Estado o no te metás, esa es la cuestión
Considero que el eje de la discusión por los próximos cuatro años debe ser el Estado. No se trata de kirchnerismo o anti kirchnerismo, de Cristina o Macri. Se trata de horadar la idea de que el Estado es un obstáculo para la libertad. De invitar a quienes votaron por este gobierno a reflexionar sobre distintos conflictos que afectan sus intereses y preguntarles qué debe hacer el Estado al respecto. Reflexionar sobre las resistencias y efectos que genera la intervención del Estado. Quienes pasamos los treinta conocemos al menos dos realidades argentinas. Estamos los que supimos hacer cuadras de cola buscando trabajo con el diario bajo el brazo, quienes lo están aprendiendo y quienes nunca lo sabrán. Ese diario no te lleva a otro lado. Pero no es que sea idea de Magnetto, es un fenómeno mundial que responde a la lógica misma del poder financiero.
Las finanzas se sostienen sobre la especulación, se trata de personas que venden lo que no tienen, lo que dicen que van a recibir, que califican riesgos y ponen a cotizar la confianza. Venden futuro, te dicen saber lo que valdrán las cosas allá adelante. Para un negocio de este tipo, resulta fundamental un diario, una radio, un canal de televisión y al final armar un multimedio que ponga a jugar la información en función de sus intereses, es decir, a especular. Para un sector de la sociedad que obtiene ganancias especulando con el precio de los alimentos, la energía, los bonos del Estado, el precio del dólar. ¿Cuál va a ser el enemigo lógico? Un Estado que interviene, poniendo límites a su irrefrenable voracidad.
Lo que se espera de un Estado de este tipo, al que llamamos Estado de Bienestar, es una política de transferencia de recursos a los sectores populares, esto quiere decir: aumentar el ingreso de recursos en el bolsillo de los trabajadores, para que lo gasten en almacén del barrio, que llama más veces a la distribuidora que vuelve cada vez más cargada de la industria preocupada por el precio del dólar por los bienes que precisa importar y sus exportaciones. Debido a la bancarización de nuestra economía gran parte de esos recursos, para no decir la mayoría, va a circular dentro del sistema financiero, que crece y después tenemos que escuchar que los bancos nunca ganaron tanto. Los que nunca ganaron tanto, desde que tengo memoria, fueron los trabajadores. Así que nos encontramos con un problema más que interesante y complejo.
El Estado frente a los problemas económicos
Cuanto más ganan los trabajadores más gastan. Cuando aumenta el volumen de ventas el comerciante empieza a comprar mercaderías más caras, importadas. Los industriales aumentan las ventas y precisan compran maquinarias que se produce en el exterior. Los trabajadores compran autos, que si el coche es nacional, la mayoría de sus piezas son importadas, por lo que si se rompen hay que importar o comprarle a algún autopartista nacional, a los que las terminales automotrices no quieren comprarles, preocupadas por garantizar la mano de obra en sus países de origen.
Lo importado hay que pagarlo en dólares y los dólares tenemos que comprarlos, porque no somos el país que los fabrica. Si el dólar aumenta mientras las ventas caen, el industrial empieza a frenar la producción con suspensiones, continúa con despidos hasta que la producción para. Si lo que cae es el precio de nuestros productos, por lo que recibimos menos dólares por exportaciones pero tenemos un Estado que transfiere recursos a los sectores populares, para que estos los vuelquen en los comercios, se movilice el mercado interno y la producción no se detenga, los trabajadores pueden negociar paritarias, la producción continuará demandando energía, parte de la energía se importará, los industriales seguirán produciendo, y como tenemos el problema de que bajan nuestros ingresos de divisas por la caída del precio de nuestras exportaciones, se vuelve necesario recurrir a las reservas. Las reservas son la garantía para que economías como la nuestra, que dependen de divisas, puedan pasar los momentos en que entran menos dólares de los que necesitamos.
