Morón: ser pibe en la era Pro
Por Diego Di Santi
De un tiempo a esta parte, cada vez que llega el 20 de noviembre me vuelve a la memoria una frase que escuche hace ya unos años en unas reuniones: "Antes de 1989, los niños y niñas no eran personas." La primera vez que la escuché me impactó bastante, no solo por su enunciación, que ya de por sí se supone fuerte, sino que para aquella época con mis hermanos éramos niños de barrio como cualquier otro, y me estaban diciendo que en aquella época éramos eso, niños, pero no personas. "¿Pero como que no éramos personas? ¡todos somos personas!", fue lo primero que atiné a decir. Transcurrida la charla y en los sucesivos encuentros fui cayendo en la cuenta de la importancia de esas palabras.
Hace ya unos días pasó el 20 de noviembre de este año, que además de ser el día de la Soberanía Nacional (curiosa coincidencia) es el día que en el '89 se declaró la Convención de los Derechos del Niño. En tiempos donde en nuestro país la situación política y social que promueve el actual gobierno se vuelve cada vez más insostenible, no es llamativo que, por acción u omisión, haya pasado sin tratamiento dicho evento. Según la Convención, el Niño es un individuo y un miembro de una familia y una comunidad con derechos y responsabilidades apropiados para su edad y su madurez, y no ya la propiedad de sus padres y madres, ni los beneficiarios indefensos de una obra de caridad. Por esto es que la convención presenta una serie de normas universales que reflejan una nueva perspectiva sobre la niñez, basada en el estado de derecho.
Son niños y niñas que, en el actual contexto de exclusión, se suman por decenas a los que todos los días van quedando al lado del camino, sin posibilidad alguna de pensar siquiera en derechos tal y cual los conocemos. ¿O acaso suponemos que el actual gobierno tanto nacional como local piensa en función de derechos? Claramente no. Hasta el mismo presidente de la Nación da por entendido esto. En todos los meses que tuvo de campaña electoral, como en este casi año de gobierno que está por cumplirse, nunca se lo escuchó hablar de derechos. Y menos, mucho menos, de derechos de lxs niñxs.
"Eduquemos a nuestros chicos para trabajar, respetar al otro y respetar la ley", fue de las pocas cosas que se le escuchó decir en este año sobre los niños y niñas. Una perspectiva puramente mercantilista, en la cual se ve a los niños, así como se los veía en otras épocas, como educandos a los que se formaba exclusivamente para tener un rol determinado en el mundo productivo. Y si hay duda, llega la Ley, pero ya no como amparo del interés superior y protectora de derechos, sino como instrumento represivo y de control social. Esa es la perspectiva de derechos que promulga el actual gobierno de Cambiemos en los diversos niveles del estado. Y hacia eso vamos.
Clientes vs. ciudadanos: Morón a la vanguardia
Como decíamos, esta mirada sobre la perspectiva de derechos no solo atañe al gobierno nacional. Así como las políticas públicas nacionales vinculadas a la Niñez fueron en estos once meses recortadas y ajustadas al extremo, lo mismo pasa a nivel provincial y municipal con los programas y dispositivos locales. Con el accionar que están llevando adelante, generan entes administrativos que reniegan de su carácter de garante de derechos y presuponen su accionar en función de ofrecer servicios a sus clientes. Esta perspectiva toma como punto de referencia la administración privada.
El área local, que requiere de dispositivos y programas especializados en Promoción y Protección de Derechos por su esencia misma, fue dejada de lado por una estructura compuesta por una Gerencia de Niñez y una Gerencia de Juventud. Así como suena. Su máxima responsable, la directora de Niñez y Juventud Antonella Belleri (famosa por su video pidiendo casarse por la tele) y su Secretario de Políticas Sociales y Abordajes Integrales, Fernando Cid (un hombre del riñón del Pro en Ciudad de Bs. As.) fueron los artífices de esta estructura de la actual Dirección. Esta perspectiva, que busca tomar la gerencia pública como práctica para crear valor público, está ligada a la eficacia y eficiencia de la gestión, y ya no a garantizar los Derechos de cada pibe y piba del país y de Morón. Esto implica separar el diseño de políticas públicas de su implementación y reemplazar la autoridad tradicional del gobierno por competencia e incentivos impulsados por el mercado.
La gestión pública es mucho más que gerenciar. Es diseñar y negociar políticas públicas, es la acción netamente administrativa y la acción política en su dialéctica, es la acción técnico-instrumental y la acción social. Claramente el intendente de Morón Ramiro Tagliaferro y sus funcionarios actuales no comparten dicho proceso. Más evidente se hace aún cuando se trata de enumerar el brutal achique que sufrió dicha área en estos meses, ya sea a través de despidos masivos, o con el cierre de programas y dispositivos que buscaban garantizar derechos:
- La eliminación del Plan Nacer, que garantizaba el acceso universal a servicios integrales de salud a las madres embarazadas y a sus hijos hasta los 6 años de edad, acusando supuestas irregularidades que lo que buscaban era bloquear el acceso universal a la salud de cientos de pibes y sus madres, como sucedió a nivel nacional con el Programa Qunita.
