Propuesta teatral: ¿Querés ser feliz o tener poder?
Por Maricruz Gareca
APU: ¿Por qué y a partir de qué surgió la necesidad de escribir y dirigir este proyecto teatral?
Cecilia Propato Carriére: No hay un por qué. Las artistas y los artistas pensamos más bien un para qué, o al menos así lo veo yo. Escribo a partir de imágenes y de preguntas. La imagen que tuve fue la de un recinto muy amplio con eco en donde había hombres y mujeres que se veían muy pequeños. Luego, ese recinto se amalgamó con la idea del panóptico de Bentham, estructura carcelaria analizada por Foucault en Vigilar y Castigar. Y la pregunta que formulé, a partir de una que visualicé sobre la pared de un puente sobre una avenida, decía: “¿Querés ser feliz o tener razón?”.Y yo cambié razón por feliz porque a mí me interesa esa dicotomía poder-felicidad.
APU: La obra gira en torno a dos ejes (dos preguntas) bien concretos, un poco en clave irónica: la felicidad y el poder. ¿Por qué le llamó la atención centrarse en ellos y qué otros disparadores surgieron a partir de ambos?
CPC: Yo me pregunto acerca de qué es lo que nos hace felices y si realmente lo somos. Si no lo somos, me pregunto si trabajamos para ser felices cotidianamente, si nos concentramos en el detalle de la cosas. Porque la felicidad no es un estado que está dado de antemano. Muchas veces me pregunto para qué se hacen las cosas, las actividades. Si porque nos da un enorme placer y queremos mostrar lo que producimos o si usamos esos hechos que nos gustan hacer en un principio para obtener otras cosas a modo de especulación olvidando el fin en sí mismo y lo que en un principio nos provocó satisfacción. Sentí la necesidad de mostrar de alguna forma esta idea de que estamos inmersos en una realidad simultánea y paralela, que hace que se perciba el todo por partes. Como fractales de un universo macro y nos hace crear microuniversos, en donde nunca captamos la totalidad. Como si ya nuestra subjetividad estuviera subdividida en ventanas de internet. Pese a la fragmentación hay algo que el individuo no puede detener: las ganas de ser mirado y amado, y de mirar y amar aunque no lo consiga. Pero esa necesidad se impone con una fortaleza tremenda, aunque alguien no haya conocido el amor, puede extrañar eso que no conoció, por eso se sigue viviendo.
El tema me interesa mucho porque desde que somos niñas/os nos educan que si hacemos todo bien, estudiamos y trabajamos, vamos a conseguir tener un lugar en el mundo social. Y es así, en gran medida. Pero luego, aparece algo más, que está a otro nivel, que es abstracto y que determina que las personas se ubiquen o no en la sociedad. Y eso depende además de su carácter, y es el poder. El poder es algo imaginario, como dice Foucault: se sabe quién lo tiene y quién no lo tiene pero no se sabe por qué. Con respecto a la temática de la felicidad, hace tiempo que pienso -y también vinculándolo a mi tarea como maestra de dramaturgia- por qué nos preparan para ser perfectos pero no para ser felices. La educación apunta a crear sujetos perfectos, aunque en esa búsqueda radique la imperfección, no sujetos felices, creativos, plenos, que se conecten con sus deseos. Porque desear tiene un costado peligroso. Una persona que desea con profundidad es una persona peligrosa, una persona que tiene sus propios objetivos y tiene su propio criterio. Cuando hablo de persona peligrosa me refiero peligrosa para un sistema que masifica. Y peligrosa para aquellos que la inquietud del deseo del otro los enfrenta con su propia existencia chata. Hablo no del deseo momentáneo, sino de los profundos deseos que van acompañados de acciones para lograr los mismos. De esos deseos para los cuales hay que esforzarse, trabajar, seleccionar y sostener en el tiempo.
APU: La obra presenta una serie de micromonólogos relatados por personas con profesiones muy poco convencionales. ¿Por qué eligió cada una y cómo fue el trabajo de investigarlas para que el relato sea, para el espectador, muy verosímil?
CPC: Construí personajes a partir de profesiones y/o ocupaciones poco comunes como despertador humano, reidores, asustador profesional, sepulturero de jóvenes, probador de colchones, maquilladora de muertos, abrazador profesional, llorona, probadora de olores, sacadora de chicles profesional, probadora de comidas de perros, dadora de la hora universal, encendedor de cigarrillos profesional, empujador de trenes, buscadora de objetos perdidos, felicitador profesional, familiar sustituta, paseador de patos. E inventé dos que bien podrían existir como generadora de cizaña profesional y entrenador de empleado público. Siempre busco un camino lateral como punto de partida de creación. Tanto para los ejercicios que les propongo a mis alumnos de dramaturgia y de guión, como para escribir mis propios materiales. El punto de vista lateral está vinculado a que si bien investigué sobre estos oficios, que sobre todo en EEUU y en algunos países de Europa funcionan como trabajos, no me paro sobre una perspectiva documentalista. Porque está claro que cuando un personaje compite con una persona, la persona sale ganando, se come al personaje y lo deglute. Porque siempre la realidad supera a la ficción.
