Montezanti fue declarado en rebeldía y quedó a un paso de la destitución
Por Diego Kenis
El de ayer, jueves 3 de septiembre, seguramente fue uno de los días más duros en la carrera y la biografía del camarista federal de Bahía Blanca Néstor Montezanti, acusado de participar en la Triple A y comprobado agente de Inteligencia del Ejército durante la dictadura.
La jornada en falso del antiguo “asesor universitario” del aparato de Inteligencia del terrorismo de Estado se desarrolló en doble turno. Por la mañana, en la órbita del Consejo de la Magistratura quedó a un paso de ser destituido como juez, mientras que por la tarde pegó su tercer faltazo consecutivo a una citación a declaración indagatoria en la causa penal que se le instruye en la Justicia Federal, por lo que fue declarado en rebeldía en las primeras horas de este viernes 4.
Montezanti no puede ser llevado por la fuerza pública ante el juez interviniente, Alejo Ramos Padilla, debido a que sus fueros como camarista impiden su arresto. No obstante, el acumulado no pasó en vano y motivó el pedido de los fiscales y la declaración del magistrado, que elevó la notificación al Consejo de la Magistratura para que se incorpore a su ya frondoso expediente para iniciar la remoción. Así concluye el auto retrato mitológico de quien se presentaba como el más firme defensor del decoro de las instituciones, para aquellos oídos dispuestos a creerle.
Pito catalán
En tres sucesivas oportunidades, Montezanti evidenció no padecer el “grave y legítimo impedimento” que el Código Procesal Penal exige para disculpar la ausencia de un imputado ante un llamado a comparecer.
Ayer lo subrayó: se dirigió al juez como su superior y no como ciudadano imputado y pretendió ordenarle que, antes de concurrir, llamara a declarar a dos testigos que él mismo ofreció.
Para la primera ausencia, el jueves 27, había aducido incompatibilidad de agenda a partir de un evento menor. De ese modo dejó en claro que en su escala de valores el ceremonial se encuentra antes que la dilucidación de la verdad en una causa por delitos de lesa humanidad, vértice del ordenamiento jurídico penal por el que él debe velar. Los fiscales solicitaron entonces que se lo convocara nuevamente de inmediato pero en contraturno, para no entorpecer sus labores como camarista.
Montezanti volvió a faltar el lunes por la tarde. El veterano y ahora suspendido docente de Introducción al Derecho al que sus ex alumnos han denunciado por cerrar con llave el aula durante las clases faltó en la segunda cita presentando un certificado médico por una gripe que no tuvo o que, en tal caso, no le impidió concurrir durante los tres días del reposo prescrito al edificio de la Cámara Federal, ubicado a dos cuadras de la sede en donde debía declarar. Los fiscales Miguel Palazzani y José Nebbia, que impulsan la investigación, constataron y denunciaron al juez Ramos Padilla y a la propia Corte Suprema la mentira del camarista.
Los delitos por los que se lo acusa no son menores y, a diferencia de lo que ha sido su línea de conducta, Montezanti no exigió esta vez la reparación a su honor que le hubiera dado la simple prestación de indagatoria, el primer ejercicio del justo derecho a defensa.
El actual presidente de la Cámara Federal de Apelaciones bahiense está acusado de haber sido partícipe de la Triple A y miembro del Personal Civil de Inteligencia (PCI) del Destacamento 181 del Ejército, que tiene a su plana mayor uniformada ya condenada a prisión perpetua. Montezanti figura como “asesor universitario” en el listado desclasificado en 2010, que especifica que cumplió su función entre el enero de 1981 y el junio del año siguiente.
El camarista ha intentado relacionar su labor de entonces con la disputa limítrofe con Chile y el conflicto bélico por las islas Malvinas, pero las fuentes mejor documentadas descartan una decisión de recuperación del archipiélago ya en los primeros días de 1981. En cambio, sí son taxativas las reglamentaciones secretas, como las que por entonces ordenaban intensificar la “lucha contra la subversión” y, más tarde, espiar a los familiares de las víctimas.
Pero por si fuera poco, Montezanti fue reconocido por una víctima en un Centro Clandestino de Detención (CCD). El enfermero y militante de la Juventud Peronista Jorge Riquelme Esparza lo identificó gracias a su ostentoso anillo de oro, que gusta mostrar, como el abogado de la Unión Obrera Metalúrgica (UOM) que le hizo firmar una declaración falsa a punta de pistola en el Comando del V Cuerpo de Ejército, donde estaba secuestrado.
Aquí hay alumno encerrado
Todos aquellos motivos que para sus colegas del Departamento de Derecho de la Universidad Nacional del Sur no alcanzaron en diciembre último para validar un pedido de Juicio Académico fueron tomados en cuenta por el Consejo de la Magistratura, cuya Comisión de Disciplina y Acusación aprobó ayer un dictamen para abrir el jury de enjuiciamiento a Montezanti como camarista federal.
El documento fue rubricado por el secretario de Justicia Julián Álvarez, el académico Jorge Candis y los legisladores Héctor Recalde, Anabel Fernández Sagasti y Ángel Rozas. El controvertido juez Luis Cabral se abstuvo y el también magistrado Leónidas Moldes y la abogada Adriana Donato rechazaron el planteo.
La decisión deberá ser refrendada por el plenario, que se reunirá en una semana, por al menos dos tercios de sus miembros. Todo indica que Montezanti ha quedado a un paso de la destitución, que posiblemente llegue antes que transcurran los cansinos tiempos académicos para una exoneración definitiva de las aulas por las mismas causales. No sería la primera vez que el Departamento de Derecho de la UNS experimentara una situación de análogo contrasentido. Ya en 2011 su entonces docente Hugo Mario Sierra no pudo concurrir a dar clases por un pequeño detalle fáctico: estaba detenido. Sólo la casualidad impidió que fuera arrestado en una clase. Quizá vaya siendo hora de imaginar alguna modalidad docente novedosa, para que un eventual detenido pueda continuar en su encierro con tareas de enseñanza cuando la realidad le gana de mano a la inercia institucional.
El voluminoso expediente que estudia el Consejo de la Magistratura encuentra un abundante y variado muestrario de denuncias contra Montezanti, provenientes de todas las órbitas y actores con los que se relacionó y que se agregan a las acusaciones que se tramitan en el fuero penal. En su andar judicial, se le reprochan abusos de poder y conductas antisindicales. En su carrera académica, el destrato hacia los estudiantes y los contenidos que ofrecía en sus clases y producía para libros publicados por la casa editorial de la UNS y columnas en La Nueva Provincia, de Vicente Massot. Entre ellos se destaca la defensa de la pena de muerte y el consejo de su aplicación para que los jueces no se vuelvan cobardes y pusilánimes.