Reseña de “El flaco”: un retrato del mítico escritor Ricardo Zelarayán
Por Analía Ávila
Macedonio Fernández me hizo comprender que las reuniones de argentinos, incluso en Buenos Aires, son largas ruedas de mate, donde uno charla, se ríe y se pone triste…que esas reuniones son verdaderas fiestas del lenguaje.
“Posfacio con deudas”, Ricardo Zelarayán.
El flaco: un retrato de Ricardo Zelarayán, fue publicado este año por Entre Ríos Ediciones y es el último libro de la periodista, poeta y narradora Inés Busquets. Ya desde la portada, que tiene una exquisita ilustración de María Luque, ambientada en un bar, con su ventilador con aspas, mesas, tazas de café, libros, lectores y la campana con dulces en el mostrador, sumerge a quien lee en el universo Zelarayán, amante de la bohemia de la avenida Corrientes y gran frecuentador de los bares La Paz y La Giralda, donde se reunía en interminables charlas con sus amigos y también se inspiraba para escribir.
El escritor Luis Gusmán, expresa en el Prólogo que era “un poeta del espacio”, con una puntuación que le da respiración al texto. “El aire no solo flota en el espacio, sino que es una neumática del tiempo, por lo que sucede en el intervalo entre una palabra y otra”, afirma. También destaca: “Sus novelas desbocadas, como La piel de caballo, tenían una cosa poco frecuente en la literatura: el humor, el chiste, cuando tienen el privilegio de pertenecer a la lengua y no solo al ingenio”.
El título del libro da señales del tono íntimo y entrañable elegido por la narradora; “El flaco” era uno de los tantos apodos de Zelarayán, otros eran “el Zorro” y “El Zela”. Se trata de un retrato, como bien aclara Busquets en su “Prefacio con deudas”, no es una biografía sino un homenaje, lo que le permite ir y venir en el tiempo, sin una línea cronológica, lo que es un acierto para el público lector. No se encasilla en un solo género, sorprende y mantiene la expectativa.
En diálogo con AGENCIA PACO URONDO la escritora cuenta que se interesó por Zelarayán en los talleres literarios del escritor Fabián Casas, gran difusor de su obra, que comentó que Ricardo no tenía hecha una biografía. Así Busquets decidió hacerla y seguir la sugerencia de Casas, acerca de hacer un perfil o retrato, que era más liberador. Gracias a él también llegó a Gusmán, que compartió con Ricardo la etapa de la revista Literal.
Busquets hizo una investigación periodística durante un año, reunió toda su obra, buceó en medios audiovisuales, entrevistas y fotos. También recogió el testimonio de familiares, amigos y compañeros de trabajo de Ricardo: estos recuerdos se van hilvanando en el relato con anécdotas y distintos puntos de vista que enriquecen la narración. Entre los entrevistados están: Margarita Zelarayán, Fabián Casas, Luis Gusmán, Sebastián Robles y Darío Cantón.
El flaco tiene 12 capítulos que tratan de distintos aspectos de la vida y obra del mítico poeta. En uno de ellos se refiere a su impronta disruptora: “Hijo de su tiempo, Ricardo Zelarayán fue fruto directo de las vanguardias. Descubrir la ruptura del lenguaje, la disrupción de los géneros y la distancia con la formación académica enarbolando la idea de experiencia como saber supremo eran solo algunas de sus premisas a la hora de escribir”. Y se puede considerar a “Posfacio con deudas” como su manifiesto; este texto está incluido en La obsesión del espacio (1972), su primer libro de poemas, y es el relato de sus procesos creativos y de su poética.
La escritora dedica un capítulo al escritor Macedonio Fernández, gran influencia en la obra de Zelarayán. Y encuentra coincidencias entre ambos, en la idea de transgredir los géneros y también en la forma de vida. Sus dos últimas obras, corales, Lata peinada, de Ricardo y Museo de la novela de la eterna, de Macedonio, “expresan el decálogo de su escritura, la importancia de la figura del lector y el postulado de su arte (…) Un arte libre y vanguardista”, revela Busquets. También resalta que los dos escribieron mucho y publicaron poco. Zelarayán tenía un “estado de escritura permanente”, pero de hecho no se consideraba escritor: “Para merecer el título de escritor hay que publicar un libro cada dos años, cosa que yo no he hecho y no creo que pueda hacer jamás. Claro esa es la burocracia de la literatura”, escribió.
El poeta nació en Paraná, Entre Ríos, y el río es un eje importante en su obra, como lo fue para el poeta Juan L.Ortiz. Se ve en el fluir de su escritura, en los recuerdos de su infancia entrerriana mencionados con nostalgia en sus poemas, y en las distintas hablas, la aristocrática y la popular. “Incorporó el lenguaje del río, las montañas y lo originario, al bagaje estilístico del artista”, destaca la narradora.
El gesto de Busquets fue además narrar en forma paralela el diario de su propia escritura, con reflexiones y preguntas sobre el acto de creación y su investigación; estos textos se van intercalando en el libro y están publicados como “Digresión I, II, III y IV”. “Reconstruir una vida no es una mera recopilación de datos y entrevistas. Es un pacto de almas y voluntades. Primero con el alma de quien vamos a hablar. Segundo con quienes lo conocieron y que aún viven para contarlo. Ambas cosas son las que me están costando”, confiesa. Y concluye sobre Zelarayán: “Él reúne la palabra misterio. Es ese río que cambia en forma continua, que a veces baja y es imposible de hallar y otras va tan rápido que te arrastra contra la corriente”.
Biografía
Inés Busquets nació en La Plata en 1979. Es periodista (UNLP), poeta y narradora. Escribe y edita para AGENCIA PACO URONDO. Publicó la biografía de una Madre de Plaza de Mayo, Quién cerrará mis ojos (Malisia, 2017) y el poemario El baile invisible (Del Dock, 2019). Participó de antologías poéticas: Apología 4 (Letras del Sur, 2019) y Traduciendo el insomnio (Enjambre, 2019). El flaco. Un retrato de Ricardo Zelarayán, es su último libro (Entre Ríos Ediciones, 2021).