The Great: una mirada disruptiva sobre la Rusia del siglo XVIII
Por Manuela Bares Peralta
El revisionismo histórico de la mano de Hollywood nos acecha, y la obsesión por la monarquía también. Ana Bolena, Isabel I, María de Escocia e Isabel II son algunas de las mujeres que fueron artífices de la política de su propia época y se convirtieron en las protagonistas de series y largometrajes. Con mayor o menor éxito, los canales de cable y las plataformas compiten por recrear a los íconos feministas de la realeza británica y europea. Tomando como punto de partida una época relatada e interpretada por hombres, la industria televisiva reivindica la potencia narrativa que tuvieron las mujeres en la transformación de todas las épocas.
Hace poco, HBO estrenó en la pantalla chica una miniserie sobre Catalina II, quien gobernó el destino de Rusia a lo largo de 34 años. La propuesta parecía tener todo para triunfar: una Helen Mirren en el papel de la mujer más poderosa del siglo XVIII y un Philip Martin a la cabeza del proyecto secundado por Nigel Williams, responsables por The Crown y Elizabeth I, respectivamente. Pero, a medida que avanzan las cuatro entregas de la serie, la apuesta termina por tropezar consigo misma. Después de la no fallida pero tampoco deslumbrante Catalina la Grande, Hulu se anima, en el mismo año, a recrear la vida de la emperatriz desde una perspectiva absolutamente disruptiva.
The Great se sirve de un escenario caótico para contar la historia de los primeros años de Catalina en Rusia, y de su unión infeliz con Pedro III, nieto de Pedro “el Grande”. Un palacio y una historia que combina un registro envidiable de comedia y vodevil, sin dejar de seducirnos y atraparnos con su tono y épica. Tony McNamara, creador de la serie, pone en juego muchos de los recursos que le valieron varias nominaciones a los premios por la película La Favorita, y no falla.
Los espectadores presenciamos la transformación de Catalina, de aristócrata alemana a una de las mujeres más influyentes en la política rusa. A través de los ojos de Elle Fanning, vemos desplegarse frente a nosotros un escenario y una narrativa que irán madurando a la par de su protagonista, a fuerza de sufrimiento, sacrificio y lágrimas. La trama gana ritmo a medida que la dialéctica entre la emperatriz y su esposo Pedro (protagonizado por Nicholas Hoult) se convierte en una declaración de guerra y en un juego de poder ejecutado en 10 precisos capítulos.
Mc Namara se aleja del revisionismo histórico de sus antecesoras y se toma todas las licencias posibles, pero le hace justicia al único elemento esencial para sustentar su historia: el espíritu audaz y revolucionario de Catalina.