Juan Courel: “Cristina tiene una capacidad de ordenamiento del debate político que no apareció en nadie más”
APU Stream, el programa de la Agencia Paco Urondo que sale los sábados de 11 a 13 hs por el canal de Youtube de Gelatina dialogó con Juan Courel, especialista en comunicación política. Courel planteó distintas reflexiones alrededor del acto de Cristina Fernández del pasado jueves, sobre las internas del oficialismo y de la oposición y en torno a la elección del año que viene.
Agencia Paco Urondo: ¿Cómo vio el acto de Cristina?
Juan Courel: Es un nuevo acto de Cristina. En general, no pasa demasiado, es más la expectativa y la convocatoria que se genera alrededor pero no hay grandes títulos. Pasa lo mismo hace quince años y, sin embargo, cada vez que va a haber uno empiezan las elucubraciones. Es una demostración de vigencia y deja contenido para ir desgranando y que va a formar parte de la narrativa a largo plazo de Cristina.
También pasaba en sus discursos de apertura presidenciales. Esta vez tocó la seguridad. Antes, por ejemplo, hablaba del salario docente, pero no se traducía en cambios en la política educativa. Es Cristina cien por ciento y es la manera de construir política y de comunicar de ella. No es lo mismo que “no pasó nada”. Hizo una convocatoria, se generó mucha expectativa, se paralizó la política durante el momento en el que habló y por las especulaciones de los días anteriores. Muestra que claramente tiene una capacidad de ordenamiento del debate político que, por ahora, no apareció nadie más que lo pueda tener con ese nivel de potencia.
Fue un acto, en el Día de la Militancia, en el que le dijo a la militancia que ella va a formar parte de la discusión política, se va a hacer cargo de su rol de conductora y deja en claro que el orden y el discurso que a toda la militancia le está faltando hace bastante tiempo ella lo va a proponer.
APU: ¿La viste candidata?
J.C: No sé, pienso que tiene que serlo porque es la única de ser capaz de hacer una campaña que encolumne potencia detrás. Sé lo que pasa cuando no hay tantas ganas de ir a pelearla, cuando el candidato no despierta lo mismo. No sé si alguien que no sea ella, ella o alguien que la represente de una manera más absoluta, puede hacerlo. Es una elección complicada.
APU: Después del acto hubo una foto con intendentes, dando cuenta de que en Provincia quizás la cuestión está más ordenada que en lo nacional por los intentos de los gobernadores de desdoblar. ¿Cuál es su análisis?
J.C: Esa foto muestra que, sobre todo en el Conurbano y en la provincia de Buenos Aires, nadie está pensando en abrirse y romper el Frente de Todos. Estoy seguro que eso no alcanza para ser competitivo electoralmente. A veces me pregunto si es lo mejor, dado que priorizar la unidad por sobre todas las cosas nos trajo hasta acá. Hay desgobierno y movilización porque no sabemos para dónde vamos. ¿Cuál es el plan económico de Alberto Fernández que no estaría pudiendo hacer por una interna que se lo impide? ¿Cuál es la alternativa a eso? No queda claro y eso le quita densidad y debilita la propuesta política.
Si vos ya convences al peronismo bonaerense de que la unidad manda, es muy difícil que en otras provincias, con un electorado menor en términos de cantidad de votantes, se encuentre una manera de generar una alternativa. No ordena nadie más que Cristina en el peronismo y, a la larga, nadie con peso o fuerza va a competir ese liderazgo.
APU: ¿Existe en las coaliciones principales una dificultad para plantear propuestas a futuro?
J.C: Sí, y no es nuevo. Pasaba también en 2019, porque la situación es muy complicada. Si sos oposición no tenes incentivos claros para ser responsables. Nosotros tampoco lo hicimos, porque puede llevar a que estás justificando. La estabilidad del próximo gobierno va a tener que ver, en parte, con no generar demasiadas expectativas. Creo que es gran parte del problema que está teniendo el gobierno hoy, no desde la campaña que no prometía demasiado pero sí a partir de que la situación se agravó. Al presidente le faltó describir la gravedad de lo que se enfrentaba. Eso te quita credibilidad, y es comprensible.
La dificultad la tienen todos y la oposición va a ser más irresponsable en ese aspecto, porque no tiene por qué hacerse cargo. Sin embargo, Juntos tiene muchas dificultades también. No es que la gente enojada con el gobierno, que se alejó después de votarlo en 2019, está pidiendo que vuelva Macri. De ninguna manera. El enojo es con ellos también. De repente Milei sí, aunque propone soluciones muy fáciles que en la realidad de una gestión no las podría concretar de ninguna manera.
