Inédito: "Poema XXVII", de William Anselmo
Por Victoria Palacios
William Anselmo nació en San Martín, provincia de buenos aires en 1936. Publicó Efectos personales en: Colección miliuna de poesía, Ediciones la Biblioteca, Buenos Aires, 2013; y participó de las Antologías 2005-2011 de la Clínica de Poesía de la Biblioteca Nacional coordinada por Liliana Lukin. En el año 2013 también participó del libro 7 poetas, publicado en: Eloisa Cartonera, Buenos Aires-Salta.
Transitar un poema de William implica sostener el pulso ligero de su voz, su ritmo, sus cortes, sin perder de vista el peso encarnado de la existencia que graba con estremecimiento. Su intencionalidad insistente invita a abrir la biblioteca que lo contiene y marca sus pasos propios por un camino ondulado donde las palabras son instantes insustanciales en la lengua de la vida, que trama con crudeza, desgarra de las cosas del mundo y nos ampara en la belleza.
Poema XXVII
Camino el campo buscando no perder el rumbo.
Telas de araña me obsesionan, enjambre de abejas,
hormigas coloradas, obreras también que enfilan
hacia algún lugar llevando pesos superiores a sus fuerzas.
Y entretanto sigo derechito, a "pies juntillas",
para no olvidar lo que ya había hallado y vuelto a encontrar y reconocer:
hay un corazón y un estado de cosas que oscilan entre pies
que se escabullen y dejan de mostrar lo más visible,
lo más confesional y bien amado, por el conjunto de individuos que se asquean, suaves,
en medio de profundas erecciones de las palabras que oscilan entre aquí y allá,
nómades virtuosas si las hay: decidoras de sabias alocuciones
en los inolvidables atardeceres del campo o del estío mañanero.
Es así y reconocer con aspereza la verdad inoculta, sincera,
nos muestra las profundas tristezas de lo que sucede,
entre seres humanos que amordazan la realidad,
como un animal seguro, conciso y predador.
C' est tou, según dijo el poeta.
Y así seguirá, hasta que truene y llegue la lluvia.
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