Década del 90: el surgimiento de HIJOS y la aparición del escrache como práctica política
Por Paula Viafora | Fotos: Salvador "Lole" García
Los organismos de Derechos Humanos surgidos en Argentina durante los años de la última dictadura militar (1976-1983) y en la postdictadura inmediata, cumplieron un rol fundamental para denunciar y visibilizar, en forma local e internacional, la terrible represión llevada adelante por el Estado y el sufrimiento de miles de personas que habían sido sus destinatarios.
Fueron también actores importantes en otros aspectos, quizás menos visibles para la sociedad y los medios de comunicación. Se centraron en el armado de redes interpersonales de contención mutua y sostenimiento emocional, fundamentales para las familias que se vieron desmembradas por la represión. Entre militantes sobrevivientes y familiares de las víctimas (madres, hermanos, parejas) contuvieron a muchos niños cuyos padres ya no estaban y crecían en contextos familiares que, además de educarlos, debían sobreponerse al dolor de la pérdida, reclamar justicia y convivir con el miedo, muy presente todavía en los primeros años del regreso a la democracia.
Este factor fue determinante para el surgimiento de HIJOS. Si bien había una referencia nacional, fue muy importante el anclaje local en este nacimiento. En diversas ciudades: Córdoba, Santa Fe, Capital Federal, Santiago del Estero, La Plata se daban reuniones en forma de “talleres”. En estos espacios, además de transitar juntos las circunstancias que les había presentado la vida a temprana edad, fue surgiendo la idea de formar un colectivo y empezar, por lo menos, a hacer conocidas sus historias. La primera vez que se presentaron públicamente como un colectivo de hijos, fue en un acto de homenaje a trabajadores y estudiantes desaparecidos, realizado en la Facultad de Arquitectura de la Universidad Nacional de La Plata,
No es posible, al analizar el nacimiento de HIJOS, dejar de lado el contexto político de mediados de los años noventa en Argentina, que se puede dividir en dos escenarios bastante concretos: el dictado de la “leyes de impunidad” conocidas como “Punto Final” y “Obediencia Debida” y los posteriores indultos, que dejaron en libertad a muchos militares responsables de graves violaciones a los derechos humanos. El camino hacia la ¿justicia? lograda con el Juicio a las Juntas se desvanecía y todo hacía pensar que los gobernantes se inclinarian más por la “reconciliación nacional” que por la revisión del sangriento pasado tan reciente. La resistencia de los organismos ya existentes no logró frenar esos planes, a lo que se sumaba la reducción en las convocatorias públicas, lo que podía leerse como una ”retirada” de algunos, con la excepción indiscutible de las Madres y Abuelas.
Por otro lado, al avanzar la década, fue creciendo la resistencia al modelo económico menemista aunque eso no impidió su reelección.Las reformas del Estado, las privatizaciones, la apertura económica, el creciente desempleo y el endeudamiento fueron acciones realizadas por amplios sectores de la sociedad.
Luego de continuar algunas de las consignas históricas, sobre todo las de Madres: “Juicio y Castigo”, “No olvidamos y no perdonamos”, con el tiempo las fueron reformulando reemplazando la calificación de militantes como “víctimas” hacia “luchadores” reivindicando también las agrupaciones a las que pertenecían sus padres.
El escrache
Aunque el discurso y el mensaje fue, desde el comienzo, claramente destinado a los responsables del terrorismo de Estado y sus cómplices, tambien incluyó al ciudadano común, a quien le propusieron repasar lo sucedido desde otro relato que no es el oficial y lograr la condena social hacia los acusados. En esos tiempos de impunidad, en los que la justicia no daba respuesta, crearon una nueva forma de denuncia frente al repudio que causaba la aparición pública de personas relacionadas con la dictadura, para que también se haga evidente al resto de la sociedad.
Así surgió el “escrache”, una novedosa mirada que se diferencia de otras formas de protesta. Mientras otros organismos hacían marchas en silencio, los escraches fueron muchas veces acompañados de música, murgas, elencos de teatro que entonando “cánticos futboleros”, obligaba a aquellos en en años de dictadura decidieron sobre la vida de otros, a rodearse de vallas y custodia policial en medio del repudio organizado. Este tipo de acto trascendió la esfera de los reclamos por las victimas del terrorismo y fue adoptado por otros sectores para hacer oir sus demandas.
En el discurso de HIJOS se lee la convivencia entre pasado ("No olvidamos"), presente ("No perdonamos a quienes profundizan el plan económico que enfrentaron las agrupaciones a las que pertenecían nuestros padres") y futuro ( "por nuestros padres, por nosotros, por nuestros hijos, seguiremos luchando por la justicia y de ese modo lograr el castigo de todos los culpables"). Con una gran actividad en cada filial, presencia visible en la virtualidad imperante, acompañando no solo los juicios de lesa humanidad, sino también dando respuestas ante hechos recientes de violencia institucional como el asesinato de Facundo Astudillo Castro, o manifestando repudio por la situacion en Colombia,el presente de HIJOS se dibuja con grandes desafios. Por un lado, sostener en la memoria colectiva la lucha de sus padres y las gravísimas y aún hoy latentes consecuencias de la dictadura; por otro, completar un traspaso generacional que ya está en marcha, recibiendo la posta de lucha de dos organismos inmensos como son Madres y Abuelas de Plaza de Mayo.
Enorme responsabilidad que pondrá a prueba la solidez del camino recorrido, y que constantemente obligará a tender lazos y puentes con el resto de la sociedad para seguir teniendo vigencia.