APU: ¿Le parece que faltó insistir en el panorama que nos encontrábamos?
JC: Sí, hubo un mensaje en el cual se eludía el hecho de que la gente iba a pagar parte del costo. Eso era inevitable. Después cuánta parte es la discusión. De hecho, lo estamos pagando. Había una subestimación de la necesidad de explicarlo. Guzmán hablaba de “tranquilizar” la economía y no decía que implicaba aumentar tarifas, por ejemplo. Faltó más pedagogía y claridad.
No hay que repetir el modelo, pero Menem, cuando asume, decía “cirugía mayor sin anestesia”. Después de decirlo y hacerlo, ganó elecciones. La sociedad es capaz de entender cuando la situación requiere algún malestar. Si te cree y sos capaz de generar expectativa positiva y confianza sobre tu palabra, te puede acompañar. En todo el continente hay tres excepciones a las derrotas de los oficialismos por la pandemia. Nicaragua, Venezuela y México, con López Obrador hablando y reconociendo la gravedad de la situación. Es menos de subestimar.
APU: ¿Cómo está la interna de la oposición?
JC: Tiene la ventaja de serlo en un contexto de crisis económica, en términos de comportamiento electoral. Vale preguntarse qué es la oposición. Si sos Horacio Rodríguez Larreta, que pensaba que iba a entrar caminando a la Casa Rosada, estás en un gran problema. No lo veo en condiciones de ganar su interna. Está endureciendo su discurso porque ve que Patricia Bullrich lo arrasa electoralmente. Está cambiando de estrategia pero hay que ver si le sale, porque estuvo haciendo otra cosa. Hay que ver si le creen.
Si sos Mauricio Macri, con el objetivo de aprovechar la oportunidad para tratar de redimirse, no sabes qué hacer porque el Frente de Todos lo que más querría es que fuera candidato. Es contra más argumentos tenes. Si sos Bullrich, miras con recelo porque si no quiere ser Macri capaz lo banca a Larreta, y ahí tendría problemas y podría generar que crezca Milei, que tampoco es una ola que se lleva todo puesto. Están todos especulando y no hay un liderazgo en la oposición.
APU: ¿Qué condimentos le ve a esa interna en relación a las PASO?
J.C: Es una interna muy diferente a la del 2015, que fueron testimoniales con Sanz y Carrió donde se sabía que Macri arrasaba. Ahora habría competencia. En ese escenario yo creo que se matan, pueden hacer cualquier cosa. Además, realmente ven que quien gane esa interna tiene verdaderas chances de ganar la elección.
Si el oficialismo logra poner un poco más de acuerdo y ordenar su discurso político y narrativa, y obviamente que la gestión mejore un poco, eso le da una oportunidad, más la polarización que sigue existiendo. En la elección de Brasil todos los nuestros estaban festejando el triunfo de Lula, cuando debían festejar que Bolsonaro casi gana después de entrar a la campaña derrotado y subestimado. Por efecto de la polarización fue acumulando y casi ganó, menos mal que no. Nada es tan definitivo en épocas de crisis. Todo puede pasar.
APU: ¿Qué van a hacer los radicales? ¿Responderían a la convocatoria por el dialogo, la democracia y otra forma de hacer política, no necesariamente en términos electorales?
J.C: Me sorprendería mucho que el radicalismo responda a la convocatoria. Han tirado algunas líneas o puentes, como Gerardo Morales, que tampoco es un líder nacional que acumula mucho voto detrás. No sabemos qué pasa con el radicalismo porteño o bonaerense. No soy optimista, ya están muy jugados con una estrategia, que es que Larreta se vaya de la Ciudad de Buenos Aires y les deje el camino para volver al poder.
APU: ¿Hay que apostar directamente a la polarización?
J.C: Hay que polarizar de manera inteligente, convocando y tratando de ampliar dependiendo los temas. Es el gran desafío de la polarización, que viene dada, no es que la elegís. No se trata de mentir u ocultar lo que pensas sino de elegir los consensos que hay detrás de lo que vos propones que son más factibles para empoderarte, construir poder y política y que más gente te banque. Polarizar sí, pero hay que convocarlos, lo que implica también escucharlos.
Primero hay que empezar por lo propio, por eso creo que estuvo bien el acto de Cristina en ese aspecto. Sí, fue el Día de la Militancia Peronista. Lo que está pasando es que no hay discurso político. La militancia no tiene esperanza en este momento. En alguna entrevista, cuando era senadora o diputada, Cristina le dice a su entrevistador “usted es pesimista porque es intelectual, yo soy militante política y tengo la responsabilidad de ser optimista”. Es cierto, es un deber militante. No puedo tolerar un político que diga que los problemas no tienen solución. Lo primero es darle esperanza a esa militancia y después ver a quién convences.
