Los dos Ciros: los Caínes del rock nacional (segunda parte)

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ROCK NACIONAL

Los dos Ciros: los Caínes del rock nacional (segunda parte)

02 Marzo 2025
“Saberse arraigado a la tierra es la primera forma de la sabiduría de un pueblo”. (Carlos Cullen)

En la primera parte de esta nota hemos referido a las trayectorias iniciales de ambos Ciros (Ciro Pertusi y Ciro Martínez) durante los primeros noventa cuando sus conjuntos comenzaron a perfilarse como exponentes del rock barrial o chabón. En tiempos donde el gobierno que había ganado con promesas justicialistas había implementado la fiesta neoliberal: privatizaciones, indultos a los genocidas, aceleración de la mundialización comercial (la llegada de los hipermercados y luego los shopping center rompían los lazos de identidad comunitarios. No más almacenes vecinos) surgimiento de una nueva categoría sociológica gracias a la precarización: los “nuevos pobres” se colaban en los barrios de emergencia, compartiendo sus desgracias con los “pobres estructurales”.

En estos primeros años noventa, tanto Attaque 77 (liderado por Ciro Pertusi) como Los Piojos (liderado por Ciro Martínez) expresaban una resistencia instintiva desde la música a través de letras contestatarias. Desde el punk rock y el rock and roll respectivamente lograban con el tiempo construir su propio sonido, característico de su lugar en el mundo. El legado rioplatense (tango, folklore, candombe) se cuelan en las letras y en el ritmo. Ambos, sin perder su referencia inicial a Los Ramones y a los Rolling Stones, realizan un sincretismo musical. Paradójicamente, en el contexto de apertura desmedida de la cultura trasnacional que amenazaba con socavar las raíces culturales el rock barrial reivindica su lugar en el mundo desconociendo los sonidos impuestos desde MTV y las radios extranjeras.

Ahora, partiendo de las primeras características generales pasamos a las particulares en común a los Ciros. La intención de estas semblanzas en claves plutarquianas responde a la necesidad de evidenciar cómo estos artistas populares destacados logran interpretar y transmitir lo que fluía en los márgenes de la cultura. Lo que no se daba a conocer mediáticamente (inmersos en la fiesta menemista de pizza con champan, a espaldas de la realidad dramática tan similar a los tiempos actuales) era referido por los Ciros. Como decía con Los Piojos en Cruel:

“Lavan tu razón/queman tu corazón/ la única aventura es ver
colores.
“Te despertaré/ despertame ya/ de esta pesadilla/de ilusiones.
“Nunca te ví en ningún aviso/ nunca te ví en la televisión/ nunca te ví en ningún diario/nunca nunca nunca escuché tu voz...”

La pérdida del padre

En ambos casos, la relación con los padres fue conflictiva y con un triste final que fueron reflejadas en canciones. Andrés Ciro sufrió tempranamente por la separación de sus padres, mientras que Pertusi padeció la profunda depresión que aquejó en su padre por penurias económicas, quitándose la vida en 1979, cuando él apenas contaba con 11 años. En 1998 le dedicaba para el álbum junto a Attaque 77 la canción “Alivio” donde relataba la sensación de su padre momentos antes de suicidarse

“Nubes de angustia/Cubren mi cielo/Lluvias oscuras/De pensamientos

“Cuando no quedan salidas/ Cuando no hay nuevas entradas/ Cualquier recurso que alivie el dolor, el dolor/ El dolor, el dolor/ Antes de la tormenta”.

En cuanto a Andrés, su padre era médico que atendía a pacientes terminales y, por esa razón, acaso se pudiera encontrar frustrado como profesional para curar estas enfermedades y padeciera problemas de salud mental en su propia vida.

"Muy despacito sobre el abismo volaré empecé escribiendo solo en la cocina de mi casa y me puse a llorar desconsoladamente. Después mi viejo estuvo mal y terminé el tema con la estrofa. Él estaba mal, en realidad tenía como una depresión importante y a raíz de eso tomaba pastillas, mezclaba, como buen médico, y se automedicaba".

"Él era endocrinólogo, atendía mucha gente con cáncer, no iba al psicólogo. Sobre el final de su vida él me contó, él me dijo 'no sé qué hacer'. Había llegado un lugar en donde se sentía en un callejón sin salida. No había hecho plata para ponerse un maxiquiosco, no tenía un hobby y él me decía 'me siento muchas veces con una persona que sé que va a morir y no se lo puedo decir por la profesión'. Muchas veces esa familia tenía que poner plata y plata con tratamientos que extienden la agonía. El por eso tuvo quilombos y amenazas telefónicas a mi casa, porque los laboratorios que no querían que él investigue tratamientos alternativos”.

El papá del líder de Los Piojos falleció a los 56 años, en 1996, antes del furor que provocase su tercer álbum Tercer Arco. La canción “Muy despacito” formaba parte del segundo disco Ay Ay Ay (1994)

"Creo que empecé en el '93 a hacerla. Fue justamente en un momento que mi viejo estuvo mal, lo internaron de urgencia, lo fui a visitar, él no podía salir por días. Estaba en un hospital psiquiátrico, en el hospital Álvarez, había unos jardines muy bonitos ahí pero la situación era todo lo contrario. La letra la hice de una. A él le gustó mucho, me dijo que era impresionante cómo había descrito la situación. Y me dice 'Vení por favor acompañame' y había un pibe que tendría 25 años, estaba internado también, y el flaco me dice 'hola, cómo estás, escucho tu música'. Entonces el chico me dice 'vení por favor, solamente dame la mano'. Me quedé ahí un ratito con él, muy fuerte".

