Verónica Borsani: “Intentamos mostrar la autogestión y los lazos solidarios que vivimos en cada espacio ocupado”
Por Mariano Nieva | Fotos: Noelia Guevara
Verónica Borsani es diseñadora gráfica egresada de la Universidad de Buenos Aires (UBA) y coautora de No somos lo que te esperas, un fotolibro que muestra desde adentro la vida que se desarrolla en las comunidades que se forman alrededor de tomas y ocupaciones de inmuebles abandonados y ociosos. En conversación con AGENCIA PACO URONDO dio detalles del trabajo que incluye fotografías suyas, de Loreley Ritta, Lucía Fernández Loyza y Paula Marinaro, amigas y compañeras de experiencias. También del concepto de propiedad privada, del circuito de casas tomadas de la que participó activamente y que se dio fundamentalmente en la zona sur de la Ciudad de Buenos Aires a comienzos del nuevo milenio en el contexto de una dramática situación por la falta de viviendas, del punk, feminismo y de su breve pero sentida historia con María Soledad Rosas, la joven argentina que falleció trágicamente en 1998 tras ser desalojada y detenida con su grupo por la policía italiana de una propiedad usurpada en las afueras de Turín. “Si bien nunca me crucé con María Soledad, sí tuvimos muchos/as compañeros/as en común como la Gringa, una amiga suya más grande en edad que nosotras, quien un día creyó que yo tenía que tener su campera”, detalla. Ella me dijo: “Me quedó esta prenda de la Sole y quiero que la tengas vos”.
AGENCIA PACO URONDO: ¿Cómo fue apareciendo la idea que finalmente se materializó en No somos lo que te esperas?
Verónica Borsani: No somos lo que te esperas es un proyecto profundamente colectivo desde todo punto de vista. Por eso, en 2012 nos juntamos cuatro amigas, Loreley Ritta, Lucia Fernández Loyza, Paula Marinaro y yo, que en un momento además vivimos juntas hacia fines de los ‘90 y principios de los 2000. Al comienzo, no teníamos la idea de editar material alguno sino más bien de ponernos a ver las fotos de los archivos que teníamos ayudándonos con unos escáneres caseros que salieron por entonces para negativos. Y así, sin querer, empezamos a trabajar. Después sí fue tomando forma esta idea que nos llevó un par de años terminar porque en el medio nacieron hijos, hubo mudanzas, incluso a otros países y separaciones también. Situaciones que llevaron a que se de un trabajo cocinado muy a fuego lento.
APU: Una de las dificultades que normalmente aparecen en toda obra es la posibilidad de repetirse y de no ofrecer nada nuevo a lo ya hecho. ¿Tuvieron en cuenta esto?
V.B.: Claro. Por eso es que se fue armando el trabajo teniendo en cuenta que alrededor del mundo hay muchos libros punks editados. Entonces nosotras nos pusimos a pensar qué teníamos para decir al respecto y que por supuesto sea distinto a todo lo ya producido. Y haciéndonos esas preguntas nos dimos cuenta que queríamos contar lo que habíamos vivido. Es decir, poner nuestra mirada desde adentro del anarco punk. Contando lo que sucedía en las casas donde vivíamos y cómo y por qué habían sido ocupadas. Hablar de la autogestión, del hazlo tú mismo/a y de todo un mundo atravesado por la solidaridad y la ayuda mutua en el día a día.
APU: ¿Qué importancia tuvo una referente del punk y la autogestión como Pat Pietrafesa para la realización del fotolibro?
V.B.: Muchísima. Y fue cuando hace unos años Pat Pietrafesa nos invitó a participar de la segunda feria del libro punk en el Salón Pueyrredón donde expusimos nuestras fotos en el marco de otras expresiones artísticas. Y allí nos dijo: “Este material tendría que ser un libro. Háganlo que yo las apoyo”. Por eso es que tenemos un agradecimiento enorme para con ella porque fomentó y nos ayudó a creer que este trabajo podía tener una forma que trascendiera nuestras historias personales.
Casas tomadas
APU: Desde el punto de vista de llevar acciones de toma y ocupación de inmuebles, ¿cuál es la concepción que tienen sobre la propiedad privada?
V.B.: Desde un principio a la propiedad privada la concebimos como un crimen. Sobre todo cuando quedan ociosas o abandonadas. Lo mismo con las tierras fiscales que a veces terminan siendo parte de una formidable especulación financiera. Entonces, esta realidad sumada a la gran necesidad de conseguir viviendas donde poder vivir concluyó en la idea de ocupar pero también con la idea de abrir espacios culturales. De todos modos y para serte franca, el tema de la ocupación es muy amplio porque siempre hay que intentar que esa acción sea justa y legitima. Para evitar lo que falsamente siempre intentaron instalar los medios corporativos de comunicación de que se le va a terminar usurpando la casa a una pobre abuela o una familia de clase media. Por eso es que cuando hay una toma siempre se va a intentar emplear una manera justa y legítima de hacerla aunque no sea legal.
APU: En Barracas y La Boca históricamente se encontraban varios puntos de ocupación.
