Lali contra los profetas del odio
“Aquí, en la cancel, debo advertirle que esta casa tiene dos puertas y usted está entrando por la del frente que es “Los profetas del odio”. Pero intento que usted vaya, más adelante entrando por la puerta trasero. Por eso su “Yapa”, que es “La colonización pedagógica”, ahora incorporada. Así conoceremos dinámicamente el aparato de la superestructura cultural del país…”
Así presentaba Arturo Jauretche su libro editado por primera vez en 1957 y luego reeditado posteriormente con su “yapa”. En ese trabajo, el filoso ensayista nacional desmembraba el lenguaje del odio que habían desplegado la intelligetzia para defender y justificar el golpe de estado en 1955. No solo para demostrar cómo habían construido una imagen demonizada en torno a Perón y su gobierno sino también (y sobre todo) militando el ajuste y represión posterior sobre los sectores populares. Posteriormente, la “yapa” brindaba detalles sobre todo este aparato ideológico que el marxismo denominaba “superestructura” de la cual la cultura era la fundamental para colonizar mentes y voluntades.
Hace 50 años que nos dejó Jauretche y esto que vivimos no es resultado de un golpe sino de un trabajo minucioso y de largo aliento llevada a cabo por la colonización pedagógica. Los tiempos cambiaron y si bien nosotros no tenemos un Jauretche, ni un José María Rosa, ellos tampoco cuentan con un Ezequiel Martínez Estrada, ni un Gino Germani. Gracias que tienen un Agustín Laje y a Luis Alberto Romero. La diferencia está que a ellos no les hace falta intelectuales de fuste. La política del ajuste se lleva a cabo con dureza, mientras se distrae con frivolidades. Meses atrás, en otro artículo nos preguntábamos por qué el mismísimo presidente y su ejército de trolls se obsesionaba con atacar a una cantante popular como Lali Espósito antes que hacerlo con un adversario político como Cristina Fernández y nos vino a la mente la guerra mediática llevada a cabo entre Taylor Swift y Donald Trump. Nada original, por cierto. Lo interesante es cómo la oligarquía renueva sus herramientas de dominio y control a través de una colonización pedagógica que se despliega por los diversos espacios de comunicación, mientras nosotros nos trenzamos en purismos y sectarismos.
Hace unos días que los fans asistían a sacarse fotos ante un afiche gigante de Lali promocionado por Spotify, cuando el miércoles el mismo amanecía todo escrachado. El fandom enseguida acusó recibo y denunció a los haters que proliferaron en demasía luego del bullying mediático llevado a cabo por el presidente. Gran sorpresa fue, cuando la cantante se limitó a anunciar el estreno de su ultima canción. El supuesto escrache era una movida promocional vinculada al videoclip del mismo. La canción se llama “Fanático” y es su respuesta a los “profetas del odio”. Lo novedoso del nuevo tema es que por primera vez graba una canción con altas dosis de rock, con fuertes reminiscencias a “I love rock n roll” de Joan Jett (de hecho, en algunas escenas del video se lookea como ella) aunque su timbre de voz se acerque más a la versión de esa canción que hiciera la por entonces princesa del pop Britney Spears. Supone, entonces, una nueva faceta artística de la cantante argentina que había anunciado previamente en varias oportunidades, al colaborar en grabaciones con A.N.I.M.A.L., Fito Páez, Juanchi Bailerón y Cachorro López.
La trama de la canción también fue explorada como testimonio de los noventa en numerosos conjuntos de rock donde, por el precio de la fama, tuvieron que lidiar con el atosigamiento de la prensa y los fanáticos (como ejemplo, “Uo pa pa pa” de Los Piojos o “Mensaje” de Attaque 77). En el caso de Lali la trama cuenta con otra densitud, no porque fuera una prosa de alto vuelo sino precisamente está mediada por el presente, por el reciente ensañamiento.
“Te encanta hacer como que no tenés idea quién soy
Y sé que tenés un poster mío en tu habitación.
Cada vez que salís de noche escuchás mi canción
Y ya se la sabe de memoria, eso se llama obsesión”
El video explica todo y no deja dudas de la realidad de la artista. Si bien la trama no deja de ser trillada (Lali presencia un casting donde diversas personas pretenden imitarla), la elección de los personajes y lo que representan cada uno de ellos lo hace sumamente representativo.
Entonces, aparecen personas pertenecientes a la comunidad LGTB (de la cual Lali es a las claras uno de los emblemas más destacados por su compromiso y empatía), un desparpajo disfrazado de monja (por su exitoso personaje de la novela “Esperanza mía”), hasta una chica morocha que se parece más a Emilia Mernes que a ella (¿fue adrede?). Ahora, los dos personajes más emblemáticos donde sí el mensaje de la canción se mediatiza con la realidad nacional: un “gordo” con musculosa, gorrito y bombo (representación estereotipa del peronista) y otro gordo rubio, con patillas que se presenta rompiendo una hoja y vociferando cosas ininteligibles mientras Lali lo escucha aburrida, comiéndose un pancho, para luego quedarse dormida. Este último gordo referido está tan bien caracterizado que no le hacía falta ponerle una peluca para saber que se trata de una caricatura de Javier Milei, el cierre de su escena es crucial: el tipo se pone violento y termina siendo separado de manera intimidante por el “gordo peronista”.
“Yo entiendo qué te pasa, si sos tan solo un niño
Aunque te hagas el malo, te está faltando cariño
Yo no tengo enemigos y no los necesito
Igual vení, acercate, que te firmo la fotito”
En el cierre todos los personajes hacen pogo mientras el que representa a Milei se incomoda en un costado, amagando irse. Finalmente, aparece el afiche de Lali (el mismo que promocionaba) que empieza a ser escrachado con aerosol hasta que la cámara muestra que se trata de la misma cantante haciendo la intervención.
La respuesta de Lali hacia los profetas del odio nos deja muchas cosas para reflexionar: cómo recurro a una movida promocional novedosa, la sutileza en responder a los haters y al mismísimo presidente y cómo resucitar al rock como una herramienta contestataria. Lindo sería que muchos puristas empiezan a ser creativos e imitarla para combatir alegremente como también sugería Don Arturo.