Pablo Semán: “El desconcierto sobre Milei es más grande ahora que antes”
APU Stream, el programa de la Agencia Paco Urondo que sale los sábados de 11:30 a 14 hs por el canal de Youtube y Twitch de Gelatina, dialogó con Pablo Semán, sociólogo y antropólogo, quien reflexionó sobre la actualidad política del país.
Agencia Paco Urondo: ¿Cómo ve la situación actual?
Pablo Semán: Creo que se abrió la única oportunidad que podían aprovechar los nacional, popular, democráticos, a partir del triunfo de Javier Milei, que era revisar las maneras de ver, actuar y componer la organización política. Mucha gente cree que es lucido lo que yo digo, porque digo lo que ellos hubieran querido decir y no los dejaron, o ni siquiera que se les ocurra, y los que critican son un siga-siga permanente o creen que porque uno diga esto en voz alta se van a perder más votos de los que ya perdieron haciendo lo mismo de siempre.
No era que tenía mucha esperanza además, porque no creo que sea un gran momento, pero me parecía que era importante poner en discusión cómo se sigue con todos los temas que hay que discutir. Lo que veo es que en el campo nacional popular, y diría incluso algunos opositores a Milei que no son parte, con los que creo que habría que tener diálogo, no tienen repertorio opositor. No es que no quieren, incluso querrían, pero no saben cómo. Me parece que sigue vigente, y eso es lo más preocupante, una carta de navegación un poco errada.
APU: ¿En qué sentido?
PS: Todo el mundo creía que las cosas eran como creían que había sucedido en 2015, que no fue así, y en 2001, que tampoco fue así. Esa historia, retrospectivamente, se cuenta como una alianza entre piquete y cacerola. No fue así y tampoco el pueblo redescubrió la verdad después de haber abandonado a Cristina en 2017. Tampoco va a ocurrir ahora que una crisis económica haga sola el trabajo político que tendrían que hacer los nacionales populares y los opositores para poder ponerle un poco de coto a lo que está haciendo Milei.
Ahí ya hay una carta de navegación vieja: crisis económica, emergencia, sube la marea, nuestros barcos vuelven a flotar y la única tarea es encontrar un mascarón de proa, un gil que se ponga adelante que tenga votos o sea conocido. Nunca fue así, pero ahora menos que nunca va a ser así.
APU: La experiencia del Frente de Todos muestra un poco eso.
PS: Sí, eso por no pensar, por ejemplo, que tendría haber sido una organización que discutiera sus planes, que los pusieron en común y todo eso. La fórmula de 2019 era un giro al centro y ese fue el contrato electoral que se rompió, no el de no hacer lo de Vicentin. La fuerza política que llegó al poder en 2019 no tenía repertorio para gobernar como fuerza de centro. Cuando hubo que hacerse cargo de la responsabilidad de gobernar Alberto la ejerció horriblemente y el resto eran opositores con goce de sueldo.
APU: ¿Por qué la carta de navegación quedó vieja?
PS: Esa carta de navegación quedó vieja por una cuestión que es muy importante. El triunfo de Milei no se lo esperaban, no lo entendían en el momento que ocurrió pero menos están entendiendo la sustentabilidad que tiene. Por eso la carta de navegación es otra. Hay una parte de la sociedad argentina, que estoy viendo ahora en el trabajo de campo, que por un lado están situados en la perspectiva de que estamos viviendo un gran cambio histórico. Eso toca a todo el mundo porque diría que inclusive los opositores más opositores, que están en contra del mismo, no están diciendo que esto lo resuelven mañana. Es un síntoma muy indirecto de ese cambio histórico.
Por otro lado, me estoy fijando, en las entrevistas y conversaciones que tengo, más en los gestos que en lo que dicen. Hay miedo para hablar porque la hostilidad es permanente entre todos. El otro día hablaba con un señor, que estaba relativamente descontento con lo que pasaba con el PAMI y el ritmo del ajuste fiscal. Le dolía, pero en un momento se acordó de que antes estábamos nosotros y dijo “menos mal que eso ya pasó” con dolor en el alma. Todos usan encuestas que aplanan emociones que nunca aparecen y entonces creen que es cuestión de sumar y llegar a ser competitivos. Si ves estas reacciones en tiempo real te das cuenta que esa gente no va a volver para atrás de cualquier manera y no le va a convencer siquiera el argumento del hambre mileista.