V.B.: Totalmente. Estaba La Grieta en la esquina de Arzobispo Espinosa y Avenida Patricios en Barracas por ejemplo, en donde se hacía un censo para ver qué lugares podían estar abandonados y aptos para ocupar. Por lo que cada acción era muy consciente, política y con la idea siempre presente de resolver una problemática habitacional. La Grieta además estaba pensada para la gente que venía de rule, es decir viajando. Después se terminó armando una biblioteca en la parte de abajo que se llamó Los Libros de la Esquina y una panadería. Luego vino el desalojo y varias personas que vivieron allí ocuparon La Gomera que sigue ubicada en Hornos y Rocha. Para esa misma época estaba Tierra del Sur que era un centro cultural que funcionó también en Barracas y que después pasó a ser un espacio social ocupado pero ya en La Boca sobre la calle Olavarría. Así es que en la zona sur de la ciudad de Buenos Aires se comenzó a formar un par de puntos importantes de la movida.
APU: ¿Y para ustedes, las autoras de No somos lo que te esperas, cuándo y dónde comenzó la experiencia de vivir comunitariamente?
V.B.: Para nosotras todo comenzó en Casa Loca que era una pensión en el barrio de La Boca en donde vivían varios/as punkies. Esto fue a finales de los ‘90 y en donde además Fabián y Cristian dos motoqueros punks y anarquistas fundaron el Sindicato de Mensajeros y Cadetes (SIMECA), quienes se destacaron en las jornadas del 2001que pusieron fin al gobierno del presidente Fernando De la Rúa enfrentando como si fueran una caballería blindada la represión de los milicos. Después, Casa Loca se desarmó y alquilamos una casa contigua que bautizamos La Casa de al Lado donde armamos una radio comunitaria que se llamaba Boca Libre. Una época muy divertida en donde los vecinos /as y los que no ingresaban a La Colifata, la emisora que tiene los internos del Hospital Borda, venían a hacer sus programas como por ejemplo uno que se llamó Locos del Aire. Después había otros como Charly siempre Charly que durante tres horas pasaba material de todas las épocas de García y Semillas en La Boca”, difusor de cultura reggae. También se llevaron a cabo talleres de operación y producción de radio.
Punk y feminismo
APU: ¿Qué importancia tiene para vos el punk? Teniendo en cuenta que no solo se trata de un estilo musical sino que también tiene una potencia ideológica y conceptual enorme.
V.B.: Te lo resumo de la siguiente manera, a mí el punk me salvó la vida. Lo sé y lo hablo siempre con mis amigas, porque fue un refugio para mí en un montón de situaciones familiares que me hicieron salir eyectada de mi casa por una u otra cosa y que de no haber sido así podría haber terminado muy mal. Por otra parte, esto que decís de la carga ideológica y conceptual que tiene es lo que hace que me sienta cada vez más punk. Por medio de la autogestión, el hazlo tú mismo/a, la actitud, el convencimiento sobre sus ideas y el no estar esperando nada de nadie. Y por suerte además, hay gente punkie por todos lados y al ser un movimiento internacional te permite trazar una red que va a facilitar que se te abran las puertas de una casa en cualquier parte del mundo.
APU: En los últimos años se vivió un poderoso avance político y social de las mujeres a través de consignas como Ni una Menos y La Marea Verde que trajo consigo conquista de leyes con posterior ampliación de derechos. ¿Cómo fueron viviendo desde el anarco feminismo esta situación?
V.B.: Nosotras nos paramos siempre desde un lugar antisexista sabiendo muy bien que el feminismo ya existía desde mucho antes. Nos gustó siempre esta idea de que el género no sea el que te defina tu rol en el mundo. De hecho en el Centro Social Laferrere que se abrió en su momento por acción directa de vecinos/as de la zona alcanzados por el drama de la falta de vivienda estuvo llevando adelante su activismo Diana Sacayán, alguien de quien aprendimos mucho, nos formamos y nos deformamos también. En lo personal me reivindico feminista, antisexista y en deconstrucción constante porque crecimos todos/as en una sociedad marcadamente machista. En donde las violencias y las formas patriarcales las estamos reproduciendo todo el tiempo. Por otra parte creo que lo opuesto al patriarcado no es el matriarcado sino la fraternidad, la sororidad y de cómo se autoperciba cada persona en particular. Y debo decir también que el punk nos dio esa base de respeto y de igualdad.
La Sole se fue de lo linda que era
APU: La historia de María Soledad Rosas, la muchacha squatter argentina que perdió trágicamente la vida en Italia hace 24 años, quizás para muchos/as aquí fue la que visibilizó estos grupos de toma y ocupación. Después Los Redondos con su canción “Esto es to to todo amigos” (1998) y el periodista Martín Caparrós a través de su libro Amor y anarquía. La vida urgente de María Soledad Rosas (2003) nos acercaron un poco más a la vida de Sole. Vos personalmente también tenés una linda historia para contar acerca de ella.
V.B.: Sí. Aunque tengo que decir que a Sole no la llegué a conocer porque cuando estaba en Italia yo vivía en España haciendo lo mismo, ocupando. Ella por otra parte, estaba muy involucrada con su grupo en lo que se llamó Acción Directa que hizo que lamentablemente las cosas terminen tan mal y sea todo un bajón. Porque hay algo muy fuerte que me pasa y es que no quiero más mártires por estas causas. Y No somos lo que te esperas también está lleno de ellos/as. De toda esa gente linda que ya no está. Por otra parte, y como te decía recién, si bien nunca me crucé con Sole, sí tuvimos muchos/as compañeros/as en común como la Gringa, una muy amiga suya más grande en edad que nosotras, quien un día creyó que yo tenía que tener su campera cuando me dijo: “Me quedó esta prenda de la Sole y quiero que la tengas vos”.