La esencia histórica de El Eternauta

  • Imagen

La esencia histórica de El Eternauta

02 Mayo 2025

El pasado 30 de abril se estrenó en la plataforma Netflix la serie El Eternauta, creada por Bruno Stagnaro e inspirada en la clásica historieta nacional escrita por German Oesterheld y dibujada por Francisco Solano Lopez allá por 1957.

La crítica en torno a la esencia de dicha historia ahora protagonizada por Ricardo Darín se encuentra bastante fraccionada: los que no conocían la historieta se mostraron interesados aunque no quedaron encantados por los tiempos bastante lentos en el desarrollo (nosotros acostumbrados a la acción violenta y frenética del pochoclero cine yanqui); los fanáticos ideologizados por el clásico de Oesterheld fueron en su mayoría despiadados con respecto a la adaptación y, finalmente, los que no tenían idea de nada y la han consumido como una serie de ciencia ficción más, ambientada en un mundo distópico (y cada vez más cercano a la tragedia). Para muchos, la trama no tiene mucho que aportar a lo ya visto en series como The Walking Dead o The Last of Us. No obstante, me parece oportuno realizar algunas observaciones sobre el valeroso esfuerzo del equipo creativo de mantener la esencia argentina en un proyecto comercial trasnacional.

El sentido político de El Eternauta

Cuando la edición original había salido a la luz por entregas por la revista Hora Cero, en el país gobernaba a fuerza de represión, fusilamientos y proscripción del peronismo la autodenominada Revolución Libertadora. Sin vistas de próxima resolución, con el peronismo anulado de la escena partidaria, el proyecto político de carácter desarrollista de Rogelio Frigerio picaba en punta. En la trama original de 1957 se trasluce el programa integracionista de la dupla Frigerio/Arturo Frondizi se torna evidente en la alianza policlasista que transmite la trama de El Eternauta. La reproducción que llevó hasta el hartazgo sobre lo del “héroe colectivo” propia de su historia lejos se identifica con la noción de Pueblo y Patria que había transmitido el peronismo. En torno a las diferencias sobre revisionismo peronista e integracionismo lo hemos mencionado en un articulo sobre Arturo Jauretche tiempo atrás.

Volviendo a El Eternauta y la noción de alianza policlasista que cuenta con un proyecto nacional, como todos los proyectos en boga allá por la década de los 50 y 60. El reformismo, el rol del Estado, y la visión industrializadora y progresista eran los ejes de todo gobierno más allá de los signos ideológicos: después de todo, por aquel tiempo conservadores, progresistas y nacionalistas propugnaban una presencia del Estado como eje vital para el desarrollo.

En la obra de Oesterheld-Solano López, el protagonista Juan Salvo era un cuentapropista. Y su amigo Favalli era el científico, el cerebro. En ese sentido, el parecido de la caracterización del personaje con Rogelio Frigerio no era casualidad; así como tampoco lo era aquella pintada en la viñeta con la leyenda “Vote Frondizi”, mientras avanzaba la denominada resistencia ante el invasor. Obviamente, el sentido político de El Eternauta fue agudizada por el aura y el martirio posterior de su creador signada por la tragedia; fue apropiada por el kirchnerismo hace 15 años atrás de manera tan exitosa que mucho gorila se irrita con el poster promocional ya que permanece en varias retinas aquella intervención de El Nestornauta.

Sin embargo, como ha sucedido con muchas figuradas veneradas por aquellos tiempos: Oesterheld, como lo había sido Walsh, son figuras signadas por el compromiso político y militante pero de un proyecto de izquierda de corte revolucionario que poco tenía en coincidencia con el peronismo. Pero el tiempo todo lo mezcla, en el lodo cambalacheano.

La reciente adaptación, no obstante, no rompe con la esencia original de Oesterheld. Después de todo, su Eternauta fue un modo de expresar su posición política. Y así como muchos se indignan en la actualidad por la adaptación a los nuevos tiempos, su propio creador intentó reformular la historia en 1969 para la revista Gente ahora junto a Alberto Breccia. La adaptación resultó un fracaso, por varios motivos: en primer lugar, las criticas hacia el arte de Breccia que lo hacía poco inteligible para un lector promedio de una revista clasemediera como lo era Gente. En segundo lugar: precisamente los directivos de Gente se dieron cuenta que la apuesta de publicar El Eternauta no daba con el perfil de una revista que siempre se mostró pasatista. Pero, por sobre todas las cosas, el verdadero motivo fue el cambio en el guión que propuso Oesterheld, ahora comprometido con la cultura de izquierda revolucionaria. El héroe colectivo era reformulado por el sentido vanguardista de la guerrilla. La trama se enredaba dentro de una profunda crítica social y política ligada a la cultura capitalista y sus desvaríos.

Ahora, la versión 2025 le hizo honor a aquellos aggiornamientos en el espíritu oesterheldiano. Juan Salvo es un ex combatiente de Malvinas; su mujer Elena ya no es una simple ama de casa de bajo perfil para ser una mujer empoderada, médica, que toma y resuelve por sí misma. Además, le agregan dos personajes que justifican la necesidad creativa por mantener la argentinidad de los nuevos tiempos a pesar de todo. Dentro del grupo protagónico, se incorpora una venezolana precarizada, trabajadora de delivery y otro argentino que había emigrado a Estados Unidos luego de la crisis económica y social acontecida en el país por el 2001. El tratamiento sobre este ultimo es sumamente interesante, ya que para el grupo de amigos es una suerte de “sapo de otro pozo”, lo miran con desconfianza: es el que se fue del país para salvarse solo. En ese sentido resulta sintomático que fuera el personaje que traiciona al resto en la primera oportunidad, tratando de salvarse solo.

Pero hay un escollo dentro de la trama: Favalli. Aquel alter ego de Rogelio Frigerio resulta ser el personaje más fidedigno de la versión original. Y eso no es un logro creativo, sino una derrota porque el personaje resulta anacrónico. Quizás la intención fuera reivindicar el “paraíso perdido” de aquel pasado reciente, analógico. Favalli es la representación del hombre sabio, pero impulsivo. Es importante, sólo porque tiene a sus amigos y a su mujer que lo retroalimentan… ¿puede que la siguiente temporada le den un sentido alegórico a este personaje?

Darle una nueva oportunidad para que la obra de Oesterheld vuelva a dialogar con la Argentina, como lo hiciera en 1957 y en 1969 pareciera ser importante para reflexionar sobre el quehacer como comunidad. Por lo pronto, la invasión que aqueja sobre aquella Argentina distopica, invadida por las enigmáticas “fuerzas del cielo” que mantiene a gran parte de la población hipnotizada y corrompida pareciera tan familiar a la actual coyuntura que hasta asusta. Y más que Black Mirror.