"Algunos dirigentes sindicales tendrán que explicar a un hijo de obrero que su papá no está porque murió en la pandemia"
Por Javier Mauad*
En tiempos extraordinarios para la Humanidad, las dirigencias debemos ser creativos, y estar alertas y tener la capacidad de adaptarnos a cambios profundos y por qué no a motorizarlos. Hoy el mundo de las ideas se debate en si la salida de la pandemia va a desencadenar una profundización del capitalismo financiero o si la estructura económica y social va a saltar por lo aires y vamos a tener un nuevo orden donde la centralidad esté puesta en el trabajo y la producción. Qué preguntas y qué respuestas tiene que hacer la dirigencia sindical argentina en estos momentos. ¿Vamos a defender el trabajo o a los trabajadores, vamos a defender la economía o la vida? Una primera aproximación podríamos encontrarlas en aquello de “la única clase de hombres y mujeres son los y las que trabajan”.
Para quienes, como dirigentes sindicales defendemos un proyecto de país soberano, presente , una economía basada en la producción y el trabajo para una sociedad justa, la centralidad debemos ponerla en los trabajadores, en la vida y en animarnos a pensar un mundo nuevo.
Hoy en la Argentina y en el mundo el sistema capitalista está en el banquillo de los acusados. Hasta ahora no ha podido dar respuestas, evidentemente el capital no tiene como objetivo salvar vidas, cuidar la salud y el medio ambiente. En los últimos años este sistema económico ha sido venerado y profundizado al extremo de la financierización. Hoy tenemos que lamentar diariamente con mucho dolor las muertes de amigos, familiares o simplemente habitantes de esta tierra. Es por lo tanto un momento que al menos nos da la oportunidad de repensar el mundo que nos toca vivir y en este sentido el lugar del capital y el trabajo.
Es quizás una discusión obsoleta, aburrida sin desenlace real pero también sin equilibrio real en este tiempo. La burguesía, otrora revolucionaria, hoy representa a una minúscula población que sólo acumuló riqueza sobre el esfuerzo de los trabajadores. Sin el trabajo ese capital no existe no tiene valor. El coronavirus no entiende de clases sociales, no diferencia a trabajadores, empresarios o políticos. Hoy nadie se salva solo, tenemos que cuidar la vida de todos. Los dirigentes sindicales sabemos muy bien cuidar las condiciones de laborales pero también la salud de nuestros trabajadores y trabajadoras. Desde esta autoridad que nos da nuestra práctica cotidiana tenemos que explicarles muy bien a todos los empresarios, a sus cámaras y especialmente a la Unión Industrial Argentina, que los trabajadores tienen como única riqueza su vida, su fuerza y la voluntad. Pero que son la base misma para para la producción y la riqueza. Sin el esfuerzo de los trabajadores y trabajadoras la acumulación financiera se desvanece.
Hoy estamos en un punto bisagra, donde dirigentes sindicales quizás los mismos de siempre, con una mirada demasiado complaciente al sistema, que se remonta a los años ’90 y un poco antes también, nos explican los beneficios de salir a trabajar en medio de una pandemia. Luego de estar sentados en una misma mesa con empresarios que parecen abuelos buenos, pero que sin dudarlo son capaces de mandar un telegrama a 1500 trabajadores como si fuera un mero trámite, sin pensar en sus familias ni el pan en la mesa en que va a faltar en medio de una crisis inédita.
Los argumentos y las justificaciones parecen las mismas de siempre, que no podemos dejar de producir, que se va a cortar la cadena de pago, que no podemos parar la economía, entre otras. Pero el trasfondo es siniestro. Lo que se oculta, pero que aparece cada vez más evidente es el pensamiento de que los trabajadores y trabajadoras son descartables, son un costo más. Está claro que una crisis extraordinaria como esta nos muestra en el espejo lo que verdaderamente somos. Que intereses defendemos y cuáles no.
Cuesta creer que los empresarios no se hayan dado cuenta que en estos tiempos de crisis existen trabajadores y trabajadoras que son imprescindibles para el sistema. Sí, imprescindibles y fundamentales. No como los trató Horacio Rodríguez Larreta a los enfermeros, o como María Eugenia Vidal cuando planteaba la posibilidad de suplantar docentes con voluntarios sin formación alguna, despreciando la vocación y la labor de los y las educadoras
Pero no sólo los trabajadores y trabajadoras de la salud y la educación son imprescindibles. Están los trabajadores camioneros y recolectores que todas las noches generan un aplauso en cada barrio y en cada pueblo, tan solo por hacer su trabajo que es dar lo más preciado que tienen su vida y su acción en favor en todos y todas. O los pilotos y tripulantes que salieron al mundo en los vuelos de Aerolíneas Argentina como héroes a traer familias y seres queridos que querían volver a su patria. Esta larga lista la completan los bancarios que fueron a su lugar de trabajo y vimos que lo más preciado que tiene una sociedad no son los que tienen tarjeta platinum o black son nuestro abuelos y abuelas. Es por este motivo que nos molesta cuando los banqueros, gente sin rostro público, no colaboran en esta situación pero sí, una vez más los trabajadores bancarios, el personal de seguridad y los empleados municipales ayudaron a que todo salga bien porque el Capital no mira rostros mira cuentas y porcentajes de rentabilidad.
Volvemos al eje principal, estamos frente a una posibilidad única. La de pensar al mundo con una mirada un poco egocéntrica en términos de nuestra identidad política. Viendo al mundo desde las categorías de análisis peronistas, nos resulta difícil de entender cómo esta CGT y el movimiento obrero argentino único en el mundo, el que tuvo conquistas históricas como las vacaciones pagas, el aguinaldo, las obras sociales, hoy esté apoyando políticas contra la vida de los y las trabajadoras. Como las que se aplican en los países centrales como Estados Unidos o de Europa donde la salud en manos privadas lo único que les dejó es muerte.
El debate que nos involucra es defender la salud de los trabajadores y trabajadoras como su capital único en la relación con los sectores poderosos de la economía, es una forma de dar una batalla a un sistema económico mundial que agoniza y que está convencido de que la economía estaba por encima de la vida humana. El sindicalismo argentino está ante una oportunidad única de acompañar y ayudar cada una de las decisiones de nuestro Presidente Alberto Fernández sea para cuidar la vida de todos y todas, como viene sucediendo de manera ejemplar a tal punto de estar vanguardia de muchos dirigentes de todo el mundo. De lo contrario algunos dirigentes sindicales tendrán que explicar en cinco o diez años a un hijo de obrero de la construcción de un barrio humilde del Conurbano que su papá ya no está porque murió en la pandemia del coronavirus. Tuvo que salir a trabajar para que no se cortara la cadena de pagos. Tenemos qué elegir entre una sociedad que perdió el sentido de la solidaridad o una comunidad organizada donde nos cuidemos entre todos y todas.
Creo que es el momento de correr al Mercado que olvidó al hombre como eje de toda acción económica y poner en el centro al Estado ese que debe cuidar a los empresario Pymes pero debe también decirle a los más ricos y poderosos que los trabajadores y trabajadoras no somos desechables. Ojalá esta CGT, este movimiento obrero aporte a un mundo que había perdido el amor por los trabajadores ese sentido único que puede dar entre la economía y la vida. El movimiento obrero argentino elije la salud de los trabajadores y sabe que cuando más se necesita va ser el Estado el rector de esa forma de pensar y construir una sociedad.
Hoy más que nunca la Patria es el otro y también somos todos. Llegó el momento que cuando hablemos del mundo expresemos a la Humanidad y no la economía.
* Dirigente de Sadop Capital.