Escuela para señoritas Al Rawabi 2: redes, acoso y presión social
En la escuela para señoritas Al Rawabi ya no se oye el mítico himno que caracterizaba a la institución. Ahora, en cambio, lo único que suena es el ruido de las notificaciones de los celulares y del contenido de los diversos videos de Tik Tok que las alumnas comparten, likean y miran una y otra vez hasta el hartazgo. Contextualizada tiempo después de la primera temporada, quizás uno o dos años, en esta ocasión se aparta a un lado el bullying como tema principal -aunque siempre presente en mayor o menor medida- para abordar una problemática igual de relevante en el público sobre todo adolescente. Puede que, de ahora en más, cada entrega de Escuela para señoritas Al Rawabi sea autoconclusiva.
En una era marcada por la explosión de las redes sociales, si no participás en ellas es como si no existieras. Aún así, para muchas personas no es suficiente con compartir contenido y seguir todas las tendencias. Hay quienes aspiran a que sus vidas enteras giren en torno a gozar de popularidad en el mundo virtual, lo que conduciría a su vez a un cierto prestigio en la vida real, y harían hasta lo imposible por conseguirlo. Sarah (Tara Abboud) es una de ellas. Se siente invisible en su entorno y lo que más desea es formar parte del grupo VIP de su curso. Una vez que lo logra, su mera existencia se transforma radicalmente y se encuentra en la cima. Sin embargo, es bien sabido que todo lo que sube tiene que bajar.
Escuela para señoritas Al Rawabi podría ser catalogada como otra de las tantas series destinadas a adolescentes en donde se tratan tópicos como el hostigamiento, la necesidad de encajar socialmente, los trastornos de alimentación, y los peligros de los contenidos que circulan en internet. Sin embargo, lo novedoso de esta producción de Netflix es que transcurre en un colegio para mujeres ubicado en Jordania, país con costumbres machistas y normas que vulneran derechos de las feminidades. Por lo tanto, las protagonistas no sólo deberán lidiar con los típicos problemas de su edad, sino también con los conflictos que acarrea el simple hecho de existir en tanto mujeres en esa desigual sociedad.
En Jordania aún continúa vigente la legislación que posibilita enviar a la cárcel a una mujer por salir a la vía pública sin el permiso de su esposo o padre, así como la obligatoriedad de las pruebas de virginidad si sus familiares hombres las denuncian, ya que el sistema se rige en el sometimiento de ellas a la tutela masculina. Además, existen códigos de moral que permiten asesinar a aquellas que hacen uso de un inexistente libre albedrío para decidir con quién relacionarse de forma amorosa. Por ejemplo, recién en 2017 fue derogado un artículo del Código Penal que establecía sobre las víctimas de violación la obligatoriedad de desposar a su agresor para, supuestamente, proteger el honor de su familia.
En la serie es posible observar cómo se habla de la indecencia de una joven que elige vivir su sexualidad libremente, siendo considerada una deshonra tanto para su familia como para la sociedad. Al ver episodio tras episodio no queda duda de que su creadora Tima Shomali busca darle una perspectiva feminista a una producción que, sencillamente, podría no serlo debido a las características de la sociedad en la que transcurre. Según datos oficiales, gran parte de la población profesa el islam y comparte severos castigos impuestos a las mujeres.
A pesar de su escaso reconocimiento a nivel mundial, existe una cultura feminista en Medio Oriente. La lucha de las mujeres en pos de sus derechos es, quizás, aún más significativa ya que, en términos de nuestra perspectiva occidental, cuestiones que nos son más que naturales, como por ejemplo insertarse en el mercado laboral, o al menos intentarlo, son de alguna manera excepcionales. A 2021, únicamente el 14% poseía un trabajo.
De esta manera, Escuela para señoritas Al Rawabi, cuya primera temporada fue estrenada en 2021 y esta última a mediados de febrero, es la segunda serie original en árabe de Netflix. Es, en la plataforma, una de las pocas producciones de Medio Oriente que muestran una perspectiva feminista, ya sea a través de sus escenas, diálogos, e incluso en la música. Tal vez, esperemos, haya efecto contagio y cada vez haya más historias que permitan visibilizar lo que muchas veces está oculto.