Europa: ¿adónde nos quieren llevar?
Por Carlos Iaquinandi Castro (*)
“A veces me pregunto si el mundo
está siendo gobernado por seres inteligentes
que nos están fastidiando
o por imbéciles que hablan en serio”.
Mark Twain
Los jefes de estado de los 28 países que integran la Unión Europea aceptaron el día 7 de marzo el pacto que les proponía el primer ministro turco.
Allí se establecía la devolución “en caliente” de todos los refugiados que llegaran a las costas griegas, la entrega de tres mil millones de euros al gobierno de Erdogan y la eximición de visados para la entrada a Europa de ciudadanos turcos a partir de junio. ACNUR, expertos en derecho y otros organismos advirtieron que esa intención vulneraba normas europeas, el derecho de asilo, y la Declaración de los Derechos Humanos.
Ilegal
Ha tenido que transcurrir una semana para que el canciller español García Margallo reconociera que ese acuerdo que alcanzaron es ilegal. ¿Cuánto tardarán para reconocer que además de ilegal, ese acuerdo es impracticable, y significa aceptar un chantaje del gobierno autoritario turco, que bombardea su propio territorio para reprimir al pueblo kurdo, y hace pocos días ocupó militarmente el diario de mayor tirada del país, encarceló a su director y reprimió a quienes defendían en la calle la libertad de prensa. ¿Ese es el país “seguro” donde los “líderes” europeos pretenden retener a los refugiados?
Inhumano e impracticable
Otra parte del pacto del día 7 es que Europa en reciprocidad aceptará (uno por uno y previo estudio) a los sirios que estén en Turquía y gestionen el asilo, dándoles destino en alguno de los países de la Unión. Pretenden que esa posibilidad resulte creíble cuando desde la tragedia de Lampedusa en octubre del 2013 no fueron capaces de habilitar puntos para registro y solicitud de asilo, y obligaron a cientos de miles de refugiados a jugarse la vida en el Mediterráneo y en el Mar Egeo y a una más que penosa peregrinación por territorio europeo. ¿Y en todo caso, qué harían con los afganos, los iraquíes, yemeníes, sudaneses, palestinos y demás que huyen de las guerras, conflictos y hambrunas que en muchos casos fueron generadas por las grandes potencias y países europeos? Todo parece simple maquillaje verbal y desvela que el verdadero propósito es blindar las fronteras exteriores europeas “contratando” los servicios del gobierno turco. Han demostrado sobradamente que les importa un bledo la suerte de tantos seres humanos, familias completas, con niños, mujeres y ancianos.
Además, es muy posible que los refugiados continúen llegando. Hay que recordar que la “salida” de las costas turcas es una tarea exclusiva de las mafias que operan sin interferencias y -según denuncias- con la complicidad de las autoridades de ese país.
Miedo, frío, hambre, incertidumbre
Mientras tanto, en las fronteras de Grecia con Macedonia, miles de refugiados soportan lluvias y frío en precarias tiendas, casi sin alimentos. Las únicas ayudas en agua y alimentos provienen de la sociedad civil, de varias ONGs y algunas unidades para emergencias del ejército griego. Se denuncian enfermedades respiratorias y riesgos serios en especial para los niños y los ancianos. Médicos Sin Fronteras, cuyos equipos están sustituyendo la falta de respuesta de las autoridades europeas en diversos puntos de llegada y en campamentos improvisados ha denunciado que “los líderes comunitarios han perdido por completo el sentido de la realidad”. Para la organización médica, el acuerdo con Ankara es un claro ejemplo del “cinismo” de los responsables europeos. Carlos Ugarte, responsable de Relaciones Externas de MSF expresó: “Ha llegado la hora de que los líderes europeos dejen de alimentar una crisis que han contribuido a crear con sus propias políticas y proporcionen la única respuesta realista y humana: una vía segura y legal y protección y asistencia humanitaria a quienes la necesitan”.
El reverdecer del fascismo
El drama de muchos, se convierte en una oportunidad para los carroñeros. El miedo “al otro”, hábilmente azuzado por la ultraderecha racista europea, se convierte en odio y en votos. Francia, Alemania, Hungría, Chequia, Holanda, Eslovaquia o Bélgica muestran el avance de los partidos xenófobos. Sus dirigentes promueven no ya el recelo y la desconfianza, sino el odio y el abierto rechazo. Veamos algunas de sus frases: Frauke Petry, la mujer que lidera la extrema derecha alemana: “los guardias de fronteras deberían apuntar sus armas a quienes traten de entrar al país de manera ilegal". Milos Zeman, presidente de la República Checa: “Nos enfrentamos a una invasión organizada”. El diputado holandés de extrema derecha Geert Wilders: “Es una invasión que amenaza nuestra seguridad y prosperidad”. El secretario de Estado de Asilo y Migración belga, el nacionalista flamenco Theo Francken le dijo a su colega griego Ioannis Mouzalas: “lo siento, no me importa si los ahogan, quiero hacerlos retroceder” y Viktor Urban, primer ministro húngaro: “pondremos tantas vallas y alambradas como hagan falta, no pasarán”.
El riesgo no son los refugiados
Estas proclamas que convocan al rechazo y al odio no son casuales. Responden a los intereses de los mismos que han provocado la crisis y alentado las políticas regresivas en derechos, recortes presupuestarios en salud y sanidad y la pérdida de derechos y libertades. “El problema europeo son los capitales, no los seres humanos”, escribe el periodista y escritor Roberto Saviano. Se refiere a las directivas de los poderes financieros y económicos, que en definitiva manejan y controlan a quienes se reúnen en Bruselas en nombre de sus naciones de origen. Ellos son los que están dinamitando el espacio Schengen y la libertad de circulación. Por supuesto que garantizarán que los capitales sigan cruzando fronteras sin vallas ni barreras. Levantarán muros para los seres humanos, pero no para los capitales, ni para los paraísos fiscales. Pero el empeño tiene una debilidad. No se puede impedir que los seres humanos busquen su lugar en el mundo. Si la guerra, el hambre o la falta de libertad les impiden vivir, buscarán una nueva tierra donde construir sus sueños. Los flujos migratorios, los éxodos ante las tragedias, son como el agua: incontenibles. Esquivarán vallas, barreras y controles. Decía Maquiavelo, “construir nuevos castillos solamente genera nuevos asedios”.
Quienes se reunirán esta semana en Bruselas tendrán una gran responsabilidad. Deberán elegir entre un nuevo período de oscuridad y retroceso para Europa, o actuar con sensatez, humanismo y responsabilidad fijando un rumbo de esperanza y convivencia para el Viejo Continente.
No podemos quedarnos cruzados de brazos. Nuestro futuro y el de nuestros hijos y nietos está en juego.
Solidaridad, cooperación y fraternidad con los que sufren.
(*) Por el Servicio de Prensa Alternativo (SERPAL).