El milagro de Watchmen
Por Agustín Mina
El negocio de las adaptaciones siempre es complejo. Trasladar una obra de un formato hacia otro ya de por sí es difícil, pero más difícil aún es hacerlo con éxito, logrando que la película o serie recaude tanto aplausos como billetes. Esto tiene un grado de dificultad todavía mayor cuando se quiere adaptar algo muy querido por sus fanáticos, una pieza muy importante para su género y para la cultura en general.
En 2008, Zack Snyder se animó a dirigir la adaptación cinematográfica de una de las novelas más emblemáticas de los últimos años: Watchmen, de Alan Moore y Dave Gibbons.
Por lo general, los fanáticos entran en pánico cuando se enteran de una noticia como esa. Aún cuando el equipo detrás del proyecto sea de su agrado, siempre está la posibilidad de “arruinar” eso que tanto les gusta. Sin embargo, la película de Watchmen fue un éxito, amada por la crítica y los fanáticos, en una época donde los films sobre cómics todavía no tenían la aceptación del público que tienen hoy. Snyder consigue una fidelidad que sólo es comparable al caso de la trilogía de El señor de los anillos, de Peter Jackson.
Después de haber logrado meterse con una vaca sagrada y salir ileso, uno creería que el legado de Watchmen se dejaría estar, ¿que sentido tenía volver a correr un riesgo así? Pero lo corrieron. HBO anunció que estaba trabajando en una serie sobre la producción.
El miedo volvió, ¿por que volver a Watchmen? ¿por que arriesgarse a “arruinar” una racha perfecta? ¿la historia se podía contar como una serie? ¿se volvería a respetar el alma de la novela, como había sucedido con Snyder? Para colmo, HBO fue muy críptica respecto a la serie previo a su estreno, y nadie sabía que esperar.
Finalmente, llegó octubre y el estreno de la serie estaba cada vez más cerca. El día veinte de ese mes se transmitió el primer capítulo por HBO, que ya es sello de calidad, pero nunca está de más ser precavidos. La propuesta era demasiado ambiciosa, no iban a adaptar la novela, iban a continuarla. La miniserie funciona como una secuela, 34 años después de los eventos del final de la novela de 1986.
A cargo de Damon Lindelof, uno de los grandes responsables de Lost y el creador de The Leftovers, la miniserie de Watchmen trae la esencia de la novela original, su tono, su crítica social y sus grandes inquietudes, no sólo a la pantalla chica, sino que también las adapta al presente.
Es 2019, ya lejos de la guerra fría y el temor de un apocalipsis nuclear, el gran mal de la sociedad del presente es el racismo. El tema central de la miniserie de HBO es la escalada de los supremacistas blancos, encarnados en La Séptima Kaballería, un grupo de terroristas similares a lo que fue el Ku Klux Klan.
La historia transcurre en Tulsa, Oklahoma, donde en 1921 sucedió una masacre que se recuerda como el incidente racial más violento de la historia de Estados Unidos. Este atentado es el punto de partida de la serie, y el racismo es el eje que nos acompaña a lo largo de los nueve episodios, con flashbacks que vuelven a las épocas del Klan.
Watchmen, logra, nuevamente, mezclar una trama de ciencia ficción y superhéroes con fuertes críticas y reflexiones sobre la sociedad de hoy y sus problemáticas, sin miedo de criticar con dureza la historia y el presente de su propio país. Cargada de misterio, con una historia que se va desenvolviendo de a poco y cautiva más con cada capítulo, Watchmen vuelve a ser un éxito aclamado por la crítica, demostrando que no importa la época ni el formato, el universo de Alan Moore es eterno.