¿Por que es necesario un Ministerio de Salud en la Nación?, por Juan Maximiliano Herrmann
Por Juan Maximiliano Herrmann | Médico epidemiólogo y sanitarista
Las consecuencias de la degradación del Ministerio de Salud a Secretaría de Gobierno son muy graves. Se trata de unidades administrativas de diferente jerarquía, estatus que no se restringe a lo simbólico, como las actuales autoridades nacionales pretenden presentarlo.
En los hechos la degradación ha generando problemas, todos ellos con consecuencias negativas para la salud de toda la población nacional.
La degradación implica una disminución en la autonomía político-administrativa, lo cual, entre otras cosas, retrasa la ejecución presupuestaria, ya que una Secretaría depende de instancias superiores, en este caso de Desarrollo Social para tomar definiciones sustantivas, para diseñar y planificar políticas, abarcando incluso a la compra y adquisiciones de insumos sanitarios.
Por lo general se trata de insumos especiales y universales, destinados a satisfacer las necesidades de toda la población o de grupos especiales (vacunas, medicación para enfermedades desatendidas, medicación alto costo, etc.), los que difícilmente puedan hacerse cargo las provincias o los subsectores de la seguridad social o la “medicina prepaga” (por costos, por no ser redituables, etc.), porque benefician al colectivo (inmunidad de masa, interrupción de cadenas de contagio: tuberculosis, VIH-Sida, Chagas, etc.), y que precisan de tiempos administrativos habitualmente “largos”. Introducir más pasos conlleva al retraso en la adquisición y entrega a las provincias.
Es decir que habiendo recursos presupuestarios la ejecución se retrasa, y con ello toda la cadena hasta las instancias finales: la utilización por los ciudadanos que la precisan. Evidentemente todo esto resta eficacia a las intervenciones: medicación que llega -si es que llega-, cuando ya no es necesaria.
Los tiempos se prolongan mucho más cuando se trata de adquisiciones en el exterior, hasta años. Las compras en el exterior resultan a veces más económicas, o bien el mercado local no dispone de las cantidades suficientes para satisfacer las necesidades.
Si bien esto es claro para medicamentos y vacunas, también afecta otros insumos sanitarios que no son de uso “directo” en población. Es el ejemplo de los reactivos destinados a los diferentes laboratorios de la Administración Nacional de Laboratorios e Institutos de Salud, la ANLIS. Estos laboratorios se dedican a la investigación; la vigilancia epidemiológica; la producción de sueros antiponzoñosos (arañas, alacranes y víboras); y vacunas, como la Candid 1 para la Fiebre Hemorrágica Argentina, entre otras importantes funciones.
Como se ve, aun contando con presupuesto y una “buena gestión”, la degradación condiciona negativamente las políticas sanitarias. Esto hace que se pierda efectividad; que queden desatendidas situaciones que solo el sector publico atiende; que cada provincia resuelva como quiera y pueda los problemas, y sabemos que nuestro país es muy desigual en términos de posibilidades, recursos y desarrollo sanitario. El debilitamiento de la autoridad sanitaria nacional incrementa las desigualades sociales en salud entre las provincias y promueve la inequidad.
La degradación del Ministerio también se manifiesta en la pérdida de capacidad para regular al conjunto del sistema. Es decir, no solo a nivel del subsector público, sino también el de las obras sociales y el “privado”. Si bien esta función siempre fue débil, se está más lejos de tener una autoridad reguladora que coordine a todos los actores del campo.
A esto hay que agregar lo que desde la asunción del actual gobierno, en diciembre del 2015, viene ocurriendo en materia sanitaria: el cierre de programas sanitarios; los recortes en la provisión de medicación básica a los casi 6000 centros de salud del país; los recortes y retrasos en la provisión de vacunas; la discontinuidad en tratamientos e insumos de alto costo; los retrasos en el pago a proveedores del sector privado en lo relativo a hemodiálisis y a las cirugías por cardiopatías congénitas; los recortes en el Pami y en el área de discapacidad; el desguace de los hospitales nacionales, como el “El Cruce-Néstor Kirchner” de Florencio Varela, el de Pediatría S.A.M.I.C. “Juan Garrahan”, y muy especialmente el Nacional “Alejandro Posadas”, donde la cesantía de trabajadores y los recortes dificultan el funcionamiento cotidiano.
También hay que señalar lo que, si bien no depende de la política sectorial en salud, tiene un impacto negativo en el bienestar de la población. El aumento del costo de la canasta básica, de las tarifas de los servicios, el desempleo y la precarización laboral, de la desigualdad en la distribución de la riqueza, de la pobreza y la indigencia, en tanto determinantes sociales de la salud, que generan una mayor carga de enfermedad, de sufrimiento y muerte, para lo que la respuesta es escasa y fragmentada.
En resumen, son muchos los elementos que nos llevan a sostener que la proyecto sanitario de Cambiemos, en el contexto de la crisis social y económica que en gran medida el mismo generó, es tan pobre como la creciente pobreza a la que está llevando a las grandes mayorías populares, y que para salir de esto es necesario un verdadero cambio en la política general, que promuevan el trabajo y la inclusión, que desarrolle y fortalezca la educación, la ciencia y la cultura, pero también es necesario un cambio en la política sanitaria, por un proyecto que garantice el derecho a la salud, con equidad y para todas y todos los argentinos.
En tal sentido no solo se debe restituir el Ministerio, sino que se lo debe dotar de un presupuesto adecuado, y de capacidades para conducir al conjunto en la construcción de un sistema nacional e integrado, que contenga a las provincias y demás subsectores, centrado en la estrategia de Atención Primaria de la Salud, en el desarrollo de la investigación y las tecnologías al servicio de las necesidades del pueblo –ejemplo de ello es la producción publica de medicamentos-.
Y para esta tarea debemos rescatar las ricas y múltiples experiencias que tuvieron lugar en el país, algunas de alcance provincial, inspiradas todas en la obra de los “Carrillos” y “Albarados”, los “Ferras” y las “Ferrandinis”, experiencias que nos hace pensar que la batalla por un sistema único y universal es aun una tarea pendiente y necesaria.