Australia cortó el sueño
Por Matías Fabrizio
No era fácil, para nada, simplemente era posible. Partido a partido Los Pumas dejaron en claro que no era una utopía pensar en una final del mundo con presencia argentina. Australia sabía que enfrente había un rival durísimo que llegaba entonado, con un nivel alto y muchas ganas de hacer historia. Por eso el plan de Michael Cheika fue salir a jugar a tope y, merecidamente, pronto empezaron a gestar el 29-15 final. De movida la defensa australiana agobió a Argentina, que mantuvo su plan de atacar con las manos y no patear tanto (además, Australia es muy peligroso de contra, por lo cual no usar el pie es lógico desde ese lado también). Así llegó el primer try, al minuto de juego, cuando el segunda línea Rob Simmons interceptó un pase adentro de Nicolás Sánchez cuando Los Pumas intentaban imponer su estilo.
Argentina tuvo algunos errores que no había tenido, pero fundamentalmente el mérito está en los Wallabies. Los oceánicos supieron combinar una defensa frontal y de punta, para achicar espacios y tacklear lo más adelante posible, y una envolvente de afuera hacia adentro, para cortar los circuitos de juego de Los Pumas e impedir que los más desequilibrantes tengan lugar para tomar velocidad. Además, en Scott Fardy, Michael Hooper y David Pocock hubo tres puntales del juego australiano en cada punto de contacto, cada ruck y cada maul. Entre los tres recuperaron siete pelotas, es decir, arruinaron siete ataques argentinos con pelota dominada.
Los Pumas tuvieron un puñado de situaciones. Primero Marcelo Bosch, luego Santiago Cordero y por último Lucas González Amorosino pudieron quebrar la defensa, ganar decenas de metros y armar jugadas de try, pero siempre Australia se las ingeniaba para hacer lentas esas pelotas y reacomodarse. También es cierto que ni una vez durante los 80 minutos de partido el equipo de Hourcade tuvo una cuota de suerte como para poder concretar algo más allá de los cinco penales de Sánchez. Otra cuestión a destacar fueron las lesiones: en el transcurso del primer tiempo se cayeron algunos soldados importantes como el capitán Agustín Creevy, Juan Imhoff y (ya comenzando la segunda mitad) Juan Hernández. Ninguno de ellos estará disponible para el partido ante Sudáfrica del viernes.
Con tantas contras, así y todo el equipo se mantuvo en partido y durante un buen rato incluso estuvo a sólo siete puntos, es decir, a un try convertido de empatar. En resumen, Los Pumas no pudieron contrarrestar los tres tries del wing australiano Adam Ashley-Cooper, más el ya mencionado try de Simmons, y las tres conversiones y un penal de Bernard Foley. De todas formas, el Mundial ha sido más que positivo porque fue la confirmación, con nivel y resultados, de que el camino empezado hace años fue el adecuado. La frutilla del postre puede ser una medalla, ya que el viernes desde las 17hs será el partido por el bronce ante los Springboks, para igualar la mejor marca histórica, la de Francia 2007.
Nueva Zelanda 20-18 Sudáfrica
La primera semifinal, disputada el sábado, fue parejísima, aunque con el correr de los minutos el rigor sudafricano fue mermando hasta quedar entregados a la marea negra. De movida, y a pesar de que a los 10’ marcó su try el ala neocelandés Jerome Kaino, impuso los tiempos SA. Con una defensa durísima y el pie efectivo de Handré Pollard parecía dominar, aunque sus acciones con la pelota eran bastante malas, con problemas para controlarla y cuidarla. A la larga, los All Blacks se acomodaron y lo dieron vuelta con justeza, con otro try, de Beauden Barret, y nunca el resultado estuvo en peligro más allá de los dos puntos de diferencia. El sábado desde las 13hs jugarán la final All Blacks y Wallabies, mientras que Pumas y Springboks jugarán por el tercer puesto el viernes a las 17hs.