- La reducción brutal o directamente fin de entrega de recursos y acompañamiento a más de 20 ONGs que dan de comer diariamente a pibes de sus barrios, además de realizar actividades educativas y de contención comunitaria.
- La eliminación total del Programa Consejo de Niños y Niñas, que aunque en la actualidad figura de forma falaz en la web del Municipio, no se aplica en ninguna localidad del distrito. El mismo, con injerencia en diversas ciudades del País y del Mundo, garantizaba la participación activa de niños y Niñas en la toma de decisiones y proyectos vinculados al desarrollo de sus barrios y comunidades.
- El despido masivo de todo el equipo de operadorxs vinculado al trabajo con Niñxs y Jóvenes de Castelar Sur, dejando a decenas de pibes y pibas de esa localidad sin el resguardo del Estado en función de garantizar sus derechos.
- La eliminación de los programas de prevención vinculados a la Salud Sexual y Reproductiva de los adolescentes y Jóvenes, tanto en talleres como en escuelas, y el cierre del consultorio inclusivo, así como el fin de la entrega de los recursos necesarios del Programa Nacional de Salud Reproductiva para un óptimo desarrollo de estos derechos.
- La reducción al mínimo del Servicio Local de Promoción y Protección de Derechos, despidiendo profesionales y poniendo en jaque mate la posibilidad real de resguardar y proteger los derechos de los niños y niñas del Distrito.
- El desguace de las Casas de la Juventud de Morón Sur y Carlos Gardel, generando acciones tendientes a la expulsión y alejamiento de decenas de adolescentes y jóvenes que participaban de sus actividades sociales, culturales y deportivas.
- La expulsión de la mayoría del equipo del Centro de Desarrollo Infantil del Barrio Carlos Gardel, un espacio que promueve el desarrollo integral de los pibes y pibas con más necesidades de acompañamiento, cambiando a un dispositivo que solo genera asistencialismo y actividades recreativas.
A esto le sumamos la quita de la entrega de leche maternizada en centros de salud, el esquema expulsivo y elitista de inscripción a los jardines, el alejamiento del centro de la ciudad del equipo de calle y la suspensión de proyectos culturales, por nombrar solo algunos ejemplos.
Como vemos, Morón no escapa a la realidad de la Nación. Es más, parece querer ganar la carrera en la exclusión. Obviamente no podemos dejar de mencionar la actual situación que vive el Centro de Noche del Transformador, organización con larga trayectoria en laburo con pibes en situación de calle, que hace unos años conformó un centro de Noche en Castelar para que estos pibes puedan tener un lugar donde dormir, comer y convivir. El gobierno de Tagliaferro no tiene intención alguna de continuar con el convenio que tenían, forzando al cierre definitivo de este espacio y expulsando de este modo a los pibes a la nocturnidad de la calle nuevamente. Así como hay reclamo, también hay lucha y mucha, de esta organización y tantos otros espacios; así como sucede con el equipo que trabajaba en Castelar Sur, que a fuerza de pulmón y juntando monedas de sus bolsillos para la SUBE siguió acompañando a los adolescentes y jóvenes de esta localidad, contrariando la instalación de empleados ñoquis y asumiendo la necesidad de que estos pibes no queden más solos que nadie, con trabajo voluntario durante todo el año y logrando viajar con el grupo al encuentro de Jóvenes y Memoria recientemente a presentar su proyecto, los cuales actualmente se encuentran proyectando nuevas iniciativas para el futuro.
Es fundamental que asumamos todos y todas la situación que están atravesando los pibes del país y en este caso de Morón. No podemos hacernos los distraídos sabiendo que la prioridad, siempre, tienen que ser los pibes. Es inadmisible que en menos de un año hayan echado a más de 25 operadorxs y profesionales del área. Habrá que preguntarle al Intendente en qué invirtieron los fondos nacionales y provinciales que le llegan para dichos dispositivos, además del presupuesto local aprobado para el área, ya que claramente no se están volcando en la Niñez. A este paso, con la política de exclusión constante y la eliminación de derechos, no solo volveremos rápidamente a las épocas en que llorábamos que nos faltaban 55 pibes por día, sino que, más allá de los instrumentos y normas que deberían ampararlos, más pronto que tarde, también dejarán de ser personas, y ahí ya no habrá instrumento alguno que los resguarde.