Rituales del Día de los Fieles Difuntos
Por Gabriela Canteros | Ilustración: Gabriela Canteros
Por decisión de la autora, el artículo contiene lenguaje inclusivo.
Este 2021 la celebración de los fieles difuntos tiene otro tinte, luego de las vidas perdidas aceleradamente estos dos últimos años a causa de la pandemia de COVID- 19, muchos rituales de despedida y conmemoración se han visto interrumpidos, no por ello han desaparecido y permanecen en una vigencia innegable. La conmemoración del Día de los Difuntos tiene en Latinoamérica y en el norte de Argentina especialmente, una larga data. Surge producto del sincretismo cultural de las creencias católicas y de los rituales de los antiguos pueblos del norte argentino, quizás más difundido en México donde ha trascendido gracias a la popularización de películas al respecto.
La pregunta sobre la muerte atraviesa a la humanidad, preocupados por responder a la misma en el actual territorio de Latinoamérica antes de la llegada de los colonos se realizaban distintos rituales, entre los que destaca los tipos de entierros con ricos ajuares acordes a la condición del fallecido. Las ceremonias van variando de región en región, incluso de pueblo en pueblo, debido a la no centralización de las creencias. Muchos de esos rituales sólo podemos recuperarlos mediante estudios arqueológicos y antropológicos, sin embargos otros han sobrevivido de generación en generación y se siguen practicando con las variables que el mundo actual nos impone.
Así, morir, para las culturas latinoamericanas es permanecer en otro plano, y tener ciertas ventajas como poder interceder por aquellos que aún permanecen en el mundo de los vivos. El difunto recibe oraciones, tributos en alimentos, visitas durante todo el día en el cementerio y en su último domicilio la noche anterior, donde es recordado, celebrado y homenajeado.
Mientras EEUU conmemora Halloween, en Latinoamérica se preparan los rituales para el Día de los Fieles Difuntos. La palabra "Halloween" usada por primera vez en el siglo XVI proviene de una variación escocesa de la expresión inglesa All Hallows’ Even (también usada All Hallows’ Eve) que significa "víspera de todos los Santos". Esta conmemoración en Norteamérica está relacionada con los ciclos de fin del verano en las comunidades irlandesas que tiene origen en la celebración del año nuevo celta. Durante esta celebración los celtas creían que se abría un portal por el cual los espíritus tenían una oportunidad de regresar por un día a visitar a sus familiares; no sólo regresaban los espíritus amigables, sino también espíritus malignos. A partir de esa tradición utilizaban disfraces o máscaras para ahuyentar a los espíritus no deseados. El objetivo era tener una apariencia terrorífica similar a la de los espíritus malignos y así pasar desapercibido ante ellos.
Al unirse a la tradición romana se sumó al culto de la diosa Pomona, diosa de los árboles frutales, por lo cual la fruta se adicionó a la tradición, y esto puede vincularse con los dulces modernos.
Durante los siglos VII y VIII, los respectivos Papas trataron de cristianizar la festividad trasladando el Día de Todos los Santos del 13 de mayo al 1 de noviembre, en una época en que eran populares las fiestas no cristianas.
En 1840 la tradición llega a Estados Unidos de la mano de los numerosos inmigrantes irlandeses, a la cual los cuáqueros estadounidenses le anexaron la tradición de ahuecar la calabaza e iluminar con velas (la leyenda “Jack el tacaño” del cual tenemos nuestra propia versión del Miseria y Mandinga). La internacionalización de la festividad se realizó entre los años 70 y 80 a partir del cine y la televisión.
En México esta festividad se asimiló rápidamente al Día de los Muertos; este, a su vez, se vinculó con la tradición católica en el Día de los Fieles Difuntos (a través de la conquista religiosa). La comunidad mexicana, rica en tradiciones culturales, tomó la celebración como un sincretismo cultural y la asimiló a la suya teniendo preponderancia la tradición mesoamericana.
En las comunidades del norte de Argentina como Jujuy, Salta y algunas localidades de Tucumán y el Chaco se conmemora el 2 de noviembre el Día de los Fieles Difuntos, por tradición católica y por sincretismo cultural de las comunidades indígenas que poseen una variable de celebraciones alrededor de la muerte. No es de extrañar que esta celebración se haya instalado más plenamente en las comunidades donde hay supervivencia aborigen por el sincretismo de religiones anteriores a la católica, las cuales tenían una fuerte devoción a los ritos funerarios. De ellos ha sobrevivido el acto de realizar ofrendas a los familiares y amigos fallecidos, posterior a la celebración del Día de todos los Santos.
Como parte de la conmemoración se realizan altares, o mesas de pan casero u otros alimentos y bebidas tradicionales como la chicha de maíz, se llevan flores al cementerio, la tradición es muy amplia y permite interpretaciones y reelaboraciones de acuerdo a la devoción de cada familia por sus antepasados. Las tradiciones de los diferentes lugares -celtas, irlandeses, norteamericanos, latinoamericanos, argentinos y jujeños- coinciden en el principal sentido del acontecimiento que es unir el mundo de los vivos y los muertos para conmemorar la vida de los que ya no están en nuestra realidad física, asimilar la muerte desde una visión menos melodramática como un paso en nuestras vidas, establecer el fin de un ciclo y reconciliarse con quienes han dejado demasiado pronto la vida física, elaborar alimentos de manera artesanal para ofrendar a sus antepasados, amedrentar el dolor que produce la pérdida de un ser querido, conservar la cultura.
La idea de llevar adelante estas actividades tradicionales, en conjunto con la familia, es transmitir a los más pequeños las tradiciones ancestrales, enseñarles el valor de las personas que estuvieron antes que él, vincularlo con su familia, abuelos, bisabuelos y otros integrantes de su genealogía.
Como dicta la tradición contemporáneamente producto de las mixturas con el catolicismo, todo inicia el 29 de septiembre, día de San Miguel Arcángel, es la primera ofrenda para recibir a los muertos. Se ruega que se le permita a los muertos volver a su fiesta y acompañarnos. La segunda ofrenda llegara el 18 de octubre día de San Lucas. Rogando el permiso de regreso a quienes murieron en con violencia, traicionados, o que hubieran cometido alguna falta. El día de San Judas Tadeo, 28 de octubre, se comienzan a encender las velas. El 30 de octubre se prepara la celebración que está en víspera, comienzan a preparar el altar. El 31 de octubre las ofrendas dispuestas serán para las almas de lxs niñxs, se ha de hacer el camino de pétalos de flor de muerto para la llegada de los infantes difuntos, y también una escalera blanca, todo esto puede variar de lugar en lugar, de país en país, incluso de familia en familia.
El 1 de noviembre es el Día de Todos Santos, se habrá dispuesto en el altar de alimentos salados y dulces. El 2 de noviembre es Día de los Fieles Difuntos, es la celebración más importante de esta época, se disponen las ofrendas en su totalidad y se visita durante todo el día la tumba del difunto. El 30 de noviembre día de San Andrés, los muertos se despiden y regresan a su lugar.