El genio Andrés (Iniesta)
Por Adrián Camerano*
Andrés Iniesta se retira del fútbol profesional o, lo que es lo mismo, se va a jugar a la China. Los dólares de Oriente nos privan de seguir viendo cada fin de semana a un jugador exquisito, de gran nivel a sus 33 años, en una de las ligas más competitivas del planeta. Iniesta tiene la estirpe de los grandes pasadores de la historia futbolera mundial, una vigencia indiscutible y es a la vez un adelantado a su época; por todo ello está entre los mejores de todos los tiempos.
“El Cerebro” –así lo apodan- es heredero del ídolo rojo Ricardo Enrique Bochini, a quien admira. Calvo como el 10 de Independiente, mago de jugadas imposibles y campeón del fútbol “en una baldosa”, Iniesta llevó a España a lograr su única copa mundial de selecciones, con un recordado gol en la final de Sudáfrica 2010.
En Barcelona, el club que hace de un estilo de juego una filosofía de vida, la carrera de Andrés muestra números que asombran, como 32 títulos entre Ligas (9), Copas del Rey (6), Supercopas de España (7), Supercopas de Europa (3), Champions League (4) y Mundiales de Clubes (3).
Pero más allá de la estadística –esa ciencia que demuestra que si mi vecino comió dos pollos y yo ninguno, ambos deglutimos uno- lo que ha logrado el 8 de Albacete es un reconocimiento mundial, no solo por sus virtudes individuales, sino como emblema del quizás mejor equipo de la historia de este deporte.
Tuve la suerte de verlo en cancha junto a sus diez cómplices en la última final del Mundial de Clubes que le tocó jugar, en 2015. Aquella noche de Yokohama, negra para River Plate, Suárez fue demoledor, Messi frotó la lámpara y Neymar trazó algunas de sus piruetas habituales. Pero el que me deslumbró de veras fue Andrés, que desde la mitad de cancha ordenó el juego del equipo, trazó la estrategia de recuperación y ataque y demostró por qué ese apodo tan extraño para un jugador de fútbol.
Radica quizás allí su mayor mérito: Iniesta, un verdadero crack, es un engranaje de un dispositivo más amplio, y así lo entiende él, que juega siempre para el equipo y nunca para lucirse de modo solitario, ni para los flashes de las cámaras de ocasión.
Se va del Barsa tras haber llegado con 12 años y haberle dado todo al club, y el club a él. Lo veremos en Rusia, durante ese mes en el que el mundo se detiene, y quizás de vuelta en Cataluña para algún partido despedida, que bien se lo merece.
Tan grande es Iniesta, que recientemente la revista France Football salió a pedirle disculpas por nunca haberle otorgado el Balón de Oro. No lo necesita: somos millones los fanáticos de la redonda de cualquier rincón del planeta que no olvidamos lo felices que fuimos con sus jugadas inolvidables.
* Periodista cordobés