Argentina y el litio
Por Rubén Costiglia (*)
El litio, el tercer elemento en la tabla periódica de los átomos, es, en estado puro, un metal blanco, con la mitad de la densidad del agua. Es un excelente conductor del calor. Se lo emplea en la industria cerámica, del vidrio, en la industria nuclear, del caucho sintético y muchas otras. Es el principal componente de los psicofármacos más vendidos. Todo esto, sin embargo, no explica el espectacular crecimiento del precio del litio, que se ha disparado en los últimos años, lo que le ha valido el calificativo de “oro blanco”.
Pasó de 450 dólares la tonelada en el año 2003, a 3000 dólares en el año 2009 y a 7475 en el 2016. El litio no se cotiza en bolsa, así que su precio se establece a partir de negociaciones directas entre compradores y vendedores. La explicación del crecimiento de la demanda del litio, que ha traído como consecuencia una subida de su precio se encuentra en el desarrollo de la industria electrónica y de los automóviles.
Teléfonos celulares, laptops y tablets, entre otros dispositivos electrónicos, usan baterías de litio. También los automóviles eléctricos la emplean. La demanda de litio sigue al crecimiento de los mercados de estos productos. Pero la materia prima se encuentra en pocos lugares, y la mayoría de las reservas de litio en el mundo está concentrada en una región de Sudamérica: en los salares de Argentina, Chile y Bolivia, donde se calcula que está el 80 por ciento del litio de todo el mundo. Son zonas con escasa población, lo que favorece el accionar de las empresas mineras.
Mario Capello, subsecretario de Desarrollo Minero del Ministerio de Energía y Minería de Argentina hizo los elogios al uso de la inversión que las empresas extranjeras están realizando en el país para extraer el litio. Este panorama idílico es poco creíble si se recuerda que, históricamente, el expolio minero sólo ha traído ganancias para las empresas y los funcionarios corruptos y contaminación del medio ambiente. Además, la credibilidad de Capello es nula después de afirmar, ante un derrame de cianuro en una mina de la empresa Barrick Gold, que no había que alarmar a la población porque “el cianuro se puede beber”. En las redes sociales le recomendaron a Capello que diera el ejemplo bebiendo un vaso de cianuro.
El litio es un material estratégico y Argentina debería usarlo en beneficio de su población. Con un gobierno de empresarios corruptos es muy difícil que ello ocurra. Como tantas otras, la riqueza del litio no beneficiará al país, sino a la minoría que lo está saqueando. A no ser que el pueblo argentino se decida tomar el destino en sus manos.
(*) Rubén Costiglia es un ingeniero argentino. Reside en México, donde se desempeña como docente universitario y mantiene una columna de divulgación científica en el periódico Síntesis. El artículo que hoy comparte este AGENCIA fue publicado el último 3 de mayo.