“Muy despacito” es una de las canciones más emblemáticas de Los Piojos y, a su vez, una de las más difíciles de interpretar para Ciro ya que suele quebrarse en el final de la misma con los versos: “Abajo el sol yo vi”. Esa frase poética representa la caída del cielo, hacia el abismo. Antes de la tormenta, como lo describía Pertusi.

La construcción de la mujer, problemas en retrospectiva

Hace 8 años atrás, Melany Grunewald escribía para APU “Vorágines de un rock perfumado: construcción de la mujer en el Rock Nacional”.

Como había observado Grunewald, la imagen de la mujer construida desde el rock barrial no desentonaba con lo que decía la cumbia, el pop y la balada romántica.

Aquel artículo impecable desmenuzaba las principales letras del rock nacional desde sus inicios durante los 60 hasta la actualidad, donde existe a las claras un nuevo paradigma que da visibilidad a la mujer, descosificándola y decodificándola ante la clásica estructura de la canción romance construida desde la visión del hombre. Este cambio avanzó de manera crítica (y muchas veces despiadada) hacia declaraciones y canciones de décadas atrás. El feminismo militante, en su afán pedagógico buscando deconstruir prejuicios y preconceptos, cometió la mayoría de veces el peor pecado que pudiera hacer un historiador: no considerar el contexto histórico. De esta manera, muchas veces, dicha predica emancipadora provocaba una cacería de brujas. Como había observado Grunewald, la imagen de la mujer construida desde el rock barrial no desentonaba con lo que decía la cumbia, el pop y la balada romántica. Simplemente, transgredía muchas veces lo que era “políticamente correcto” provocando indignación como lo había hecho originariamente Spinetta en 1973 con “Me gusta ese tajo”. De esta manera, las letras de los Ciros no diferían de cómo estaba construido el rol de la mujer de barrio durante los noventa.

Hace unos años atrás, coincidiendo con el cruce de acusaciones hacia diversos artistas que habían desarrollado comentarios desafortunados como Gustavo Cordera y Cacho Castaña comenzaba a reproducirse declaraciones extemporáneas de Ciro Pertusi junto a la letra de una canción de 1995 llamada “Páginas pegadas”. En función de una declaración de Ciro realizada en 1997 donde defendía el amor entre una adolescente y un adulto, ¡empezaron a acusarlo de pedófilo refregando fragmento de la canción aparecida en el quinto álbum de Attaque 77 llamado “Amén!”

“Casta y pura, angelical me atrae su inocencia/Es algo inmoral/ Quisiera llevarte a pasear, comprarte juguetes y hablar/Que es joven, que es chica, que es menor de edad/ Nada justifica dejar de mirar, / yo nunca te voy a lastimar/Juguemos al doctor, juguemos nada más”.

En realidad, la canción habla del morbo mediático que proliferaba por entonces: recordemos aquella tapa de la revista Gente de 1992 donde aparecía una pre-adolescente Nicole Neumann cuyo título era “Sexy a los 12 años”. Los y las que lo acusaban a Ciro Pertusi no se detuvieron a leer que después la letra continuaba con “(…) Muñeca de la televisión, / cuanto más pelotuda mejor/ Desfila, sonríe, me mira al pasar…” Lo que pretendía demostrar la letra era precisamente como los medios construían a una adolescente en un objeto de consumo sexual.

Por otro lado, la canción “Páginas pegadas” es casi contemporánea a “Manise” de Los Piojos, editada un año antes de “Amén!”:

“(…) Entregada la viste a la mocosa/Le enseño alguna cosa y le doy para comer/ Y la vida, la vida que es tramposa/ Agarró a tu mocosa y te la hizo mujer/ Ahora vivo/ vivo como un esclavo/Pensando que hechás mano/ de lo que te enseñé”.

Aquella letra de Ciro acreditada en conjunto al resto de Los Piojos también la lectura lineal podría entrever el abuso de un hombre hacia una menor. No obstante, la lectura completa de la letra puede dar muchos significados donde la mujer pareciera ser una construcción metaforica que expresaba las adversidades y desafíos del protagonista. Claro, la interpretación no deja ser heteropatriarcal… pero ¿qué esperan que salga de una canción popular de 1994?

Ninguno de los acusadores hipócritas recordaba la prematura letra “Sexismo” que escribiría Pertusi posteriormente en 2007 para su disco “Pirotecnia autorizada”

“Día a día aprendiendo a ser/Intento replantear mi manera de ver/ Que obsesiva es nuestra sociedad/Clasificándose por su elección sexual…”

Los dos Ciros, auténticos Caínes de nuestro rock, condenados a recorrer junto al resto las victorias y derrotas de nuestro Pueblo se ven a expuestos a demostrar que no existe el genio creativo en solitario. Demasiados humanos, como advertía Vico con su devenir filosófico, es el hombre quien se conoce y se reconoce a través de su hacer, que es también su hacerse, identidad de hacer y conocer parangonable al proceso de la creación divina.