El atraso del atraso
Por Coordinadora de Derechos Humanos del fútbol argentino
Al atraso del atraso se lo puede contar de muchas maneras. ¿Por ejemplo? En un país en el que el 41,6 por ciento de las bancas del Senado Nacional son ocupadas por mujeres, las mujeres sólo disponen en promedio del 7,4 por ciento de los cargos en las comisiones directivas de los clubes del fútbol argentino.
Al atraso del atraso se lo puede describir de muchas maneras. ¿Por ejemplo? En un país en el que cada 95 varones hay 100 mujeres, las mujeres representen en promedio nada más que el 26,5 por ciento de las masas societarias de los clubes del fútbol argentino.
Al atraso del atraso se lo puede detallar de muchas maneras. ¿Por ejemplo? En un país en el que las mujeres reciben en promedio un 26 por ciento menos de ingresos que los varones, los presupuestos destinados al fútbol femenino son entre 300 y 600 veces menores que los presupuestos destinados al fútbol masculino.
El atraso del atraso es eso: las manifestaciones potenciadas de violencia machista en una sociedad cimentada sobre la violencia machista. El atraso del atraso es eso: las expresiones potenciadas de las desigualdades padecidas por las mujeres en una sociedad edificada sobre las desigualdades padecidas por las mujeres. El atraso del atraso es eso: el fútbol como espacio privilegiado para la reproducción de la dominación patriarcal en una sociedad construida a partir de la dominación patriarcal.
¿Por qué enfocarse en el fútbol? Porque el fútbol puede ser una herramienta eficiente para dar pelea en la batalla cotidiana por el sentido común, porque el fútbol puede ser una plataforma estridente para denunciar los atropellos que hay que denunciar, porque el fútbol, aunque haya quienes intentaron y siguen intentando presentarlo como un fenómeno que debiera caminar lejos de la política, estuvo, está y estará vinculado a la política y a todo eso que se suele llamar poder.
Terrenos en los que históricamente las mujeres se vieron relegadas, el fútbol y los clubes de fútbol, repletos de mujeres que juegan, repletos de mujeres que alientan, repletos de mujeres que tejen lazos políticos y sociales a diario, no pueden mantenerse al margen de un tiempo en el que las desigualdades de género están siendo puestas en cuestión como nunca antes. Problema de toda la sociedad y no sólo de las mujeres, como explica entre tantas la antropóloga Rita Segato, no puede haber un pleno ejercicio de los Derechos Humanos mientras los femicidios, los abusos y las demás formas de opresión se mantengan de pie en el día a día. Si los clubes son de sus socias y de sus socios y muchísimas socias fueron -y continúan siendo-, a lo largo de años y de años, víctimas de modalidades de violencia que llevan el sello del machismo, ¿cómo no van a tener los clubes la obligación de intervenir en una pelea que está ligada esencialmente con la vida y con la igualdad? Si el fútbol les pertenece a todas y a todos y muchas de esas todas sufrieron y siguen sufriendo la prepotencia patriarcal en las tribunas y en las canchas y en las sedes sociales –y en cuanto espacio futbolero aflore en este planeta-, ¿cómo no va a tener el fútbol la necesidad de replantearse su pasado, su presente y su futuro para contribuir a la construcción de una sociedad más justa?
El fútbol es una cancha amplia sobre la que vale la pena posar los ojos y eso implica comprender que no existe un solo campo de acción y de juego en el mundo que se llama fútbol. Y posar los ojos en el fútbol para descifrar cómo se presenta la violencia machista cotidianamente obliga no sólo a poner sobre la mesa ideas generales y denuncias sistémicas sino a buscar datos concretos que ilustren esa desigualdad. Tres escenarios fueron elegidos para profundizar la mirada sobre lo que sucede con la prepotencia patriarcal dentro del perímetro controlado por la pelota: el deportivo, el político-social y el de la condición de hincha. Y tres variables fueron escogidas –una por cada escenario- para mostrar esa violencia que tantos intentan disimular para que las cosas sigan como hasta ahora: la composición de las comisiones directivas, la composición de las masas societarias y los presupuestos destinados al fútbol masculino y al fútbol femenino. Los resultados eran cantados, es decir, no había muchas dudas en la previa de que los números demostrarían de forma abrumadora las injusticias que se materializan al interior de todos los clubes. Sin embargo, el ejercicio tiene sentido porque sirve para reafirmar el trasfondo de esta historia: todas las legítimas reivindicaciones y peleas de las mujeres adentro y afuera del fútbol no serían necesarias si el patriarcado, con su violencia intrínseca a cuestas, con su entramado discursivo sobre la espalda, no fuera uno de los dispositivos de poder fundamentales que explican por qué esta sociedad es como es.
El relevamiento incluyó datos de clubes que compiten en las diversas categorías de la Asociación del Fútbol Argentino (AFA): San Martín de Tucumán, Colón, Patronato, Godoy Cruz, Aldosivi, Huracán, Independiente, Tigre, San Lorenzo, Boca, Newell’s, Belgrano, Unión, Estudiantes, Argentinos, Gimnasia, River, Lanús, Rosario Central, Racing, Vélez, Talleres de Córdoba, Temperley, Chacarita, Morón, Talleres de Remedios de Escalada e Ituzaingo. En algunos casos, se obtuvo toda la información solicitada y, en otros, sólo parte. Si bien es factible suponer que los resultados serían todavía más sólidos si se contara con datos de más clubes, la cantidad recolectada permite obtener conclusiones lo suficientemente contundentes como para decir, una vez más, que el fútbol representa el atraso del atraso.
Por si las cifras generales sonaran abstractas, los ejemplos concretos ayudan a iluminar la raíz de un problema de antaño que, además de visualizarse, debe resolverse. Talleres de Córdoba, por dar apneas un nombre entre tantos, tiene en esta gestión a la primera mujer en comisión directiva en 105 años de vida. Desde su fundación el 12 de octubre de 1913, pasaron 55 presidentes. El gobierno del club cuenta en este momento con 26 miembros. ¿Qué sugiere la cuenta estimativa? Que las mujeres ocuparon hasta hoy sólo un cargo entre los más de 1400 que hubo a lo largo de su historia.
En lo que a las masas societarias se refiere, la situación de Chacarita refleja una coyuntura que todavía permanece intacta en muchas instituciones. Atención: hay nada más que 9 socias por cada 91 socios. Tan cierto es que hay otros clubes en donde el promedio es bastante más elevado como que aún rigen en demasiadas partes condiciones de acceso restrictivas de facto para las mujeres. Algo similar sucede en lo que respecta al dinero destinado al desarrollo del fútbol femenino. Racing y San Lorenzo, cuyos equipos compiten en la elite nacional, destinan aproximadamente $1.000.000 en el año para el equipo femenino y $500.000.000 para el conjunto masculino.
Ojalá el atraso del atraso fuera únicamente una idea. El atraso del atraso es, lamentablemente, una realidad en el fútbol argentino. Una realidad montada sobre la injusticia que supone cada manifestación de violencia machista con la pelota como excusa. Y por eso se tiene que caer. Y por eso se va a caer.