"El macrismo deja a los pibes sin música"
Por Mariano Dorr
Justo enfrente del Palacio Sarmiento, donde funciona el Ministerio de Educación, hay una plazoleta con un mástil y una enorme bandera argentina. Hace muchísimo calor, son las 12.30 del mediodía. La hora sin sombras, diría Nietzsche. La bandera no flamea, no hay lo que se dice “una gota” de viento. En el pasto, cientos de chicos esperan con sus instrumentos para que uno de los directores tome la batuta y comience la función. Viajaron de distintos puntos del país. Tienen puestos sus guardapolvos blancos, algunos llevan remeras con el nombre de la orquesta o el coro al que pertenecen. De un lado se ubican los instrumentos de percusión, más acá los de viento, las maderas, las cuerdas, sobre unas piedras, el coro, y a medida que comienzan a afinar se junta un mundo de gente. Rodeando a los chicos se ven estandartes, con violines y trompetas cruzadas, como formando un escudo musical. Sobre la vereda y el estacionamiento, hay filas de trabajadores del Ministerio de Educación que se animaron a salir de sus oficinas para escuchar a los chicos y chicas que miran la fachada del Palacio como si fuera una fortaleza. En efecto, hace pocos días, en este mismo lugar, las fuerzas de seguridad se enfrentaron a los trabajadores despedidos del Programa Conectar Igualdad armando una batalla campal en la puerta del Ministerio. Este mediodía, por suerte, la policía se mantiene a distancia, ya saben que hubo niños baleados en una murga no hace muchos días. Además, a pocas cuadras del Ministerio, la Asociación de Trabajadores del Estado protesta por los despidos masivos cortando la Avenida Callao; allí sí se ve a la policía armada hasta los dientes.
Coreutas profesionales, músicos, arregladores y directores de todo el país cobraron sus sueldos por última vez en diciembre de 2015. A partir de allí, el Programa no recibió un solo peso más; solo promesas de continuidad de parte del ministro Esteban Bullrich, que luego de comprometerse a no cerrar el Programa, no atendió nunca más el teléfono a los que llevan adelante esta política de alcance nacional: “Estamos muy preocupados por la continuidad de nuestro Programa. Este Programa llega a todo el país. Alrededor de 20.000 chicos y chicas de todo nuestro país están haciendo música sinfónica, música coral, con instrumentos bastante complejos, tanto para tenerlos como para tocar, como son los instrumentos de orquesta sinfónica. Es decir, la flauta traversa, oboe, trompeta, clarinete, trombón, trompa, violines, chelos, violas y contrabajos. Estamos sin respuestas del Ministerio de Educación sobre la continuidad de nuestro Programa. Creemos que es fundamental la educación musical para los chicos de nuestro país. Por este Programa ellos adquieren un montón de conocimientos, no solamente el conocimiento de la música, de la técnica de un instrumento sino que podemos llegar imaginariamente a un montón de lugares del mundo, porque tocamos estilos, músicas de distintas partes del mundo, conocemos autores, compositores, en fin…”, dice el Maestro Horacio Vivares, director de dos de las más de 145 orquestas y 160 coros del Programa Nacional de Orquestas y Coros Infanto-Juveniles para el Bicentenario que viene funcionando desde hace ya cinco años en todo el país.
Uno de los trabajadores del ministerio reparte volantes: “¡LA EDUCACIÓN EN ESTADO DE ALERTA! En este ministerio trabajamos por el derecho a la educación de los chicos y chicas de todo el país. El achicamiento del Estado implica menos derechos para los pibes. Trabajadores y trabajadores del Ministerio de Educación y Deportes”. Hay aquí presentes orquestas y coros de Avellaneda, Punta Indio, Lujan, Berazategui, Gral. Sarmiento, Gral. Rodríguez, Partido de la Costa, La Matanza, Laprida, Malvinas Argentinas, Moreno, Quilmes, San Antonio de Areco, San Martín, San Vicente, Vte López, José C. Paz y Flores. Y en otras provincias, en otras plazoletas como esta, otras orquestas se juntan en este mismo momento, abajo del sol, para reclamar que no se cierre el Programa.
Horacio Vivares, también con guardapolvo blanco, sube a una tarima con la batuta en su mano derecha, alza los brazos y comienzan a sonar cientos de instrumentos a la vez: es el “Huaynito del Sapo”. Luego, un Coro gigantesco entona “Tren del Cielo”, y comienzan a notarse las lágrimas en los rostros de quienes escuchamos cantar a esas niñas y niños. Tocan también “La burrita” y “Rezo por vos”, con las orquestas y los coros a la vez. Es emocionante, conmovedor: Y curé mis heridas y me encendí de amor. Y quemé las cortinas y me encendí de amor, de amor sagrado. Por último, el Himno Nacional Argentino.
Converso con una maestra del Programa, de Tucumán. Se emociona hasta las lágrimas contándome que vio crecer a los chiquitos desde que no podían sostener sus instrumentos, y que ahora no solo pueden llevarlos ellos solos sino que cargan los estuches y los desenfundan, afinan y tocan con naturalidad. “Los vi crecer al lado mío”, me dice, y lloramos los dos. Me agradece que la abrace y que lloremos juntos. A los dos nos pasa lo mismo, no podemos creer que estén destruyendo una por una las políticas de Estado que hicieron de la Argentina un país ejemplar en materia de inclusión social y ampliación de derechos. Una mujer dice algo sobre las mariposas que vuelan sobre la orquesta. Me acerco a ella y le pregunto, ¿qué leyenda es esa? Y me dice, con acento norteño: “Los guerreros vuelven a las luchas en forma de mariposas, y ahora aquí, andan las mariposas, o sea que están aquí, ¿no ve?, luchando con nosotros”.