Gacy: el miedo que se aloja adentro
Por Manuela Bares Peralta
Los crímenes de Gacy son conocidos: torturó, abusó y estranguló a más de 33 jóvenes y los enterró en el sótano de su casa. El acto inaugural de la serie retoma esta premisa ofreciendo una novedad: una entrevista que Gacy dio desde la cárcel antes de ser ejecutado.
Este prólogo audiovisual es casi una excusa para presentar este recorrido dirigido por Rod Blackhurst (Amanda Knox) sobre la vida de Gacy. La voz de su hermana narra una infancia signada por el abuso tanto físico como emocional y sexual, una ex esposa y un periodista con el que se escribió mientras estuvo en prisión son los encargados de recrear las distintas versiones de sí mismo que estuvieron disponibles a lo largo de su vida. Más allá de los testimonios y las entrevistas, Gacy continúa siendo un gran interrogante en todo sentido, tanto por la crueldad de sus crímenes como por el cuestionamiento que propone la serie: si el modus operandi correspondía a más de un autor.
Gacy fue muchas cosas sobre las que la serie vuelve: una condena por abuso sexual pero también una reinserción postpenitenciaria ejemplar; una carrera política estancada en el Partido Demócrata; una empresa de construcción en ascenso que proveía de trabajo a muchos jóvenes de su barrio. Pero también la docuserie se anima a proponer una nueva narrativa sobre cómo la naturaleza de los crímenes y la sexualidad del propio Gacy intervinieron en la investigación y en la cobertura de esta tragedia hace más de 40 años atrás.
El componente social no sólo tuvo un rol preponderante en la investigación sino en el nuevo lente con el que se recrea este momento histórico. La vergüenza que recayó sobre las familias tuvo un papel central sobre el vacío discursivo en los medios de comunicación, así cómo también en la presión que recibieron la policía y las autoridades federales para investigar el caso.
La posibilidad latente de que las víctimas fueran homosexuales generó un vacío tanto en la investigación como en el juicio. Las sillas vacías de los familiares de las víctimas fueron una realidad que acompañó todo el proceso. La insistencia de Gacy en declararse televisivamente como bisexual, también. Devil in Disguise se edificó como una recopilación de momentos que, sin intentar saltearse la cronología y sin omitir los momentos esperados por el espectador, ofrece una mirada innovadora sobre este fenómeno histórico. Una versión mucho más crítica sobre la pena de muerte, la investigación y el tratamiento mediático de los crímenes.
Lejos de necesitar impartir un juicio de valor sobre la figura de Gacy, esta docuserie se escinde de todas esas responsabilidades y recrea una biopic modernizada y actualizada a esta época con tantos interrogantes como conclusiones.