Gracias, troscos 2: la revancha
Por José Cornejo
Primero, una definición sobre el sujeto político señalado. Me referí en todo momento a la izquierda trotskista porque los cortes de este paro estuvieron protagonizados por ellos. El grueso de los manifestantes fueron columnas del Polo Obrero y las delegaciones gremiales de zona norte que conduce el PTS (sobre todo Alimentación). También se lo vio al MST. Por supuesto, que hubo otras fuerzas políticas y activistas, pero para sintetizar hay que elegir ¿vio?
Segundo, ¿fueron los piquetes funcionales a la derecha? La represión televisada de Panamericana (y la no televisada de Acceso Oeste), ¿era la foto que el gobierno necesitaba? Esta objeción recurrente es llamativa. Una pantalla dividida en dos, con el presidente abriendo el segundo mini Davos de un lado, y en la otra mitad la represión en la autopista, es un mensaje bastante contradictorio. ¿Quién vendría a invertir a un país cuyo mejor rostro es un paro general y represión abierta? Suponga lector que las inversiones son una farsa, que al gobierno nacional le importan un pepino. Solamente estaría interesado en la imagen interna. Que busca mostrarse como la civilización frente a la barbarie de la protesta social. Esto es posible, claro, pero incierto y poco falsacionista: pase lo que pase, el gobierno siempre saldría bien parado.
El problema de pensar en términos de los intereses del enemigo y “la funcionalidad” es que se pierde la estrategia propia. Y así terminamos en berenjenales incomprensibles. ¿Fueron funcionales a la derecha Kosteki y Santillán, o los caceroleros de diciembre de 2001? ¡Qué importa! Sus luchas parieron el Estado más justo desde el regreso a la democracia.
Tercero, la eficiencia de los piquetes. ¿Cuántos trabajadores efectivamente evitaron ir al trabajo? Difícil de calcular. Quizás la amenaza de piquete y el imaginario de embotellamiento hayan sido más efectivos que los cortes en sí. Pero lo fundamental es señalar cuál es la política correcta. Y el camino transformar un paro dominical en un paro activo. Proteger a los tercerizados impidiendo materialmente que sus patrones los extorsionen.
Luego hubo algunas críticas insólitas. La más ocurrente de ellas objetaba el consumo eléctrico como termómetro del paro. Si la demanda de energía bajó el 15%, “se podría también suponer que el acatamiento fue sólo del 15%”. Como si el día del paro la gente que adhiere desenchufara la heladera, y si no lo hace, no. La verdad, es muy impresionante que una decisión gremial reduzca una porción importante de la electricidad del octavo país más grande del planeta con medio billón (millón de millones) de dólares de PBI.
Mi humilde opinión es que no es el momento de remarcar que en el conflicto de la 125, Jorge Altamira apoyó al campo (y rápidamente se desdijo). El MST por su parte siguió fiel a las patronales agrarias. O que a 16 meses de gobierno macrista el Partido Obrero siempre encuentre una excusa para responsabilizar a Cristina Kirchner. Se trata de construir un plan de lucha que incluya a toda la clase obrera para enfrentar el plan macrista. Algo que pregonan espacios compañeros como la CTEP, además de asumir la representación de los trabajadores informales, pero que el jueves 6 brillaron por su ausencia.