APU: A la política le cuesta mucho más descifrar el momento actual.
PS: El desconcierto es más grande hoy que antes porque, en buena parte, se intentó salir diciendo “vamos para adelante”, “vamos a volver” y esas cosas. Quizás porque viví los 90 y la dictadura digo cosas que, para quien no tuvo esas experiencias, no se entienden, pero reflexionar, preguntarse discutir, pensar nuevas agendas, repertorios, figuras y sus modos de relevamiento, no es no estar haciendo nada. Los nuestros se quedaron deprimidos por la derrota y lo único que están esperando es que vuelvan las fuerzas. Yo soy el más esperanzado frente al desconcierto de lo que oigo o de lo que se sintomatiza como desconcierto. Todo eso es importante.
Ahora, si uno piensa que hacer política es recuperar el gobierno, ir a instalarse como funcionario, hacer políticas públicas y fundir militancia y funcionariado en una cosa que ya sabemos que no sirvió mucho, si la expectativa es esa, entonces esta agenda que estoy proponiendo es nada. El argumento crítico contra mí es que es un programa de Elisa Carrió. Claro, parece poco y dicen que hay que discutir nuevas ideas. Por ejemplo, de mucha actualidad, aunque fue discutido muchísimas veces, es importante discutirlo y tiene un montón de desbalances, a partir de la carta de Cristina. No es tan ocioso discutir nuevas ideas. Alguien podría decir que no son nuevas, que son malas, pero hay cosas para discutir.
La otra es promover un debate más articulado y serio. No puede ser una fuerza política se maneje sólo por Twitter. Hay que debatir, organizar una fuerza política. De nuevo, ya estamos entrando a discutir las listas electorales del año que viene con el único objetivo ya no de revertir una relación de fuerzas simbólica negativa, ni cambiar ese estado de conciencia, ni discutirle a la sociedad para dónde va el cambio histórico, sino de asegurarse para determinar agrupación la mayor cantidad de legisladores posibles. Después lo pueden disfrazar de preservación de la unificación política del campo popular, que es lo que se dice, pero en el fondo es eso para algunos amigos.
APU: ¿Hoy en política es más difícil ser de centro que irse a los extremos?
PS: Voy a empezar por algo que parece lejano, pero en realidad no lo es. El lazo entre organizaciones políticas, Estado, periodistas, consultores, militantes, públicos, incluso electores, que sería la sociedad política, es una isla que está viviendo un terremoto en medio de un océano cada vez más embravecido y que te va comiendo las costas. Para mí, las soluciones político institucionales que uno pueda pensar están en el marco de una gran crisis ya no de la política sino del tipo societal. Nuestra sociedad se está reorganizando con un montón de cosas fuera de radar, como fue por ejemplo Milei pero siempre vinieron habiendo a partir de cierto momento.
En ese contexto, las disputas de la sociedad política, centro, izquierda y derecha, son menos relevantes. Creo que era hora de una tentativa de centro quizás en 2015, probablemente en 2019, pero de todas maneras, producto de esta situación anterior, que es la transformación de la sociedad argentina y, en ese seno, de las relaciones políticas, todo se fragmentó muchísimo y el centro es imposible. Tiene una pata muy hacia la derecha, en términos de programa económico posible, con el cual diría en voz baja que el 75% de ese centro coincidiría con un ajuste. Después nadie quiere llevarlo adelante ni poner la cara. Se podría hacer de forma más expansiva y menos regresiva distributivamente, que es importante y eso es una discusión. La oposición dialoguista no sabe cómo ni se atreven a darla.
Después, muy a la izquierda, sobre todo de la sociedad política y no en general, que necesitan que les hagan reconocimiento de todos los pines y pañuelos que se compraron de 2007 en adelante. Ese centro es imposible porque el paralelogramo de fuerzas que hay que sumar en realidad es insumable. Uno tira para un lado, otros tiran para el otro. Además, el centro no se dice, es un resultado de una operación de confluencia entre distintos factores políticos, que igual siguen fragmentados, separados y disgregados, con lo cual sí es posible que el centro sea. Antes creí que era relativamente posible, creo que es bastante difícil si no imposible.
APU: Se lo suele plantear en comparación con Brasil.