Lo que quisiera que quede claro es que un Estado de Bienestar necesita de recursos para poder llevar adelante las políticas que mejoran la calidad de vida de la mayoría de los trabajadores. Países como los nuestros, que obtienen los dólares para pagar importaciones y sus cuentas de la venta de materias primas, commodities, más tarde o más temprano siempre llegaron al estrangulamiento por la restricción externa, porque no ponemos el precio de lo que vendemos. Porque es preciso recordar que el llamdo viento de cola después del 2008 nos vino de frente. Mientras las commodities caían y la industria se expandía con la polea del salario, el sector financiero se puso a comprar dólares, pero en forma de corrida, y en 2011 nos chuparon once mil millones de dólares de reserva en menos de un año. A menor cantidad de recursos mayores dificultades para llevar adelante políticas populares.
El Estado es un aparato que puesto en movimiento puede balancear la correlación de fuerzas entre los que más y menos tienen. Su inacción deja a los trabajadores mano a mano con la patronal. Recordemos que el kirchnerismo nació de la intervención del Estado. “Nos roban”, “nos están metiendo la mano en el bolsillo”, vociferaban TN y sus secuaces. “Fíjense lo que hicieron -nos reclamaban- juntaron a la Federación Agraria con la sociedad rural”. Fíjense lo que hicieron, les respondemos, juntaron a las cinco centrales de los trabajadores con el FIT. Así que dime a quién juntas y te diré a quién afectas.
Pero ya todos sabemos que la intervención del Estado y la consecuente respuesta mediática generaron que personas que no tenían campos, que ni siquiera vivían cerca de una plaza como para decir que tenían vínculo con algún yuyito, salieran a apoyar a lo más dañino de la sociedad argentina. La que al llegar al gobierno no hace más que afectar los intereses de la mayoría.
¿Qué hacen cuando están en la oposición y qué cuando están en el gobierno?
Cuando los que viven entre el río y la avenida Santa Fe están en la oposición denuncian atropellos, intervencionismo. Gritan que el Estado se mete en lo que no debe, que los funcionarios hacen política, no gobiernan. Luego siguen las denuncias por los atentados a la República, cuando no llega alguna del ridículo para hacer llorar a la Republiquita. Atrás empiezan las denuncias por corrupción, ponen en duda lo que hace la política con los recursos públicos. Todo esto desde medios de comunicación que se erigen como guardianes de la sociedad. ¿Pero qué pasa cuando llegan al gobierno los que tienen apellidos de calles de Recoleta?
Una cuestión de tiempo
Con tres días días quedó de manifiesto que el interés de esta gente por los recursos públicos era realmente genuino: las primeras medidas fueron sacarle al Estado derechos sobre las exportaciones. Qué es eso de que el Estado se va a quedar con una parte de lo que sale de mi tierra. También “liberaron” a las mineras de pagar impuestos. Es importante entender que hay un segmento de la sociedad que considera que nada ni nadie debe interponerse en el proceso de extracción, producción y venta. Ni el Estado ejerciendo su derecho sobre las exportaciones, ni los trabajadores a través de los sindicatos pidiendo aumento porque aumentaron las ventas o los precios. Este sector de la sociedad cuando está en la oposición dice que el Estado no hace nada y cuando llega al gobierno sostiene que cada uno se la tiene que arreglar solito. Nadie tiene por qué andar metiéndose entre el arreglo que el empleador realiza con su empleado. Así son esta gente, esa clase de personas. Para ellos el Estado no tiene que meterse en asuntos de privados. Pero si son los mismos...