Entonces a mí lo que me interesaba de estos particulares empleos es crear circunstancias específicas y casi extravagantes mientras llevan a cabo sus labores. Siempre me interesa más lo que sucede mientras suceden las cosas, no el hecho puntual en sí. Crear lógicas verosímiles para sí mismas, que pueden parecerse a la realidad pero que, a su vez, constituyen otras realidades. La noción de circunstancia es la mejor para escribir y crear en escritura y sobre todo en escritura dramática. Alguien es en tanto circunstancia dada, no en tanto una perpetuidad. El contexto y los estímulos, las necesidades y los deseos cambian al individuo y también a los personajes. No es lo mismo una mujer que tiene una granada entre sus manos en el medio de un patio de comidas de un shopping, que una mujer que tiene una granada en un predio en una ciudad de Israel. La imagen es la misma, la circunstancia no. A estas profesiones particulares y a los personajes que creé, les busqué un línea que las atraviesa en torno a la felicidad o al poder. Y al ser tan singulares me dieron las posibilidad y me facilitaron encontrar una visión fuera de lo común de la felicidad y de la forma de ejercer el poder. Si un militar o político ejerce una acción de poder o abuso del poder, es esperable. Pueden cambiar los modos en que lleven a cabo ese poder, pero es previsible. Tal vez es menos esperable que un paseador de patos ejerza abuso de poder. Pero el móvil de ambas profesiones puede ser el mismo. Y hasta puede ser más peligroso el segundo, porque algo que aparentemente parece casi pueril y de cuentos de hadas se puede volver siniestro, en el sentido freudiano. Aquello que debería permanecer oculto y no salir a la luz, aquello que cambia de código, cuando lo bello se convierte en algo terrible.
APU: "¿Querés ser feliz o tener poder?" propone un juego que involucra al espectador desde el principio, dándole el poder de elegir qué es lo que quiere ver/escuchar, de ser parte de las historias relatadas. ¿Cómo es la respuesta del público ante esta propuesta?
CPC: Los espectadores en realidad no eligen tanto como tampoco se elige tanto en la vida. Se elige entre posibilidades dadas. Todas y todos sacan una entrada y luego se les da el número 8 o el número 9. Si va un matrimonio a ver la obra se va a sentar cada uno en un lado opuesto de la platea. Ese acto cuesta, incomoda. El 8 es el camino de la felicidad y el 9 el camino del poder. En cada lado hay diez boxes, en donde hay diez entre actrices y actores que exponen monólogos. Y dentro de cada sector, el espectador sólo pueden ver tres monólogos. Pero el espectáculo no consiste solamente en ver los monólogos sino que está dividido en varios espacios: una platea común en donde los espectadores miran en forma convencional el espacio y los boxes y a los otros espectadores esperando entrar a los boxes. El espacio escénico en donde los espectadores circulan y son a su vez público de otros espectadores. En ese momento están todos igualados, mirándose, escuchando las palabras, susurros y respiraciones. Y los micro espacios compuestos en cada uno de los boxes en donde se establecen diversas cuartas paredes y se multiplica el espacio escénico. A su vez, las actrices y los actores que están en los boxes, salen de los mismos y hay escenas comunes.
En realidad, como en la vida, se elige hacer con lo que te toca, la elección está en el procedimiento de la acción a tomar con lo que sucede. Creo que el hecho de tener que elegir también incomoda. Es preferible estar abrigado y acurrucado en la platea, lejos de todo peligro de tener cerca otras humanidades activas, que pueden ser amenazantes, dentro del imaginario actual en donde todo está controlado y en donde es más importante la seguridad que la libertad. El público está en un estado de sorpresa todo el tiempo. Algunos se ponen más reactivos frente a la innovación y las múltiples situaciones que plantea la obra, como estar parados por momentos, como cuando hacen la fila en un banco. Pero luego, se van entregando. Otros pueden jugar desde un principio. O sea, aquellos que entendieron que el teatro es un juego con reglas para poder expandirse. Juegan, esos son los que mejor la pasan. Y deben ser los que mejor la pasan en la vida también, porque el que no puede jugar, no puede hacer nada en serio.
Funciones
Sábado 21:3 0h
Dónde: Espacio Aguirre
Dirección: Aguirre 1270 (Villa Crespo)
Entradas: $200 /Jub y Estud. $180
Reservas por Alternativa Teatral: http://www.alternativateatral.com/obra53726-queres- ser-feliz- o-tener- poder