“No estamos dispuestos a vivir en una comunidad que haga de las desapariciones un tema privado"
Por Mauro Benente
Se cumplieron dos meses de la desaparición forzada de Santiago Maldonado, y se cumplen dos meses de discursos de odio enunciados por igual en Ministerios y medios de comunicación. La estigmatización del reclamo Mapuche, la ridiculización de Facundo Jones Huala, las miles de operaciones por insinuar que Santiago se encuentra paseando por Argentina o por Chile, resultan tanto o más patéticos que la protección que la Ministra de Seguridad ha brindado a la Gendarmería Nacional. En este escenario de dolor por la desaparición de Santiago y de extrema bronca por un Gobierno que oscila entre llamarse al silencio y justificar el accionar represivo, la Ministra de Seguridad y el Ministro de Justicia se quejaron por la “politización” de la búsqueda de Maldonado. Quejas similares, provenientes de sectores afines al gobierno, se enunciaron cuando algunos gremios docentes propusieron trasladar de las calles a las aulas la pregunta por Santiago Maldonado. En las quejas por “politizar” la búsqueda, por “politizar” el aula, la palabra “política” aparece con una carga negativa. En estos dos meses, tras la desaparición forzada de Santiago no solamente se encargaron de reproducir discursos de odio, sino que además han transformado a la “política” en un agravio.
A contrapelo de las voces oficiales y oficialistas, en su duro y emotivo discurso pronunciado en Plaza de Mayo, Germán Maldonado no dudó en sostener que “el tema es político desde su inicio, desde el momento en que Gendarmería se lleva a mi hermano.” Germán Maldonado no solamente exigió la aparición de su hermano, la renuncia de Patricia Bullrich, sino que también –al afirmar la dimensión política del caso- logró desagraviar a la “política”.
La etimología de política nos conduce al griego politikós (πολιτικός) y hace referencia a los asuntos de la pólis (πόλις). Podríamos decir que lo político aludía a aquello que concernía a todos los ciudadanos, los polites (πόλιτες). Daba cuenta de los asuntos públicos y comunes, por oposición a los asuntos privados (idiotikós) de cada uno de los ciudadanos. La desaparición de Santiago Maldonado fue desde su origen un asunto político porque desapareció en un reclamo sobre un asunto común como es el acceso a la tierra, al que se respondió haciendo uso de una fuerza pública como es la Gendarmería Nacional. Pero además, así como la desaparición fue eminentemente política su búsqueda también es lo es.
La política es todo aquello que concierne a los ciudadanos y ciudadanas, pero también es la pregunta por qué debería concernir, y por cómo regular aquellas cosas que nos conciernen. Politizar el caso Maldonado es hacer de su búsqueda un asunto común, es transformarlo en una temática que no preocupe y ocupe solamente a su familia y seres queridos, sino que nos involucre a todos y todas. Politizar el caso es regular nuestra vida en común de modo tal que la desaparición de una persona que participaba en una protesta que fue ferozmente reprimida por la Gendarmería no se reduzca a un asunto personal o privado de sus seres queridos, sino que se vuelva un asunto común. Cuando el gobierno pide despolitizar el caso parece exigir lo contrario: que como comunidad dejemos de prestar atención a estas situaciones y queden recluidas y reducidas a los espacios privados.
Las plazas, lugares públicos y comunes, volvieron a exigir la aparición con vida de Santiago Maldonado. Reiteraron el pedido de renuncia de Patricia Bullrich. Pero además, de la mano de Germán Maldonado, desagraviaron a la política. Frente a un gobierno que quiere despolitizar el caso Maldonado, las plazas le responden politizándolo. Porque queremos que aparezca Santiago, porque no toleramos desapariciones forzadas, y porque mucho menos estamos dispuestos a vivir en una comunidad que haga de las desapariciones no un asunto común sino un tema privado.