María Staudenmann: "Lo que me hizo Fernández fue una novela muy pulsional"
APU entrevistó a María Staudenmann, autora de Lo que me hizo Fernández, novela editada en 2020 por Azul Francia.
AGENCIA PACO URONDO: ¿Cuál fue el primer libro que leíste completo y sin obligación de hacerlo?
María Staudenmann: Alguno de infancia. Uno de Sigmar, hermoso, de Las mil y una noches; una de las historias del Príncipe Valiente, Tintín en el Congo… alguno de esos habrá sido.
APU: ¿Los libros se leen hasta el final o se abandonan? (Si abandonaste alguno, ¿cuál fue y cuál es la anécdota que valga la pena?).
M.S.: Se leen hasta el final, a menos que no nos de la cabeza. A mí me pasó con Historia de la eternidad, de Borges. Me resultó tan complejo que lo tuve que dejar.
APU: Los libros, ¿se compran, se regalan, se prestan, se pierden, se devuelven, se venden, se roban?
M.S.: Se compran, se encuentran, se regalan, se atesoran, se prestan, se olvidan, se pierden, se debaten, se devuelven, se venden, se manchan con vino y café, se doblan en los vértices, se ajan, se pegan con cinta scotch. No se roban.
APU: ¿Cuáles son tus libros preferidos de la literatura argentina?
M.S.: Mis libros preferidos van cambiando conmigo, y han sido muchos. Como obviedades inmutables, puedo nombrar Rayuela, casi todos los libros de cuentos de Borges, una antología poética de Oliverio Girondo. Dos más recientes que están difíciles de destronar son Acerca de Roderer, de Guillermo Martínez, y Los galgos, los galgos, de Sara Gallardo.
APU: ¿Cuáles son tus libros preferidos de la literatura universal?
M.S.: El satiricón (Petronio); El banquete (Platón); las Rimas y leyendas de Bécquer; Abel Sánchez (Unamuno), Madame Bovary (Flaubert), El ruido y la furia (Faulkner), La Venus de las pieles (Sacher-Masoch); Bodas de sangre (García Lorca), entre otros.
APU: ¿Hay algún personaje de la literatura con el que te sentís identificado?
M.S.: Sí, el personaje de Rosa, del Atlas de geografía humana de Almudena Grandes.
APU: Así de arrebato, ¿qué final te viene a la memoria?
M.S.: El “Epílogo” del poemario Ataca Kamchatka, de Mirtha Caré: "Los dedos teclean la intranquilidad de la noche. El hielo hace su trabajo".
APU: ¿Cuándo comenzó tu gusto por la escritura?
M.S.: De chica, cuando escribía poesías rimadas (así les decíamos) para Lengua de la escuela.
APU: ¿Tenés alguna rutina al escribir?
M.S.: No, ninguna. Por lo general prefiero escribir de noche, pero eso tampoco es condición sine qua non.
APU: ¿Tenés objetos fetiches que te sean vitales al momento de escribir?
M.S.: Más allá de que escribo con mucha más fluidez y compromiso si lo hago sobre papel, ninguno.
APU: ¿Lenguaje inclusivo en la escritura sí o no?
M.S.: Sí, aunque antes debemos trabajar para que el lenguaje inclusivo llegue al lenguaje cotidiano. Que tome una posición hegemónica. Que deje de sonar “político” y pase a sonar justo y natural.
APU: ¿Cuál es tu opinión sobre las presentaciones de libros y los ciclos de lecturas?
M.S.: Son instancias necesarias para la difusión de obras y autores y para que la actividad editorial siga viva y diversa.
APU: ¿Cómo se lleva tu literatura con el insomnio, con las noches, con los vicios?
M.S.: Súper bien. No tengo problemas de insomnio; respecto a la noche y a los vicios, son parte de mi vida y se disfrutan más si hay un proyecto de escritura por delante.
APU: ¿A quién releés periódicamente?
M.S.: Antes releía, de tanto en tanto, a Agatha Christie, mi ídola. Ahora hace bastante que no releo a nadie.
APU: ¿Qué tres autores argentinxs reeditarías?
M.S.: Reeditaría a quienes ya fueron y serán reeditades, por ejemplo, Pedro Mairal, Selva Almada, Aurora Venturini, Angélica Gorodischer. Dos amigas escritoras que merecen muchas reediciones son Francisca Mauas y Giselle Aronson. También me gustaría editar a Marcelo Filzmoser, un autor excelente.
APU: ¿Qué opinás de la literatura argentina de la última década?
M.S.: Es imposible englobar toda la literatura argentina de la última década en una sola categoría. Reina la diversidad. Hay cosas excelentes y disruptivas y otras que no me agradan demasiado.
APU: A calzón quitado, ¿leés a tus contemporánexs o solo leés las contratapas?
M.S.: Leo a todes aquelles cuyos libros tengo.
APU: ¿Qué estás leyendo actualmente?
M.S.: Terminando La flor del eucaliptus, de Mariela Dorfman (Trapezoide Ediciones) y a punto de comenzar La actualidad de la bella, de Milly Vázquez (Azul Francia Editorial).
APU: Tu primera novela, Lo que me hizo Fernández, salió en plena pandemia. ¿Cómo le fue en ese contexto?
M.S.: Demasiado bien para ese contexto. Tuve devoluciones inesperadas, gente a la que se le hizo carne, una difusión que me volvió loca de la alegría. Fue una novela muy pulsional, y con el diario del lunes siento que algo de eso se impregnó en el texto.
APU: ¿Qué es lo próximo de María Staudenmann que se viene para disfrute de los lectores?
M.S.: ¡Ojalá que sea para disfrute de los lectores! En junio sale por Azul Francia Editorial Lo que Campos no sabe, una especie de continuación o spinoff de Lo que me hizo Fernández. En este libro, el que toma la palabra es Carlos Fernández, coprotagonista de Lucía Campos en la primera novela.
APU: ¿La escritura puede aprenderse en un taller?
M.S.: Antes tendríamos que preguntarnos qué entendemos por escritura, o más bien, de qué dimensión de la escritura estamos hablando. Si consideramos la escritura en tanto forma de manifestación de la que dispone el ser humano, no, no se aprende en un taller. Se aprende desde la cuna, desde la cultura en que cada une crece, desde las prácticas familiares, desde los hábitos y las costumbres, desde el modo de ejercer la vida, que puede estar más o menos cerca de las letras. Los talleres pueden ayudar a darle una forma personal y concreta a todo ese bagaje que une ya trae.
Por decisión del autor, el artículo contiene lenguaje inclusivo.