PS: El experimento de construcción de un proceso que lleva una posición de centro es posible en Brasil con Lula, que ve mucho más allá de lo que ve el PT y dice de ir con Gerardo Alckmin. Es como si en 2019 Cristina hubiera decidido ir con Horacio Rodríguez Larreta, pero no pudo sostener eso por la razón que sea. En cambio, Lula sí y tiene al PT a veces en riña. Por ejemplo, tiene una posición frente a Venezuela y el PT otra. Argentina no resistiría o no ha sido capaz de mostrar la fuerza para organizar un proceso político en que esa diversidad no estalle.
APU: Ha sucedido, al menos, durante el kirchnerismo de 2003 a 2013.
PS: Hasta cierto punto, no creo que hubiera sido fácil. Fue dicho públicamente que Néstor Kirchner en 2009 habló con varios dirigentes con los cuales se había peleado y reconocía haber cometido dos grandes errores: Dejarlo crecer a Mauricio Macri en la Capital y la 125. Creo que es así. Lo primero fue con argumentos que se repitieron hasta ayer a la noche. Siempre pueden, siempre pueden más y siempre nuestros aguardentosos siguen pensando que uno es un loco que grita. Hace dieciséis años que venimos con esa historia de cancherear.
Desde ese momento en adelante, más allá de esa toma de conciencia posible que tuvo Néstor Kirchner, lo dominante fue despreciar y desestimar las posibilidades de los otros. La 125 fue un momento donde el peronismo rompió con el resto de la sociedad. Confrontó acumulación política a la económica, entonces se terminó peleando no sólo con el sector agroindustrial sino con una identidad mucho más amplia, que es el campo, y también con el interior. Eso organizó una oposición agonística, lo cual no creo que sea lo mejor que se puede hacer. Siguen a Ernesto Laclau, que para mí es Leopoldo Galtieri pero de izquierda.
APU: ¿A qué se refiere?
PS: Si quieren venir que vengan, les presentaremos batalla, pero te terminas rindiendo, y todos los soldados, pero vos no pagas ningún costo. El agonismo y antagonismo a muerte no era una política pero mucho menos un antagonismo en el que tenés todas las de perder. Fundar la práctica política sobre la base de la declaración del antagonismo ya es lo más problemático. Además, tiene el problema de que lo organizaron para perder. Eso no quiere decir que en la sociedad no haya conflictos ni que no haya antagonismo. Una cosa es que los haya y otra que uno los exacerbe.
Lo estoy diciendo en prevención de que, cuando uno critica el antagonismo a muerte que propuso el kirchnerismo con el campo, por ejemplo, son todos profesores de sociología y te dicen que en la sociedad no puede no haber conflictos. Nadie está diciendo que no, claro que los hay. Ahora, cómo gerencias esos conflictos y operas políticamente en ellos. En 2008 declarar la guerra a muerte entre la oligarquía y el pueblo no era la mejor forma de gestionar los conflictos propios de la sociedad Argentina que tenían que ver muchísimo con decisiones retrasadas sobre el modelo productivo.
APU: ¿Coincide con que la política está disociada entre hablar a la gente y notar que los conflictos de La Libertad Avanza no pegan de la misma manera y no tienen que ver con la realidad efectiva?
PS: Hay tres cosas. La primera, la sociedad política es una ínsula en un terremoto en un mar embravecido y ese proceso tiene destino de fragmentación y violencia. Puede haber una fórmula electoral ganadora, que revierta la situación en la sociedad política, y eso no cambiaría mucho lo que pasa con el destino en general de la sociedad argentina, que está atravesada por miles de conflictos. Hay un peligro muy inminente, que es que vamos a una sociedad de fragmentación y violencia, en las relaciones entre los Estados provinciales y el Estado nacional, de los grupos sociales y al interior de la política, dentro de la cual ubicaría las de La Libertad Avanza.
Milei trajo a la política una novedad muy grande y un contingente de gente que se incorpora que, en el marco de organizaciones políticas todas hipertrofiadas, obliga a hacer un ajuste de la existencia de todas esas. Ahí aparecen cortes transversales a toda la política porque no hay una sola fuerza que no esté rota. En parte lo están porque cada una tiene su paritaria específica con el gobierno y esto incluye también el kirchnerismo. Los radicales, gobernadores, el PRO y el kirchnerismo también negocian. Todos son fulleros y les mienten a sus militantes horriblemente.
