Crónica de un ataque esperado: el bolsonarismo apuesta por el caos

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    Intento de golpe de Estado
    Intento de golpe de Estado en Brasil
INTENTO DE GOLPE DE ESTADO

Crónica de un ataque esperado: el bolsonarismo apuesta por el caos

09 Enero 2023

Una semana después que Luiz Inácio Lula da Silva asumió la presidencia, con cientos de miles de personas llenando la Plaza de los tres poderes en Brasília, unos pocos miles de bolsonaristas invadieron los edificios públicos, provocando destrozos en el Palacio da Alvorada, sede del Ejecutivo, el Congreso y el edificio del Supremo Tribunal Federal, mientras Jaír Messias Bolsonaro se encuentra en Estados Unidos, por miedo a ir preso. La Policía Militar del Distrito Federal no impidió los destrozos, escoltó a los extremistas hasta el lugar. Lula decretó la intervención de la Seguridad Pública de Brasília. El ministro del STF, Alexandre de Moraes, separó del cargo al gobernador de Brasília, Ibaneis Rocha, por 90 días, para que no pueda destruir pruebas. Flávio Dino, ministro de Justicia, informó ayer que tienen identificados a todos los ómnibus que llevaron manifestantes y a quienes pagaron por ellos. 

Ataque esperado 

Tras la derrota electoral, el bolsonarismo llamó a acampar en frente de los cuarteles militares, pidiendo un golpe de Estado “para evitar que el comunismo vuelva al gobierno”. Los campamentos no pasaron de un bando de deficientes cognitivos, manipulados para ello. Personas capaces de decir que por detrás de la llegada de Lula al gobierno hay un plan mundial de la Internacional Socialista, de la que la UCR hace parte, que es preciso impedir. Personas que creen que la Tierra es plana, que repitieron que la vacuna contra el Covid venía con un chip para manipularnos, y que montan shows frente a los cuarteles dignos de Benny Hill. La derecha opera sobre personas con limitadas capacidades cognitivas, desequilibradas emocionalmente, llenas de odio, con la inteligencia suficiente para entrar a la Casa de Gobierno a cara descubierta y filmarse cometiendo delitos. Como dijo el abogado del PT, João Vicente Augusto Neves “me parece poco inteligente salir para cometer delitos y destruir la sede del tribunal que te juzgará en última instancia”.

La invasión de Brasília se organizó a través de grupos de WhatsApp. Era esperada. Lula no estaba en la ciudad, viajó para Araraquara, donde a fin de año la lluvia causó destrozos. Durante la semana pasada, Janja, la primera dama, mostró el Palacio de la Alvorada a la prensa, para que vieran el descuido y los destrozos que había hecho Bolsonaro durante su estadía. El estado en el que los bolsonaristas dejaron el palacio quedó a la vista del mundo. 

Los y las extremistas de derecha no sólo rompieron vidrios, muebles, computadoras, pantallas, cuando rompieron dos obras de inmenso valor de Di Cavalcanti y Portinari, así como destrozaron un reloj del siglo XIX, que João VI recibió de regalo en Europa y trajo para Brasil. El ministro de la Secretaría de Comunicación Social de la Presidencia, Paulo Pimenta, informó que también fueron robadas armas del Gabinete de Seguridad Institucional de la presidencia. El ministro señaló que por el estado de la sala donde el armamento se encontraban quienes robaron las armas sabían dónde estaban y qué buscaban. “Tenían información”, dijo Pimenta. 

"Tras la derrota electoral, el bolsonarismo llamó a acampar en frente de los cuarteles militares, pidiendo un golpe de Estado 'para evitar que el comunismo vuelva al gobierno'"

Provocar el caos

Durante una conferencia de prensa el ministro de Relaciones Institucionales, Alexandre Padilha, informó que el objetivo de quienes invadieron Brasília fue provocar acciones semejantes en todo el país. El bolsonarismo llamó a sus fanáticos a bloquear refinerías de petróleo para impedir que salgan camiones a distribuir combustibles. Lula ordenó que se desmontaran todos los campamentos en frente de los cuarteles. Cuando la Policía Militar del Distrito Federal fue a desocupar el campamento frente al  cuartel general del Ejército, se encontraron con que el ejército no los dejó pasar. Movilizó blindados para impedirles el paso, siendo que estaba presente Ricardo Cappelli, nombrado interventor de seguridad. Con la llegada de la policía la mayoría de los y las bolsonaristas se fueron pero hubo quienes se quedaron a resistir. 

Ocupar las calles

Para el día de hoy se llamó a movilizar en todo el país en defensa de la democracia y el respeto de la Constitución. Es de esperar que las manifestaciones sean inmensas, sobre todo en San Pablo. A la población brasileña no le gusta la violencia ni las agresiones. Ya la sufrió bastante. Con la invasión de ayer, Bolsonaro queda aún más marginalizado. El repudio internacional fue grande. Presidentes de las mayores potencias del mundo manifestaron su apoyo a Lula. El extremismo expresado ayer abrió una posibilidad para que la derecha pueda ofrecer de nuevo una opción al antipetismo sin caer en el delirium tremens.

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