¿Subimos el gas? Ponete pulover? ¿Subimos la nafta? No uses el auto. ¿No te alcanza para llegar a fin de mes? Arreglate, se terminó la fiesta, no fuimos nosotros los que te hicimos creer que es posible que cenes afuera una vez por semana, que te vayas de vacaciones a otro país. ¿En qué país podés ver los partidos gratis y por HD? Andate a Cuba. ¿Tenés miedo de que te echen del trabajo? Esforzate, yo sé que vos podés, mirá papá, un inmigrante pobre que con mucho esfuerzo consiguió construir lo que construyó. Pusieron otra vez a circular con fuerza el argumento de la meritocracia.
Estar en la defensiva
Antes de las elecciones una de las consignas fue “no se enojen, hagan docencia”. El bailecito diabólico confirmó que no llegamos como debíamos ni a una cosa ni a la otra. Creo también que muchos siguieron la consigna de ser predicadores. Y cual maestro oriental, Cristina, frente a Comodoro Py, facilitó la vía para reflexionar de política con la realidad como verdad. Una simple pregunta: ¿Estás mejor o peor que el 9 de diciembre? Ya no se trata como en campaña de pedir que piensen cómo estaban antes del 2003, ahora tan solo se trata de retroceder cinco meses.
Volvió el tiempo del Estado que hace nada para equilibrar la balanza. Aumenta la deuda, pone a los de recursos humanos de las multinacionales en el Ministerio de Trabajo. Aumenta el desempleo, cae la producción y entre los empresarios privilegia a los que hacen finanzas. A los industriales les dicen que no molesten, que sale más barato importar que producir localmente, entiendan que llegamos tarde a eso de la industria nacional.
¿Estamos mejor o peor?
Sabemos que no es fácil reconocer errores, que cuesta, que genera resistencias, enojos y malhumores. Así que podemos suponer algunas de las respuestas que nos van a dar aquellos que votaron a Macri porque le creyeron, porque los engañaron en su buena fe. Porque es cierto, nadie puede negarlo, dijeron en campaña que no iban a hacer lo que hicieron. La zorna del ¿Y... estás mejor?, es inevitable, pero sabemos que no suma, tan solo sirve para descargar nuestra propia bronca. Tendremos que bancarnos que los engañados descarguen su malestar con nosotros, acompañar el mal momento de saberse engañables. Es una cuestión de tiempo, el centro de atención irá variando, cuando la conversación comience a insumir más tiempo en Macri que en Cristina, el foco ya está en la dirección deseada y resultará más fácil plantear que no se trata de Macri o de Cristina, que son modelos de Estado bien definidos.
Que no va a ser sencillo, sin dudas, pero tenemos cuatro años por delante. Y convocar a un Frente Ciudadano indefectiblemente nos tiene que llevar a discutir el rol del Estado, porque no podemos pensar un ciudadano por fuera de él. Tenemos que conversar que el problema de los medios de comunicación no es que hablen mal de Cristina, es que difunden ideas que generan enojo, bronca, odio y el odio enceguese y sin ver es más fácil ser engañado. La discusión del liberalismo aún no está saldada, el problema sigue siendo qué puede o no hacer el Estado y a quiénes beneficia la intervención y a quiénes el siga, siga.
Es tristísimo por lo que tenemos que pasar para aprender de política y economía. A lo que tenemos que llegar para poder hablar de estas cosas. Tener que pensar cómo sumar a los que votaron a Macri en la segunda vuelta para que luchen y se organicen por sus derechos, salgan a la calle junto a los sindicatos, mientras los medios metrallan contra los gremialistas, señalándolos como fuerzas desestabilizadoras. Discutir sobre el Estado con un votante de Massa lo supongo más sencillo, el Frente Renovador reconoce y defiende la intervención estatal. Por eso creo que para dar una buena discusión sobre el Estado también es necesario profundizar nuestros conocimientos sobre economía.
RELAMPAGOS. Ensayos crónicos para un instante de peligro. Selección y producción de textos Negra Mala Testa y La bola sin Manija. Para la APU. Fotografías: M.A.F.I.A. (Movimiento Argentino de Fotógrafxs Independientes Autoconvocadxs)