La tercera es que creo que la interna de La Libertad Avanza está magnificada en el imaginario de los opositores de todo tipo. En el fondo, todos ellos creen que no pueden hacer nada. Están rendidos y vencidos a su falta de ideas y a todas sus limitaciones. Lo único que creen que puede pasar es algo externo, porque de ellos no cabe esperar nada. No estoy diciendo que no espero nada, que la verdad es que no y aun así me decepcionan, pero ellos no esperan nada de ellos mismos. Si lo hicieran, dejarían de estar esperando que un estallido económico o rupturas de La Libertad Avanza hicieran el trabajo político que ellos no quieren y, a esta altura, están convencidos de que no saben hacer.
APU: ¿No lo saben hacer?
PS: No sé si lo saben o no, veo gente que está convencida que no sabe para dónde agarrar. Vuelvo a insistir, no sólo el kirchnerismo sino todos los opositores. Conozco dirigentes opositores que gobiernan territorios, están pensando que la situación social es crítica y no entienden cómo no estalla ni saben qué hacer. Hablar más con el gobierno o generar algo opositor. El problema de la interna es apostar demasiado a que los quilombos de ellos resuelvan los de otros.
APU: ¿Alguna última reflexión?
PS: ¿Qué resultado dio la insistencia en la negación? Los argumentos que estoy diciendo algunos, a esta altura, ya los está diciendo Cristina. ¿Por qué pensar que no nos equivocamos muchísimo si llegamos a esto? Hay otra salida mental para esto, que para mí es mala porque es una forma profundamente antiperonista de pensar la política, que es pensarla a partir de las élites. El peronismo fue un movimiento que, entre otras cosas, le dio protagonismo al pueblo y a las organizaciones populares en los más diversos modelos de organización.
Ahora, esta misma gente, que cree que el pueblo tiene agencia, cuando se explica los acontecimientos políticos lo hace por factores externos y por elites. Son los dueños de los medios, redes, compañías aéreas que organizan reuniones globales, etc. Todo eso existe, es importante, ya lo sabemos. Lo que no estamos dispuestos a saber es qué es lo que pasa en la sociedad. Veo una disociación muy grande entre la tribu de los analistas económicos, la de los políticos y sus analistas, que entran en diálogo, y el análisis de la sociedad.
APU: ¿En qué sentido?
PS: Los economistas, como no hubo una expresión de protesta generalizada, se la pasan pensando que va a haber cambio o devaluación, pero miran todo como si fueran un tablero. Yo, que hago más un trabajo de análisis social, es que hay muchísima gente sufriendo, lo cual no quiere decir que se vaya a ser anti gobierno porque cuando ven quiénes son los opositores dicen que les miedo, dolor y asco. Los analistas políticos están jugando a la ciencia política, centro, derecha izquierda, espacios vacíos u ocupados, piso electoral, etc., que son discursos de abogados de un régimen legal antiguo. Ese régimen, distribución y estabilidad electoral ya no es tal. Milei no fue un accidente. Estamos en un país electoralmente dividido, pero ellos siguen en sus análisis.
Además, así como los economistas no tienen un desmentido en la protesta, los políticos no lo tienen en sus cálculos electorales cuando no hay elecciones. Por eso hay agrupaciones que ganaban todas cuando no había, porque las encuestas dicen, y después eran totalmente diferentes. Siguen en su mundo de errores como si fuese cierto. Después, en la sociedad hay muchísimo sufrimiento, y mucha gente también con esperanza, y crujiendo. La vida económica de la gente, más allá de sus posiciones políticas, está siendo muy complicada. Esos tres mundos y visiones están totalmente divorciados. No hay un análisis de lo que está pasando en la sociedad. No me refiero sólo a identificar demandas. Un estado de ánimo, periodización de la historia o capacidad de movilizarse o no en determinado sentido político. Todo eso no lo saben los economistas y no lo quieren saber los políticos.
APU: Estamos todos esperando un poco más de la política en general.
PS: No es que no lo esperaría de la política, creo que se lo pediría más activa y críticamente. La elección del año pasado significó, para mucha militancia nacional, popular, democrática, etc., una derrota y sobre todo orfandad. Incluso aunque se mantenga la tendencia a votar a los mismos dirigentes la intensidad de la relación con esos mismos es mucho menor que lo que nunca fue. Esa es la orfandad. Nadie espera mucho de nadie, salvo gente que está en la tentativa de avivamiento de la vieja religión. Quienes están en orfandad tienen que tomar una decisión: venderla barata a cualquier simulacro de renovación de liderazgo o tratar de intervenir activamente en el proceso de reducción de la misma y no creer que aparece un padre en cada piedra.