Documental “Un lugar en el fin del mundo”: homenaje a Néstor Rubén Peretti y a los presos Conintes
El Plan Conintes, ejecutado en Argentina entre 1958 y 1961, representó una de las formas de represión estatal contra los sectores populares y fue un antecedente de las acciones llevadas adelante en el período 76-83. Tuvo su base en la ley 13234 de Organización de la Nación para Tiempo de Guerra. La misma se apoyaba en la doctrina de Defensa Nacional que consideraba, entre otras cosas, que el conjunto de la población debía participar en el esfuerzo de guerra.
No constituyó un sistema represivo en sí mismo, fue una forma de reorganización del personal y las estructuras militares para hacer frente a situaciones especiales, que por su magnitud o gravedad, exigieron (según el poder político de turno) el concurso de las Fuerzas Armadas para recuperar el orden perdido. La puesta en marcha del plan constituye una forma específica de operar sobre la población civil y, en el caso puntual de nuestro país, sólo fue empleado como método represivo de trabajadores en momentos de intensificación de luchas políticas y sindicales.
En su edición de sábado 30 de abril de 1960, el diario La Capital de Mar del Plata, en un artículo titulado: “Plan Conintes: dictaron penas de 1 a 15 años de prisión”, se detallan los nombres de los condenados. El único con 1 año de prisión era Néstor Rubén Peretti. Tenía entonces 23 años y formaba parte de un grupo de peronistas notables que fueron acusados de la voladura de una planta de gas ubicada en Córdoba y Juan B Justo. Juzgados por un Consejo de Guerra, se le asignó como lugar de detención la Base Naval de Mar del Plata.
Los condenados intentaron un recurso ante la Corte Suprema de Justicia, planteando la inconstitucionalidad del Decreto 2639/60 y la incompetencia de la Justicia militar, dado que ellos eran civiles. El recurso no prosperó ya que se lo calificó de “extemporáneo”.
Peretti, que había nacido el 21 de diciembre 1936, falleció el 21 de enero de 2021. Al momento de su deceso cobraba una pensión de la Provincia de Buenos Aires, algo así como una jubilación mínima. En 2013 comenzó a tramitar la reparación de la Ley Dovena, que es una ley nacional que establece una reparación para quienes, entre el 16 de junio de 1955 y el 9 de diciembre de 1983, fueron detenidas o resultaron víctimas de desaparición forzada o muertas en las circunstancias establecidas en las mismas.
A pesar de que su nombre figuraba en las listas de detenidos, la burocracia hizo que a Peretti no le alcanzaran sus ochenta y cinco años de vida para ver materializado en el acto de la reparación, el perdón que le pide el Estado argentino por los delitos cometidos contra su persona.
Julio D´Auro, con guión y fotografías propias, le rinde homenaje en este breve pero sentido documental, Un lugar en el fin del mundo. Una voz en primera persona, como si fuera el mismo protagonista, relata los días de los presos Conintes en la cárcel de Ushuaia.
A pesar de que su nombre figuraba en las listas de detenidos, la burocracia hizo que a Peretti no le alcanzaran sus ochenta y cinco años de vida para ver materializado en el acto de la reparación, el perdón que le pide el Estado argentino por los delitos cometidos contra su persona.
“Yo voy a hablar de lo que le pasó a la gente de Mar del Plata. A todos nos fueron a buscar a nuestros domicilios particulares. Ninguno estaba clandestino, por lo que nadie esperaba esta acción de la Marina...". Así comienza la narración del traslado a la base de Punta Indio en camiones, donde los suben a aviones DC 4 y los llevan a Río Grande donde se reúnen con más compañeros traídos desde otros lugares y los llevan a su destino de detención: Ushuaia. En esa cárcel pasaron condiciones terribles en cuanto a frío y hambre, algunos quedaron con secuelas de enfermedades respiratorias de por vida.
Néstor y su esposa volvieron años después y visitaron el presidio convertido en museo. El director les informaba a los visitantes que el lugar no había sido utilizado desde su cierre en 1947. Al enterarse por Peretti de lo ocurrido en los años 1960-61 se forja entre ellos una relación que se mantiene a lo largo de los años. Al director le parece justo un homenaje hacia los sobrevivientes, quienes convocados por Néstor acudieron al destino sureño.
Hoy, una placa con los nombres de todos los detenidos garantiza que sus nombres no quedarán en el olvido.
Peretti dedicó su vida a difundir la verdad de lo vivido por este grupo de militantes políticos y sociales en esos años, consagró un lugar de memoria desconocido en el “fin del mundo”, pero no vivió para ver la justicia materializarse en su reconocimiento. Como con tantos otros, el mundo de los derechos humanos está en deuda con él.