Tomás Abraham: "Que Milagro Sala esté en la cárcel es un escándalo"
Por Juan Borges
Tomás Abraham es un filósofo argentino de origen rumano. Durante “la noche de los bastones largos”, en 1966, abandonó el país y se radicó en Francia, donde presenció el “mayo francés”. Se graduó en Filosofía y en Sociología en Europa. Vivió un tiempo en Japón y regresó a la Argentina en 1972. En 1984, comenzó a dar clases en la Universidad de Buenos Aires. Posteriormente desarrolló una nutrida carrera como académico y docente en varias universidades nacionales e internacionales. Lleva editadas 30 obras. Su último libro se llama “La matanza negada”, una biografía familiar. En diálogo con AGENCIA PACO URONDO recorrió muchos temas, desde el presente de la filosofía, la existencia o no de un "pensamiento nacional" hasta la coyuntura argentina. "Las ideas no tienen sello de origen geográfico, y su relación con la historia no es de exterioridad. Todo pensamiento es nacional, universal, singular, humano, pero sobre todo, autoral", recordó.
AGENCIA PACO URONDO: ¿Qué lugar ocupa la filosofía actualmente en nuestra sociedad y que características debe tener alguien dedicado a dicha disciplina?
Tomas Abraham: La filosofía no es una cosa, no es una res extensa, no ocupa lugar. ¿Su importancia? Depende de los filósofos. Los hay conocidos, los hay mediáticos, los hay docentes, intervienen en ámbitos distintos. En tiempos de pandemia se los consulta, y a veces hablan y escriben sin que se los consulte. Ofician de profetas. Hacen diagnósticos y predicen lo que vendrá. No hablan como los infectólogos, los neurólogos, los epidemiólogos sobre contagios y variantes del virus, sino sobre pospandemia, y la civilización que se viene. Les encantan las mayúsculas. No son demasiado interesantes. Cuando me pide que nombre los que me interesan no encuentro ninguno, cuando nadie me lo pregunta siempre leo a varios que me interesan. No necesariamente filósofos, sino pensamientos filosóficos que pueden ser pensados sin restricción disciplinaria. Ahora leo a Orson Welles (director de cine norteamericano) y descubro ideas. Welles habla de lo “irreal a la vez que verdadero”, y nos da el ejemplo del actor James Cagney.
APU: ¿Cómo sería?
TA: Es una idea que detiene y cuestiona un saber adquirido, un lugar común, un prejuicio: el de la equivalencia entre la verdad y la realidad, y nos hace pensar. Ha creado una idea. Evoca la frase de Félix de Azúa (filósofo español): la ficción es lo que nunca sucedió pero no deja de suceder. Otra idea. Para que se genere una idea y se produzca un efecto de filosofía, es necesaria la tarea del lector. Los pensamientos filosóficos no ocupan lugar sino que circulan y dejan una marca en la experiencia de lectura de quien los descubre. De todos modos, en una sociedad en la que la lectura de libros ha dejado de ser una necesidad y, como dice Borges, una felicidad, la filosofía no está presente.
APU: ¿Es válido afirmar que los postulados del postmodernismo han triunfado sobre aquellos sostenidos por el modernismo?
T-A: En otros términos. Desde la Ilustración hasta la caída del Muro, transcurrieron dos siglos en el que se elaboraron las ideologías políticas. Relatos de legitimación del modo en que deben organizarse las sociedades. Socialismo, liberalismo, utilitarismo, anarquismo, comunismo, fascismo. Estos grandes relatos se hicieron añicos. No hay un modelo de sociedad futura. Cada una de las ideologías no se presentaba como una utopía sino como una verdad plausible de realización. El liberalismo con el positivismo como relato de un ideal de progreso que apela a una sociedad en que impere el conocimiento científico; el comunismo con el ideal de la igualdad canonizado en un socialismo científico basado en una verdad que explica la dialéctica de la historia como lucha de clases; el utilitarismo como ideología para una socialdemocracia en la que impera un Estado de Bienestar para mayorías; el nazismo y su doctrina biopolítica de la pureza de las razas. Estos son grandes relatos con del nombre de ideologías.
Cuando se habla de posmodernidad, se constata este fenómeno de que las ideologías se han convertido en “ideologitas”, pequeños relatos que combinan en un cubilete; retazos de los relatos de la emancipación igualitaria o del orden jerárquico. “Ideologitas” son los evangelismos, los monoteísmos reciclados en máquinas de guerra; es el chavismo y el kirchnerismo, con sabor a marxismo, “ideologita” es lo que hoy se llama libertario con sabor a fascismo, “ideologita” es el macrismo con sabor a liberalismo. Son relatos con saborizantes. Son el “el como si” de las viejas ideologías. Y sus militantes otro “como si” de los revolucionarios del siglo pasado.
APU: ¿Hay o hubo una filosofía de Latinoamérica y Argentina? ¿Se pueden reivindicar algunos pensadores de dicha corriente?
TA: ¿Foucault y Deleuze son filósofos francés? ¿Rousseau suizo? ¿Marx un filósofo alemán? ¿Hume un filósofo escocés? ¿Zizek es un filósofo esloveno? ¿Hay una filosofía paraguaya, otra dominicana, una libanesa, otra lituana? ¿Una filosofía de Oceanía? Latinoamérica es una región, no una cultura. Predomina la diversidad. Filósofos nacionales son Astrada, a veces heideggeriano y otras marxista; Francisco Romero, scheleriano, León Rozitchner, freudomarxista, lo que no excluye que hayan dejado alguna impronta personal.