APU: Esta semana arrancó el mundial. ¿Hay que desmitificar la idea de que puede favorecer en términos electorales y de gestión al gobierno de turno?
J.C: La única vez que Argentina salió campeón en democracia al año siguiente el oficialismo perdió por aplaste, que fue Raúl Alfonsín en 1987. Había grandes problemas económicos en ese entonces, claramente no es un antídoto. En este momento de tanto descreimiento y apatía creo que hay que tener cuidado porque el intento de aprovechamiento puede generar mucha bronca. La gente no es boluda.
Hay que tener mucho cuidado y sintonizar. Hay un reclamo que es “ocúpate de mis problemas”, por eso hay que tratar de no estar lejos de lo más explícito que cansa repetirlo. Disfrutaría del mundial como cualquier argentino pero trataría de no hablar demasiado. Si efectivamente buenos resultados deportivos mejoran el humor social, mejor y aprovéchalo para hacer otra cosa.
APU: En ese sentido, ¿cómo lo ve a Sergio Massa?
J.C: Está haciendo algo muy bien, que por ejemplo el presidente no, que es no hablar demasiado y meterse en la responsabilidad que tiene. Con respecto, no le hace bien irse a arreglar la guerra en Ucrania. Ni siquiera si la arreglara, que no va a pasar. No es ese el tema. Es un momento para decir “la situación es muy grave, no hay nada más en agenda que lo que a la gente le está pasando acá”. Entiendo que nos afecta, pero es una carambola de información muy compleja de revisar por qué.
Eso Massa lo está haciendo bien y también está administrando el silencio, como bien lo hace ahora Cristina. Cuando ella, en términos monetaristas, sobre-emitía con la cadena nacional, no se generaba la misma expectativa. Pierde densidad y no se revisa cada palabra. Es bueno que Massa esté tratando de no hablar tanto, y le está saliendo.
APU: ¿Cree que hay un punto donde el gobierno, o Alberto, le perdió el humor social a la gente?
J.C: Fue en la pandemia. Se entiende porque fue una situación muy difícil. No digo a Alberto, sí al gobierno en su conjunto, pero costó comprender el estrés y la complejidad que generaban las medidas de cuidado. Costó mucho darse cuenta e hizo falta una derrota contundente el año pasado. Estaba la sensación de que la gente estaba contenta por cómo la cuidaron, no digo si estuvo bien o mal, sino que no estaba así. Eso le pasó a casi todo el Frente de Todos.
APU: Cristina está con la lógica de la esperanza y cuando habla de futuro es para decir que hay que recuperar esos momentos cuando éramos tan felices. Otra opción es hacer una campaña del miedo, como se hizo en 2015 y se perdió. ¿Cómo piensa esa cuestión?
J.C: Se perdió, pero sin esa campaña en el ballotage hubiéramos perdido por mucho más. Llegamos sin decir nada y nos va mal. Ganamos pero después, según las encuestas, perdíamos por muchísimo. Fue conmocionante el buen resultado de Cambiemos. Ahí se cambió la estrategia y, si bien es contra fáctico y no lo voy a poder demostrar nunca, estoy convencido de que esa era la línea.
El año que viene va a haber una campaña del miedo importante, hay que hacerla. Eso no significa ser capaz al mismo tiempo de vender una esperanza. No es todo o nada. Si en intención de voto estás hecho pelota pero decís que el otro te va a subir la edad jubilatoria no es lo mismo. El miedo es un gran motivador. Cuando la hicimos en 2015 fue una novedad, porque nadie hablaba del otro y la polarización no estaba tan clara, y nos decían que era campaña sucia, pero no inventamos nada que no era. Detectar algo que te da miedo es mucho más movilizador, cognitivamente, que casi todas las otras sensaciones que podes tener en la vida.
No significa que no hay mensaje a futuro. Es eso, y además un contraste. No todo es lo mismo, una cosa somos nosotros y otra cosa son ellos. Proponemos dos cosas diferentes y el votante enojado tendrá que entender que va a condicionar lo que le pase en el futuro. Es una buena manera de llamar la atención respecto de cuáles son las diferencias. Es lo que la oposición va a hacer, como siempre hizo con “vamos a ser Venezuela”, que funcionó un poco en 2015 y en 2019 no. No hay que tenerle miedo al miedo.