Eugenesia criolla
Por Ruben Costiglia (*)
La idea de que el color de la piel, la religión, o cualquier característica que se quiera considerar para diferenciar a los seres humanos y aceptarlos o rechazarlos, está más extendida de lo que pensamos y, lamentablemente, ha sido apoyada por personas provenientes del ámbito científico.
Antes que los nazis, en un lejano país del Cono Sur: Argentina, los principios de la eugenesia, la “purificación de la raza”, se pusieron en práctica. Era la eugenesia criolla. La que ha dado como resultado una nación que se presume como “los europeos de América Latina”. El exterminio y marginación resultante de los pueblos originarios ya se tratado en esta columna, Hoy consideraremos la práctica ausencia de población descendiente de los esclavos africanos en Argentina.
Recuerdo que en los libros de historia argentina de mi escuela primaria había coloridas ilustraciones de los distintos cuerpos militares de la colonia e independencia de Argentina. Entre ellos destacaban los compuestos por esclavos africanos y por mulatos.
Durante las Invasiones Inglesas al Virreinato del Río de la Plata en 1806 y 1807 los batallones integrados por esclavos africanos tuvieron una actuación destacada.
De los aproximadamente 5000 hombres que defendieron Buenos Aires ante las fuerzas inglesas en 1807, 900 eran esclavos africanos y mulatos. Esta participación se prolongó a lo largo de todas las guerras de la independencia argentina.
A finales del 1800 comienza el declive de la población de origen africano en Argentina. Su uso como carne de cañón en las guerras intestinas y en la infame guerra del Paraguay diezmó considerablemente el número de varones. El término “negro”, “negracho”, “cabecita negra” pasó a definir allá por 1940, a los sectores populares que apoyaron al peronismo.
El odio “al otro” se trasladó a odiar a gran parte del pueblo argentino. Cuando en junio de 1955 la Aviación Naval bombardeó a su pueblo en la Plaza de Mayo, la clase media festejó la masacre realizada bajo el signo “Cristo Vence”, una cruz sobre una “V” pintado en el fuselaje de los aviones. El odio a los pueblos originarios, a los esclavos africanos, transmutó en su más cruda esencia: el odio a los pobres, esa presencia molesta que suele tener la pésima costumbre de reclamar sus derechos.
La peste de la eugenesia se mantiene viva en casi todos los países del mundo. Por poner un ejemplo, hoy día el estado de Israel lleva adelante una política racista, practicando el apartheid contra el pueblo palestino sobre el cual desarrolla una política de limpieza étnica” al mejor estilo de la Alemania nazi. Las sociedades modernas se construyeron sobre la violencia y el abuso. La eugenesia las impregna, desde Argentina a Israel.
(*) El ingeniero argentino Rubén Costiglia reside en México, donde se desempeña como docente universitario y mantiene una columna de divulgación científica, llamada “Nuestra vida y la ciencia”, en el periódico Síntesis. El texto que hoy comparte esta AGENCIA fue publicado allí el jueves 6 de septiembre.