Claves para pensar nuestra comunicación
Por Cristian Secul Giusti
No es novedad si decimos que Cambiemos tiene un accionar político-comunicacional netamente estratégico y ensayado, con ciertos altibajos y con una rápida reacción. Aún con dificultades y complejidades en su desempeño, es un equipo neoliberal que sabe postular la idea y construir su público y espacio fiel en un mar de enunciados polémicos y hasta horrorosos.
Los medios hegemónicos de comunicación, desde ya, son funcionales a esta amplificación. El discurso de la información recupera, refuerza y despliega un entramado difícil de destrabar si las voces disonantes se vuelven mínimas y aisladas. Desde ese plano, el Grupo Clarín es, hasta el momento, un enlace íntegro y fundamental de la alianza Cambiemos: actúa como gobierno, cubre, aprieta y participa activamente.
En este escenario de imposiciones, la lógica meritocrática triunfa y la idea de superación personal se erige como envión discursivo. En términos deportivos, el macrismo propone un juego de pelota parada que piensa cada movimiento y que, si se ve en secuencias, parece arremeter alocadamente contra el rival. Sin embargo, el avance no se da de un modo lineal, ya que la estrategia duranbarbera de Cambiemos plantea otro mecanismo. La política comunicacional se va constituyendo a partir de bombas pequeñitas: conmociones en el poder judicial, otro poco en el legislativo, otro tanto en el ejecutivo y furiosamente en el mediático.
Nosotros/as, los/as que analizamos y procuramos enfrentar a este grupo neoliberal y sus lógicas, nos quedamos con sabor a poco porque la efectividad termina siendo del gobierno -es decir, el poder mediático, el establishment, las corporaciones- y nos empuja a cierto repliegue y preocupación. Por esta razón, necesitamos repensar los avances y los retrocesos del campo nacional y popular para poder contraatacar de un modo ordenado y sin errores forzados.
En primer lugar, debemos reconocer algo clave para no caer en resignaciones: estamos y aún persistimos. Por tanto, necesitamos entender que nos debemos mejores análisis, pero también mejores ubicaciones en la discusión y, sobre todo, lectura atinada y un accionar correspondiente. Si bien no es algo fácil, precisamos ponerlo en consideración para pensar en conjunto y abrir un hueco en el futuro que nos permita organizarnos con mayor soltura. En este sentido, sirve destacar algunas claves para tener en cuenta y continuar trabajando la comunicación desde lo colectivo:
Intervenir, más allá del ímpetu y a sabiendas que Cambiemos es una derecha legitimada y un equipo diseñado con mucho detenimiento. En función de ello, debemos encontrar el modo de leerlos en detalle para luego recargar y reconfigurar nuestros propios medios y herramientas. Precisamos replantear y entender el proceso a partir de sus lógicas, y no solamente desde las nuestras. Tenemos que comprenderlos mejor, para trabajar mucho mejor de lo que suponemos y percibimos.
Interpretar el lugar que corresponde en un momento histórico no es algo simple de conjugar ni tampoco es un atractivo estanco. Es una constancia de movimiento que implica confirmación y firmeza; seriedad y contemplación; continuidad y valentía. El conocimiento del lugar es algo que debe actualizarse a diario para no perder vigencia, y que tiene que estabilizarse para no ser arrasado por los vendavales del contexto político y económico. A partir de ello, reconocer el sitio de disputa es fundamental para luego avanzar con un resguardo de decibeles altos, evitando contradiscursos e impaciencias que no suman. La cuestión radica en articular poética del espacio, con miradas agudas, reflexiones activas y lecturas más audaces.
Pronunciarse es un modo de dar testimonio en tiempos difíciles. Es entrar en la controversia, asumirla, sentirla y dar una batalla desde un plano adverso, a contrapelo de la escena. Es una manera de acercarnos a lo más contundente que tenemos: nuestro parecer analítico. En esta trama de lucha contra el neoliberalismo recalcitrante, el pronunciamiento es acertado cuando analiza correctamente, reconoce paciencia y tiene activada la instancia modalizada más difícil: esperar. Pronunciarse es recalcar, puntualizar y aguardar. Es oratoria, escritura o pincelada, pero también posición y/o reconocimiento del lugar.
Comprender que nuestros comentarios son valederos, pero que también pueden provocar malos entendidos o comprensiones erróneas si no construimos sensatamente lo que queremos expresar. La celebración de noticias o de estructuras narrativas que creemos favorables para nuestro espacio político también implican una relación de boomerang a contrapelo. Es necesario revisar antes de compartir, o reconsiderar antes de divulgar a ciegas. El simple hecho de contemplar un artículo periodístico o académico que desmerece una acción de este gobierno neoliberal tiene que ser utilizado de un modo correcto para que no se pierda en el éter radial o en las tramas de las redes sociales.
Interrogar y preguntar sobre lo sucedido en materia económica, política, cultural y social es relevante para generar diversos frentes e inquietar, desde lugares minúsculos o el Congreso mismo, el discurso postulado por Cambiemos -¿Dónde está Santiago Maldonado? ¿Dónde está Vidal?-. Revalorizar la función del interrogante y de la discusión es fundamental para enfrentar las lógicas dispuestas por Cambiemos. Tenemos que generar preguntas que verdaderamente sirvan para colocar en tensión los postulados del macrismo.
Sintetizar nuestro discurso -hacerlo corto, clave y sumamente entrenado- es esencial para conmover un terreno que le es favorable al macrismo y que, sin duda alguna, conoce muy bien. La alianza no se demora en explicaciones y trabaja muy bien la llegada de sus postulados. Con pulso y timing actualizado ofrece una política de “minuto a minuto”, siempre dispuesta a resolver en el área o cerca de la línea de fuego. Esa es su eficacia, más allá de la difusión masiva y las protecciones. Por tanto, el desafío consiste en hacerle frente a esa lógica de resumen tanto en la comunicación como en la argumentación, tratando de interpretar esa puesta, aunque parezca paupérrima y contemple una lógica de marketing. Los caminos son diversos, pero es posible pensar en una disputa que ponga en crisis esos mismos epítetos elaborados por el oficialismo y que permita generar los propios, con una intensidad similar y una chance de debate más profundo y simétrico.
Discutir internamente es una apuesta que abre diferentes huecos en el horizonte y que puede alcanzar niveles mayores a lo largo del proceso político actual. Por ello, atender la zona que convoca es un paso importante en la disyuntiva cotidiana de la oposición, y apreciar el horizonte que se postula es un modo de estar más cerca del foco político que hoy parece tensionado. Esta actitud no contiene un aire de resignación, sino todo lo contrario: instituye una noción que convoca a la transformación en épocas de difícil comprensión, aislamientos y curvas generadas por el tiempo y la lectura veloz. En términos más concretos, tratemos de no enloquecer y breguemos por instaurar un cuadro majestuoso de reflexión y práctica: estar, pensar, seguir y pronunciarse.
Estas siete puntas para pensar nuestra comunicación desde el espacio nacional y popular funcionan para evitar las curvas y las encerronas del discurso psicópata neoliberal. No comprender este tiempo significa quedar amarrado en un aislamiento que juega el juego de los antagonistas del pueblo. La pasión ayuda a no bajar los brazos y profundiza también una idea de apuesta, pero es esencial visualizar y entender su circunstancia. A partir de allí, se podrá dar el encuentro y la posibilidad de continuar la huella populista que aún se siente en las tramas y en los debates que pujan en esta caldeada actualidad.
* El autor es doctor. en Comunicación - Docente (FPyCS-UNLP)