Causa "Contraofensiva Montonera": "Es el juicio más importante después del juicio a las Juntas”
Por Paula Viafora | Foto: Gustavo Molfino
Ayer (4 de febrero), la sala de audiencias del TOF Nº 4, de San Martín, fue testigo del alegato del abogado y periodista Pablo Llonto, que representante de la querella de los familiares de las víctimas. La audiencia se realizó en forma presencial y virtual, en el mismo lugar donde se desarrolla el proceso oral y público contra exintegrantes de los servicios de inteligencia del Ejército por privación ilegal de la libertad, tormentos y homicidios cometidos contra 94 víctimas entre 1979 y 1980. "Es el juicio más importante después del Juicio a las Juntas", recordó el abogado Pablo Llonto en su alegato.
En una audiencia de más de tres horas de duración, y en la que solo 1 de los 6 imputados estuvo presente en el lugar, Llonto volvió a demostrar su compromiso y profesionalismo que lo ubican entre los abogados querellantes más reconocidos y respetados en causas de lesa humanidad. Para comprender el significado jurídico y fáctico de un alegato, el mismo se realiza al final de la etapa probatoria y consiste en una argumentación expositiva de valoración de la prueba producida para demostrar al tribunal la confirmación de los hechos afirmados y la aplicabilidad de los fundamentos de derecho aducidos.
Antes de avanzar en la argumentación, Llonto recordó a los militantes Victor Basterra y a Nicolasa Zárate, de Madres de Plaza de Mayo, ambos recientemente fallecidos. Los principales ejes de la exposición del abogado fueron los siguientes:
- En este proceso se está juzgando a “toda la cúpula de inteligencia del ejército por primera vez. La inteligencia era el nervio motor que accionó el Terrorismo de Estado en la Argentina, pieza central en el fin de la impunidad. Hacia allí se deben dirigir las investigaciones, las pruebas y las sentencias”. En este punto, hizo referencia a un manuscrito no publicado y agregado a la causa, que tiene que ver con un libro del periodista José Gobello, a quien calificó de “personaje nefasto”, que reúne una serie de conversaciones que tuvo con Jorge Videla durante su detención, denominado: “Charlas en la cárcel con Videla”. En el libro se destacan algunas afirmaciones relevantes para la causa: “La inteligencia era fundamental para detectarlo, identificarlo, ubicarlo, prenderlo y si no se podía, aniquilarlo”. Además, Videla reconoce que la guerra contra la subversión “era fundamentalmente una guerra de inteligencia”, y al mismo tiempo, asegura que para la etapa de la contraofensiva "esa guerra estaba terminada”.
- Revalorización de la palabra “clandestinidad”, no habiendo forma de ser parte de la resistencia sin hacer uso de algún tipo de clandestinidad, como por ejemplo usar otro nombre.
- El 67% de los desaparecidos eran trabajadores y la mitad, obreros industriales. La dictadura atacó un modelo de país y la violencia se ejerció sobre una clase social. Montoneros pasó a integrar esa resistencia. La contraofensiva estaba formada también por militantes y trabajadores de todo el país a quienes se sumaron los que regresaron en los años 78 y 79.
- Reivindicación de la identidad montonera, resistian con esa identidad, sin negarla. Hoy resulta difícil poder comprender qué pasaba por el corazón y la cabeza de esos jóvenes que aprendieron a subsistir en terribles condiciones: el exilio fue tremendo, vivían "seguros" pero no estaban en contacto con sus familias, eran muy chicos, tenian 21 o 22 años, y cargaban con la culpa de haberse ido dejando a otros compañeros en situaciones terribles; eso llevó a muchos a volver en el 78. Para poder dar una idea de esos sentimientos se leyó parte de una carta escrita entonces por Ana Pecoraro: “Ser Montonero implica luchar por una vida digna de millones de seres postergados por la miseria económica, cultural y humana y ello tiene como consecuencia la muerte, que sobreviene no porque uno es un irresponsable suicida, un loco incoherente, sino porque luchar por la vida de miles de millones de hombres significa una lucha a muerte con quienes se oponen a ello”.
- Duración de los golpes militares en toda Latinoamérica: en Uruguay 12 años, en Chile, 17, en Bolivia, 18, en Brasil, 21 años. El promedio de duración de esas dictaduras fue de 17 años. En la Argentina duró 7 años, o sea 10 menos, debido al gran movimiento de resistencia que hubo, del cual fue parte fundamental la contraofensiva. Fue el reflejo de un pueblo que estaba cansado y que logró que se sienta la presión del campo popular y que los militares comiencen a retroceder.
- Valoración del contexto histórico. Llonto solicitó a los jueces que al dictar sentencia tengan en cuenta que Latinoamérica era un continente que luchaba por la vuelta a la democracia. “La justicia debe mirar hacia atrás para mirar hacia adelante”, recordó.
Todo el alegato fue transmitido por el canal de Youtube de “La Retaguardia”, que recibió muchas visitas, cientos de mensajes de apoyo y solidaridad, lo que demuestra que, aunque muchos no lo reconozcan, la sociedad comprende y valora la importancia jurídica, histórica y reparadora de los juicios de lesa humanidad.
¿A quiénes se juzga?
Los procesados son Jorge Apa, quien se desempeñó como jefe de la División Inteligencia "Subversiva Terrorista", dependiente la Jefatura II de Inteligencia del Estado Mayor General del Ejército; Roberto Dambrosi, ex jefe de la Compañía de Actividades Psicológicas del Batallón 601 de Inteligencia; y Juan Firpo, ex jefe de la Central Contrainteligencia y jefe de la División Seguridad del Batallón de Inteligencia 601.
También se juzga a Jorge Bano, quien integró la Sección Operaciones Especiales (SOE) de la guarnición de Campo de Mayo; Eduardo Ascheri, otro integrante de la SOE de Campo de Mayo y Marcelo Sixto Courtaux, jefe de Actividades Especiales de Inteligencia y Contrainteligencia del Destacamento de Inteligencia 201.