“Había una vez un mago”: la intimidad de Favio en el rodaje de “Aniceto”
APU conversó con Oscar Frenkel, director de Había una vez un mago, documental sobre Leonardo Favio, filmado durante el rodaje de Aniceto, que pone énfasis en la relación humana del director con los técnicos y el elenco. Oscar comparte la dirección con la hija de Favio, María Salomé Jury. El estreno fue en noviembre, en el marco de un nuevo aniversario del fallecimiento de Favio y ya recibió dos menciones en el Festival Internacional de Cine de la Provincia de Buenos Aires: una del jurado y otra de la Asociación de Cronistas Cinematográficos de la Argentina.
AGENCIA PACO URONDO: Describime brevemente tu trayectoria y cómo te relacionaste con la obra de Leonardo Favio.
Oscar Frenkel: Yo empecé en los años 90, primero hice televisión, trabajé en la TV Ataca y después me dediqué a hacer videoclips vinculados con música, actividad a la que le dediqué veinte años. Estudié cine en una escuela que dirigía Ángel Faretta, ahí vi a Favio y fue como un descubrimiento, a mis veintipico me acuerdo haber visto Soñar, soñar y me partió la cabeza. Me entró profundamente en el corazón, me acuerdo de la emoción, con quién fui, la hora en que fui. Ese fue mi primer acercamiento con Favio y con su obra. Después empecé a ver otras películas, a leer sobre él y en el 2006, cuando Favio está por filmar Aniceto, Javier Leós, que es amigo mío, lo llama a Favio para producir su película.
APU: ¿Cómo surge la idea de filmar “Había una vez un mago”?
O.F.: Javier me pregunta si quería hacer como un diario de rodaje. Le dije que sí, sin pensar nada, empezamos a filmar y a pensar en la idea de hacer un documental. Allí conocí a la hija de Favio que se sumó y empezamos a trabajar en conjunto esta idea. Al año hicimos unas entrevistas y se dio de proyecto propio a común y ahora este documental del que estamos hablando. No era algo pensado de antemano, no pensé que iba a conocerlo y trabajar con él, o para él y su pelicula. Fue todo un imprevisto como lo que vino después, pero estoy muy agradecido de que haya pasado.
APU: ¿Cuál fue la respuesta del público?
O.F.: El documental empezó a circular ahora hace poco, tiene tres proyecciones recién. Noto que la respuesta es muy buena, muy emotiva. La gente valora mucho el ver a Favio, porque el documental lo muestra dirigiendo. Tiene dos aspectos de intimidad y eso creo que es lo interesante. Por un lado está él trabajando, esa intimidad en el set, cómo dirige a los actores, cómo dirige la acción, la fotografía, se lo ve a él en una plenitud laboral y desde una manera muy cercana. Logramos que la cámara esté muy cerca y se lo escucha, cómo habla, cómo modela, cómo utiliza las manos para modelar el cuerpo de los actores, dirige una rana, dirige un coche, son todas cosas en las cuales se lo ve a él muy presente en la obra. Y el otro aspecto muy íntimo es el de las entrevistas que hicimos con la hija, Pupi, que es él en su casa. Ella lo maquilla, después las charlas que tienen, y eso también logra esta cosa de novista. Y lo que siempre se agradece es escuchar a Favio hablando. Es un gran orador y por supuesto sabe contar, desde muchos aspectos, cuenta como desde una película, cuenta cantando, actuando, pero también de manera oral. Creo que los espectadores cuando escuchan y ven la película, quedan encantados es con este acercamiento que tienen hacia el artista.
APU: ¿Pensás seguir trabajando sobre la vida y la obra de Favio?
O.F.: Sigo leyendo los mismos libros que hay sobre él y los nuevos que salen. Vuelvo a ver sus películas, quedé como en una “espiral faviana". No sé si sabés que en Avellaneda está el museo y el archivo personal de Favio que estamos cuidando desde el municipio. Ahí tenemos un montón de material de archivo de él. La misión es buscar todo el material que haya de Favio en la Argentina y en el mundo. Eso nos da un acercamiento a materiales desconocidos y genera el deseo de hacer otro trabajo audiovisual sobre él. Creo que es posible con todo el material que tenemos. Tenemos el detrás de escena de Gatica, el de Perón, el de Aniceto, por supuesto. También están todas sus películas en una altísima calidad, las notas de los diarios, entrevistas que dio, archivo de AGN. Falta esa película todavía que es contar a Favio a través de su propia voz. Eso sería lo que estamos pensando con Javier Leós.
Es una mirada diferente, porque esta vez es él en su rol de padre y creador, y no un personaje, el protagonista. Lógicamente quienes disfrutamos de su obra necesitamos conocer un poco más la escencia de ese hombre con enorme talento y humildad, cuyas producciones cinematográficas generan esa inexplicable necesidad de volver a verlas una y otra vez sin aburrirse, descubriendo cada vez nuevas sensaciones y giros poéticos. Esta película nos ayuda a descubrirlo en sus personajes, especialmente en esos antihéroes como Nazareno Cruz, Juan Moreira y Gatica. “Gatica soy yo”, dijo en una entrevista a un periodista. “El origen, la personalidad, las carencias y los dolores de Favio y Gatica son, en esencia los mismos”, afirma Norberto Galasso en su libro Leonardo Favio.
Esa es la síntesis que refleja Había una vez un mago, el hombre detrás del “mago”, que sin dudas se agradece y se disfruta.