El pogo virtual más grande del mundo

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El pogo virtual más grande del mundo

02 Mayo 2021

Por Inés Busquets

 

El Sicofante: Amigo mío, no te pido consejos, sino alas.

Pistetero: ya te doy alas con mis palabras.

El Sicofante: ¿Cómo puedes con palabras dar alas a un hombre?

Pistetero: las palabras dan alas a todos.

Las aves (Aristófanes)

Todo ritual tiene su previa. La preparación, la espera, la prueba necesaria para convencernos de que aun así queremos pertenecer.

Todo recital del Indio y los Fundamentalistas del Aire Acondicionado también. El frío de Mendoza, el barro de Gualeguaychú, el ingreso a Olavarría, el streaming fallido de Ticketeck. Pensándolo desde el punto de vista místico o esotérico que poseen los rituales por sí mismos podríamos decir que son pequeños conjuros para llegar a la epifanía o el éxtasis y disfrutarlos como si la felicidad consistiera en cruzar la barrera del obstáculo. Toda plenitud soslaya un pequeño esfuerzo.

Entonces, llegaron. Se abrieron las puertas una vez más y las vallas tecnológicas fueron derribadas para convertir el ritual en un verdadero espectáculo democrático. Fiel al espíritu ricotero, diría el poeta Zelarayán: “atención a los colados que pueden ser más importantes que los invitados.”

A los pájaros se presentó en Epecuén, el lugar elegido para armar el escenario. Las ruinas, las aves, el cielo y los árboles muertos pero persistentes, como ganándole la batalla al tiempo. En la naturaleza misma donde los pájaros imperan ante la ausencia del hombre y las construcciones urbanas. La noche y los sonidos generados por el ambiente se conjugaron con la expresión musical. Donde como dice John Cage en Para los pájaros: “Las palabras y la poesía, tienen cabida. Pero lo restante, lo no verbal también puede entrar.”

Dando lugar al beneficio de la experiencia de lograr una acústica única en un lugar no convencional.

Gaspar Benegas y Baltasar Comotto, en guitarras y voces; Pablo Sbaraglia, en teclados, guitarra y voz; Déborah Dixon y Luciana Palacios, en coros, Fernando Nalé, en bajo y voz; Miguel Ángel Tallarita en trompeta; Sergio Colombo en saxo y voz; Ramiro López Naguil, en batería se lucieron en el segundo show que realizan por streaming y que en esta oportunidad fue a beneficio de los afectados por los incendios de la Patagonia.

Con rasgos cinematográficos, en manos de Cráneo Films, el recital fue liberado por YouTube aproximadamente a la medianoche y duró cerca de tres horas. Una composición que incorporó actos o piezas que con un corte audiovisual nos anticipaba un momento nuevo.

“Los pájaros que vuelan sobre las selvas de internet” fue el primer tema luego siguieron “Rock para el negro Atila”, “Momo Sampler”, “El tesoro de los inocentes”, “la piba del Blocksbuster”, “Te estás quedando sin balas de plata”, “Adieu! Bye Bye!”, entre otros que recorrieron la discografía de Los Fundamentalistas y Los redondos.

El set redondo llegó a la fibra ricotera como un acontecimiento con inéditos: “Rock de las abejas”, “Quema el celo”, “Pura suerte” y “Un tal Brigitte Bardot.”

El pogo de “Ji ji ji” irrumpió anticipando un cierre movilizador y emotivo a través de la pantalla y de los 90 mil conexiones en vivo. Hoy podríamos decir cómo leía en twitter ayer a la madrugada que constituyó el pogo virtual más grande del mundo.

El conjunto de la obra, la variación de voces, la sincronización con la naturaleza, los instrumentos y sus cambios continuos generó un clímax capaz de ofrecer un universo de múltiples posibilidades. Cada corte de canción significaba la esperanza de verlo aparecer, en un momento Gaspar Benegas lo presentó y una pantalla iluminó el estadio imaginario de nuestras casas. El míster cantó: “Rezando solo” y “Encuentro con un ángel amateur” con sabor a despedida, pero también a renacimiento, a continuidad, a esa cigarra que pese a todo va a seguir cantando.

Luego en el último tramo volvió para cantar “Strangerdanger” de El ruiseñor el amor y la muerte reafirmando la permanencia en el escenario.

El Indio y Los fundamentalistas fueron más allá de cualquier efecto pandémico. Un desborde emocional y una inyección anímica, paradójicamente demostrando qué hay vida en las ruinas y alegría en la adversidad que atravesamos.

Un poema de T. S Eliot dice: “Lo que llamamos el comienzo es a menudo el fin/ y llegar a un fin es hacer un comienzo. / El fin es de donde arrancamos.” El tiempo esa idea circular que siempre nos encuentra en el presente y una vez celebrando con la tribu.