Esa bestia rubia ¿Qué es?
Por Noemi Arzamendia y Camila Alfie
Hagamos un recap: Estamos en la segunda temporada. Ah, qué tiempos aquellos. Los dragones eran cachorritos, Jeoffrey todavía era un problema que, comparado con el Rey de la Noche, parece un bebé de pecho y el dólar no llegaba a los 10 pesos. En ese escenario, donde los fuegos de alianzas y estrategias políticas tenían un peso decisivo en la trama, Jaime Lannister es prisionero de Lady Stark, que planea intercambiarlo por sus hijas en Desembarco del Rey. Él se encuentra inmovilizado, atado a un poste en una carpa del campamento norteño, cuando Catlyn Tully lo visita junto a Brienne, su guardaespaldas, para tener una de las charlas más tensas de los siete reinos.
“¿Es eso una mujer?”, le pregunta Jaime Lanister a su captora la primera vez que la ve.
“No eres un caballero. Has roto cada uno de los juramentos que has hecho”, le subraya Catlyn, evadiendo la pregunta.
“Demasiados juramentos. Uno jura defender al rey, obedecer al rey, obedecer al padre, defender al débil…¿Qué pasa si tu padre odia al rey? ¿Qué pasa si el rey masacra inocentes? ¿Dónde has encontrado a esta bestia?”, le insiste Jaime a Catlyn, apuntando hacia Brienne.
“Ella es mucho más caballero de lo que tú algún día llegarás a ser, matarreyes”.
Así hizo su salto a la pantalla y a la historia de la mejor saga de los últimos tiempos, la que no quería cumplir con los mandatos de ser mujer en ese mundo medieval que nos construye George RR Martin y su enorme equipo de escritores. Brienne es la hija mayor de Lord Swelyn Tarth, cuyo único hermano murió ahogado siendo aún muy joven. Cuerpo grande el de Brienne, más alta que muchos hombres incluso, sedienta de deseos de ser un caballero. Mujeraza valiente, además, que siempre se deja llevar por un gran sentido del honor y la honestidad, siendo un ejemplar que ni siquiera los mismos caballeros de ese mundo tibiamente puedan ser. Desafiante y consciente del cuerpo que le tocó, nunca se dejó cortejar por ningún pretendiente, a menos que le ganaran en combate. Hasta el momento, nadie lo logró. Sólo se la vio
enamorada de Renly Baratheon, el único que la trató con cortesía –lástima que era gay y se murió en la misma segunda temporada- y luego se le deslizó una debilidad en la mirada y manifestó algo de atracción hacia Jaime, mientras lo mantenía cautivo como prisionero de Lady Catlyn. Muchxs pensarían que por su aspecto no binario, Lady Brienne sería lesbiana, pero nunca deja entrever que alguna mujer llame su atención.
Cuando todo parece desmoronarse, las palabras llenas de sentido son lo único que pueden sostenerla. Brienne sonríe mirando al frente, entre lágrimas y orgullosa: “esa bestia” está lista para morir con su identidad enfundada en honores.
Y es que para Brienne los juramentos no son gratuitos ni frases vacías. Para ella el juramento, la decencia y la valentía que emanan de ser fiel a las palabras es tal vez uno de los valores más grandes que pueden definir a una persona. Mientras que Jaime, en su encuentro inicial, dice que las promesas son puras convenciones, Brienne ata su vida y promete incluso dejarla para servir a Catlyin Stark, y más tarde a sus hijas, Sansa y Arya Stark.
Ese sentido del honor es el que la lleva a ella y a su presa, Jaime, a atravesar juntos una serie de periplos, hasta llegar a Desembarco del Rey para trocar la vida del manco por la de las hijas Stark, donde desarrollaron un fuerte lazo de compañerismo, solidaridad, amistad -¿o algo más?-, donde ambos se salvaron en varias idas y vueltas: Brienne defendiéndolo con la espada, y él a ella con la habilidad de sus palabras o usando el peso de su título. “Vives es en un mundo donde a la gente le sacan cosas importantes y tú te quejas y lloras, suenas como una puta mujer”, le dice ella tratando de “confortarlo” a él, en su momento de mayor angustia, luego de que le amputaran la mano. Más tarde, él le confesará a ella, mientras toman un baño juntos, en una escena de extraña tensión sexual que bordea el erotismo y la incomodidad, por qué él asesinó al rey Targaryen. “No te preocupes, no estoy interesado”, le dice Jaime mientras se sumerge en el agua, al ver la incomodidad de ella, porque sabemos que, como mujer, la exposición y la desnudez también son una amenaza. Pero, ¿es ella una mujer? ¿En qué términos?
