Veneno: ¿Cómo contar la historia de una mujer trans?
Por Marina Jiménez Conde
Javier Calvo y Javier Ambrossi son los creadores de la bioserie española Veneno, que retrata la vida de Cristina Ortiz Rodríguez, vedette trans que supo conquistar al público español con su irrupción en la televisión de los 90. La serie está basada en el libro ¡Digo! Ni puta ni santa. Las memorias de La Veneno de Valeria Vegas, una periodista que de joven admiraba a Cristina y a la que ésta ayudó con su transición de género. Tal como dice Vegas: “ella caminó para que nosotras podamos correr”.
La escritora también tiene su propio personaje dentro de la serie, interpretado por Lola Rodríguez, y por momentos parecería ser que se trata de su historia personal. Sin embargo, con el correr de los capítulos y al adentrarse más en las distintas etapas de la vida de Cristina, no quedan dudas de que la que atrae las miradas con su irreverencia y carisma es esta mujer.
Al volver sobre la infancia de la Veneno, cuando era Joselito, aparecen las escenas más movilizantes, sobre todo por cómo actúa su madre. Esto ayuda a comprender la importancia del apoyo de la familia y de dónde surgió esa rebeldía en Cristina: “Si mi madre no me quiere, qué más da que me odie mi pueblo”. Además de esta cuestión central, en la serie también hay lugar para otros temas importantes como la prostitución, las redes de cuidado que se tejen en la calle, y el rol que los medios de comunicación juegan en todo esto, con morbo incluido, pero permitiendo humanizar a los y las trabajadoras de los medios.
Son ocho capítulos, de una hora aproximada de duración, que se aprovechan al máximo. No sólo por los temas que se van abordando sino también desde lo estético. La musicalización de las escenas y la utilización de distintos recursos para volver sobre situaciones pasadas le agregan un plus.
Se puede decir que no hay malas actuaciones en Veneno. Las tres actrices que interpretan a la protagonista en las distintas etapas de su vida (Jedet, Daniela Santiago e Isabel Torres) lo hacen con creces. Sin embargo, el personaje de Paca la Piraña, que era la mejor amiga de la Veneno y es interpretado por ella misma, agrega la cuota de humor necesaria y además logra enternecer al ser la encarnación de la frase “a mí me cuidan mis amigas”.
Lo que cabe destacar es la decisión de Los Javis (así se conoce al dúo de directores en España) de que todas las mujeres trans de la historia sean interpretadas por mujeres trans. Por un lado, que un colectivo que está casi obligado a “elegir” la prostitución por quedar marginado del mercado de trabajo, tenga más presencia en pantalla que personajes cisgénero, no se ha visto mucho. Es así como el rutilante nombre de Ester Espósito, Carla en Élite, del que podría jactarse la serie, queda en segundo plano.
Por otro lado, en relación a la discusión sobre si actores y actrices cis pueden interpretar a personajes trans, que en Argentina tuvo lugar luego de que en la novela 100 días para enamorarse Maite Lanata interpetara al personaje de Juan, la respuesta está zanjada. No es que se pueda o no, sino que las escenas, los diálogos y las problemáticas que se plantean, al venir de personas que vivenciaron todo esto, dan como resultado que lo que se transmite sea mucho más real.
El fenómeno de las bioseries funciona porque justamente aprovecha la memoria de los y las espectadoras para recordar de forma conjunta algunos hechos de la vida del personaje que se decide retratar. Sino, como mínimo, se cuenta con el interés que despierta esa persona por ser famosa. Pero en este caso, la distancia que hay entre la audiencia argentina y la televisión española de los 90 hace que no se tenga ni la menor idea de quién es Cristina Ortiz Rodríguez. Por eso mismo, es más elogiable que lo que termina pasando en estas latitudes es que igualmente den ganas de sentarse a conocer a la Veneno.