La filosofía no tiene identidad nacional. Van Gogh no es un pintor holandés, quiero decir que sí, él como individuo es holandés, pero su pintura no lo es. Los filósofos son creadores, como los científicos y los artistas. Son originales. Pueden pertenecer a circuitos históricos que nos permiten hablar de filosofía griega o escuela escocesa, pero sólo para diagramar atmósferas culturales. Las tres grandes tradiciones de la filosofía son para la Antigüedad, la griega, y para la modernidad la que se habla en lengua inglesa, francesa y alemana. Es difícil hablar de filosofía sin mencionar a Platón, a Hegel, a Sartre, a Wittgenstein, a Heidegger, a Foucault, a Marx o Russell.
En Argentina hay escritores en los que el pensamiento filosófico no es disciplinario. Desde mi punto de vista, elijo como fuente de ideas una lista inacabable: Sarmiento, Fernando Fader, Martínez Estrada, Borges, Halperín Donghi, Baremboin, María Elena Walsh. Defino a la filosofía como una máquina de soplos pensantes que al adquirir forma se convierten en ideas.
APU: ¿Es factible un "Pensamiento Nacional"?
TA: ¿Es factible un pensamiento? ¿Uno solo? ¿Es necesario tener una doctrina integral e integrista para la constitución de una nación? ¿Se requiere una homogeneidad que anule las diferencias y marque un surco entre lo nacional y lo que no lo es? ¿El problema de los argentinos es la falta de identidad? ¿Acaso no son reconocibles? ¿No nos reconocemos entre nosotros? ¿En el año 2022 la cara del imperialismo y del colonialismo es la misma que hace un siglo? ¿Entre Jules Ferry, Lord Balfour, Stalin, George W Busch, XI Jinping, el poder imperial es el mismo? ¿La sociedad de consumo impide una cultura nacional? La pregunta sobre la identidad colectiva es indecidible. Nuestro país es una nación de mezclas. No tiene cultura originaria. Cuando nace como estado-nación lo hace según el paradigma de la modernidad: industria, educación pública y laicismo.
Las ideas no tienen sello de origen geográfico, y su relación con la historia no es de exterioridad. Todo pensamiento es nacional, universal, singular, humano, pero sobre todo, autoral. Individual. No hay marxismo sin Marx, pero puede haber Marx sin marxismo como Montaigne sin fieles. Pero no hay religiones sin pastores ni adherentes. La inquietud por el pensamiento nacional es religiosa. Busca una sacralidad.
APU: ¿Que incidencia tiene el progresismo actualmente en nuestro país?
TA: Ninguna. El progresismo despareció en el año 1989 con Raúl Alfonsín. Intentó un retorno con la Alianza y cayó en el 2001. Sus banderas fueron cooptadas por el kirchnerismo que les dio una versión diferente combinándolas con un fascismo de izquierda. No olvidemos que el fascismo no fue solo de derecha, ni el nazismo. Movimientos nazis de importancia como la Guardia de Hierro rumana, país en el que nací – como lo analizo en mi último libro “La matanza negada” - tenía en el programa la reforma agraria, la eliminación del latifundio, lucha contra la corrupción del régimen y la exterminación de los judíos. Lo hicieron. Liberación nacional, revolución social y limpieza étnica eran los principales puntos del programa. La izquierda no es inmune al totalitarismo y al terrorismo de estado, todo el siglo XX lo confirma.
APU: En su libro "La máscara Foucault'' usted realiza una reivindicación sobre Milagro Sala en un apartado. ¿Qué mirada tiene actualmente?
T-A: No la reivindico, ni la condeno. Llamo la atención. Interpelo. Hay que hacer un análisis político de la provincia de Jujuy de los últimos setenta años. El rol de las clases dirigentes, de la represión, de la vida obrera en los ingenios azucareros, del contrabando, del narcotráfico, del estado de servidumbre de gran parte de la población, de los feminicidios, del alcoholismo, de la desnutrición infantil, y luego sí cotejarlo con la política social de Milagro Sala. Nadie niega la violencia política que ella ejerció ni los privilegios que gozaban sus allegados. Pero no vivía en escandinavia. Ella y su gente no tenían derechos. Que esté ella en la cárcel es un escándalo.
APU: ¿Es posible llevar a la práctica el existencialismo planteado por Jean Paul Sartre en una sociedad como la actual, marcada por lo digital?
TA: El mundo digital potencia, crea nuevas posibilidades. Como las creó el teléfono y el automóvil. La técnica. ¿Practicar el existencialismo como la juventud hace sesenta años? Pulóver negro, un faso, preguntarse si la vida tiene sentido, tener miedo y desear coger, irse de casa y plantarse frente al padre, hacer una fogata a la noche en Villa Gesell... ¿Por qué no? Mientras estemos conectados con un celular y nos preguntemos si queremos ser varón o mujer, no le veo el inconveniente.
APU: ¿Los análisis filosóficos sobre el poder y sus manifestaciones, expresados por Foucault, poseen precisión actualmente o solo fueron fruto de una coyuntura determinada?
T-A: Los filósofos son de su tiempo. Son coyunturales, es su talento el que nos permite usarlos para pensar nuestra actualidad. Los convertimos en clásicos. Respecto de Foucault no hay duda de que el uso y abuso de la palabra “biopolítica”, que se hace hoy en día, el concepto de régimen disciplinario, su concepción del sistema de castigo y de la penalidad moderna en relación a los procesos políticos y fenómenos sociales, están presentes en análisis de nuestra realidad. A lo que agrego sus estudios de lo que llama estética de la existencia, tecnologías del yo, y sus análisis sobre la ética en relación al poder.