Hagamos un salto en el tiempo. Ahora estamos en la temporada ocho, capítulo dos. Con una mano menos Jaime, Brianne, Podrick, Tyrion, Tormund y otros leales a Daenerys y Jon Snow, están reunidos junto al fuego, acompañándose en lo que podría ser su última noche vivos: el invierno ya llegó y el ejército de los White Walkers avanza en la espesura de la noche liderados por el malo malísimo Rey de la Noche. En ese contexto vemos una de las escenas más dulces y emocionantes de la serie:
Tormund, que está profundamente enamorado de ella, le pregunta por qué no es un caballero aún.
-“Las mujeres no pueden serlo”.
-“¿Por qué no?”, le retruca él, que se guía por otras lógicas que escapan los usos y costumbres de Westeros.
-“Por tradición”, responde nuestra heroína.
-“No soy rey pero de serlo te haría caballero diez veces”.
“Arrodillaos, lady Brienne”, le ordena Jaime, probando que cualquier caballero puede nombrar a otro, no solo un rey. Ella dice que no sabe si quiere ser caballero, como si no estuviese segura de ser merecedora de la transgresión de esa norma. Poddrick la mira, como envalentonándola. “¿Quieres ser caballero, o no?”. En esa sala, donde solo arde el fuego y la muerte parece el desenlace inminente, Brienne se arrodilla ante Jaime y sella su destino haciéndose eco de las palabras que alguna vez dijo Catlyn, varios capítulos atrás. Los gestos, las palabras, las reverencias y la diplomacia cobran sentido espeso en una noche que se desmorona.
“En nombre del guerrero, te encomiendo ser valiente. En nombre del padre, te encomiendo ser justa. En nombre de la madre, te encomiendo defender al inocente. Alzaos, Brienne de Tarth, caballero de los Siete Reinos”, evoca Jaime, el mismo que temporadas anteriores aseguró descreer de los juramentos por ser convenciones vacías. Para Brienne, ser caballero, fue concretar el sueño mágico que cualquier niña heteronormada podría sentir al convertirse en princesa.
La identidad no binaria de Brienne se sale del tan acostumbrado binomio hombre-mujer que constituye al universo de GOT, y a cualquier producto de la ficción, generando desequilibrio con su presencia, que se presenta como problemática para los personajes que la enfrentan o acompañan. En este universo, donde el sexo es usado como arma de guerra, trofeo y moneda de cambio, ella casi es sometida a una violación correctiva por su género: los Siete Reinos no escapan del patriarcado -ni quieren hacerlo-, donde ser mujer es factor de riesgo.
Ella es cortés, educada y de pocas palabras. Es valiente, disciplinada y una guerrera extraordinaria. También es pedagógica y maternal, a su forma, y se evidencia en el vínculo que construye con Poddrick, su escudero. Es, además, una persona enorme que incomoda por sus rasgos leídos como masculinos, su gigantesca estatura, su armadura de caballero, cabello corto y pecho plano. Esa estética incomoda, y la molestia se manifiesta en las risas y burlas que despierta en los machirulos de la saga. Es subestimada constantemente, y constantemente tiene que demostrar su valor.
Brienne de Tarth, como otros personajes, sean Varys, GreyWorm e incluso Tyrion, se mueve sobre los márgenes que determinan los roles de género. Brienne los rompe sistemáticamente, sumando a la trama ambigüedad y complejidad. ¿Es una mujer? ¿Es un hombre? Es un caballerx. La pregunta es: ¿sobrevivirá al capitulo que viene?