"El cine es siempre la muestra de una experiencia de mundo"
Por Juan Ciucci
Agencia Paco Urondo: ¿Cómo surge el Festival?
Eduardo Marún: El Festival tiene dos organizadores, por un lado el Cine Helios, que entiende que además de proyectar cine comercial y ser Espacio INCAA, también hay que darle lugar, en la propia sala cinematográfica, a otro tipo de expresiones. Por el otro, la cooperativa Teorema, fundada entre amigos "festivaleros" que decidieron un día no solo ser espectador de festivales, sino organizar uno, en donde "hiciera falta". Por mi parte, sería como el nexo, soy el programador del cine de la sala hace unos cuatro años, con lo cual fui el que unió ambos deseos.
APU: ¿Cuál fue el criterio para la selección de las películas?
Sebastián Rosal: La programación de un festival de cine puede responder a infinitos criterios, y todos son válidos en tanto y en cuanto funcionen como guía para la elección de un determinado corpus de películas, que ofrezca, explícitamente, una determinada idea de cine y a través de ella una cierta idea de mundo. “Todas las películas nacen libres e iguales”, proclamaron los cahieristas al calor del Mayo Francés, y esa afirmación aún mantiene su vigencia. Por eso es que en EPA hay lugar tanto para producciones que han tenido su estreno en muchos de los más importantes festivales del mundo (Cannes, Locarno o Films du Réel, por caso) como a producciones caseras y artesanales que podrán ser vistas por primera vez en El Palomar. Eso como filosofía madre. En términos más específicos, dos ideas básicas fueron los ejes de programación: por un lado, el deseo de exhibir films que dieran cuenta de un yo concreto detrás de cámara, de la presencia de un director que por alguna razón particular articulara en imágenes un mundo que le es propio; por otro, películas que pudieran mostrar un tiempo y, particularmente, un espacio concreto y determinado. Se podrá decir que ambas condiciones son básicas, y que no existiría cine sin un director al comando y unas coordenadas espacio-temporales precisas, pero agudizando la mirada se puede notar, en cierto cine contemporáneo actual, una condición que a falta de mejor término denominamos “permutable”, algo así como un Estilo Internacional que pulula de festival en festival: films que con levísimos cambios podrían funcionar en geografías y momentos varios, incluso contrastantes entre sí (se podría plantear que tal aspecto responde a determinados mecanismos de financiación, a cierta globalización económica que exige que cualquier producto pueda ser vendido en todos los rincones del planeta, pero, aunque imprescindible, esa es una discusión que excede este párrafo). Todas las películas del festival cumplen, de una manera u otra, alguno de los dos requisitos. Muchas, incluso, las dos. Y ambas atraviesan, a su manera, todas las secciones. El cine es siempre la muestra de una experiencia determinada de mundo, y la experiencia es, por definición, intransferible.
APU: En la inauguración se proyecta la última película de Eduardo Coutinho, ¿por qué se dio esa elección?
SR: Podría pensarse que ciertos aspectos trágicos, truculentos incluso de la vida y reciente muerte de Coutinho entraron en juego para la elección como película de apertura de la que es su última obra. Pero eso sería menospreciar la obra del director brasileño tanto como el mismo film. Los testimonios de muchos adolescentes no son menos arrasadores que la desazón y el desencanto del propio Coutinho frente al cine y al ocaso de su vida, pero si "Últimas conversaciones" abre el festival es porque es capaz, más allá de su engañosa transparencia y su honestidad brutal, de apoyar una pata en cada una de dos tradiciones del cine que parecen ser opuestas: es moderna, en tanto y en cuanto utiliza recursos en ese sentido, al tiempo que evade las convenciones genéricas tradicionales; y puede igualmente manifestar una aspiración y un espíritu clásico, popular, que las más de las veces parecen haber quedado perdidas en el cine independiente (sea lo que sea ese concepto tan abstracto como inasible). Y su pretendida popularidad no nace de concesiones facilistas o demagógicas, sino que son el resultado de la puesta en práctica de la que es, tal vez, la más noble de las facultades del cine: la posibilidad, a través del mero registro, de dar cuenta de la presencia de un otro; la facultad, más allá de toda la hojarasca de imágenes y sonidos que nos apabullan de todas las maneras, de conocer profunda y pudorosamente formas de estar en el mundo distintas a las nuestras, solo mediante el viejo y olvidado acto de ver y escuchar. A más de un siglo de aquellos intrépidos que salieron a la que por entonces era una aventura de final incierto, podemos decir que es posible todavía no estar (felizmente) tan lejos de los Lumière.
APU: Hay una gran presencia de cortos argentinos, importante espacio para difundir este trabajo.
EM: Sí, a pesar de ser un Festival con una cantidad de funciones acotadas, entendemos que es fundamental propulsar cierto tipo de cine que admiramos, es por eso que armamos tres funciones de cortos argentinos, que dan un total de 17, y realmente estamos muy contentos con cada uno de ellos. Van a ser tres grandes programas.
APU: Por último, una gran proyección será la de "La muerte cansada", de Fritz Lang, con música en vivo.
EM: Así lo creemos, y así lo esperamos. Hay un gran esfuerzo detrás de esta función. De por sí los chicos de CUE TRIO quienes vienen ensayando hace meses, y un gran esfuerzo del Festival para traer la copia de Alemania, que es la misma que se dio hace unos meses en la Berlinale: una copia remasterizada en 2k en DCP, va a ser la primera proyección en toda Latinoamérica. Estamos felices.