque la resistencia siempre es mejor juntos”.
“(La canción con Joaquín Sabina) se dio un poco por el deseo de Iván, que es admirador de sus letras, y otro poco por el contacto de nuestro productor, Afo Verde. Él lo alienta a Iván de que le tire la idea de hacer una canción, juntos. Y le dijo que sí, instantáneamente, que se iba a quedar una semana en Buenos Aires. Así que Iván lo tuvo que seguir durante tres días, se alojó en el mismo hotel, en la habitación del lado. Le llovían invitaciones a Joaquín y a veces se lo llevaba a Noble. Hasta que consigue sentarlo y terminan haciendo la letra que la banda grabó. Grabamos nuestra parte, le mandamos a él las pistas y él grabó en Madrid la suya”.
“Garfield (Ariel Caldara) entró en el tercer disco, para Perros, perros y perros. En los primeros dos discos llamábamos al que era su profesor, no le interesaba mucho porque era músico de jazz, pero nos recomendó un alumno. Así que vino, estuvo tímido la primer semana y después se puso la camiseta de Superman y ya explotó. Fue un demonio que nos hizo reír como no sabíamos que podíamos. Un carisma y una energía muy arriba todo el tiempo, muy divertido, gran músico, virtuoso, era tremendo lo que podía hacer con el teclado, lo que generaba en vivo, se prendía fuego”.
“Cuando se le apagó el corazón a los 25 años, ahí en su casa materna, nos lo partió a nosotros. Seguimos un tiempo más… parece una obviedad, pero perdimos la alegría, por lo menos por mucho tiempo. Siempre fuimos una banda muy divertida, de pasarla bien entre nosotros, en todo tipo de circunstancias. Y en ese momento se tiñó todo de un sepia que no pudimos superar, no fue el único motivo porque nos separamos, solamente le puso un barniz de tristeza”.
“La música es para el que la hace y creo que para el que la escucha, un refugio. No te podés refugiar en un espacio donde hay gente que está vibrando mal, no te vas a querer refugiar ni debes refugiarte. Así que esperamos unos años hasta que volvimos a vibrar bien juntos. Esa es la explicación. Y ahora somos muy felices, tenemos una banda muy hermosa”.
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