Libro de La Cámpora, capítulo 1: versión observada

  • Imagen

Libro de La Cámpora, capítulo 1: versión observada

12 Marzo 2012

Una objeción periodística son las fuentes de la autora. Las escasas citas de autoridad en este capítulo cuentan a Beatriz Sarlo, Liliana De Riz, Eduardo Findanza, Marcos Novaro y Silvio Waisbord, todo de filiación antikirchnerista. Entre los kirchneristas solo están Iván Heyn (que no puede desmentir lo que ella afirma de él) y Federico Martelli, que no milita en La Cámpora. A continuación, el primer capítulo.

 

Capítulo 1: Herederos. La muerte del padre

"Por uno de esos senderos oscuros que pasan por detrás de la conciencia formal, la muerte de mi padre me ha afectado profundamente. Yo lo estimaba muchísimo y lo comprendía perfectamente. Su muerte real me ha hecho revivir todos mis sentimientos más tempranos. Ahora me siento completamente desamparado."

Fragmento de una carta de Sigmund Freud, tras la muerte de su padre

"Los muchachos de La Cámpora son herederos de la juventud peronisia; herederos de los Montoneros. Y se ponen en la línea de un peronismo militante y combativo, cuyo origen no es Perón sino Eva Perón. ¿Militantes o gerentes? En un extremo seguramente habrá militantes y en el otro gerentes."

Eduardo Fidanza, sociólogo, investigador, director de la consultora Poliarquía, en diálogo con la autora

 

Quinta de Olivos, octubre de 2008

- Muchachos, hay algo que tienen que entender. En política, hay dos clases de tipos: los que trabajan para un proyecto colectivo y los cogedores sueltos. A los de la segunda categoría hay que saber detectarlos a tiempo porque, tarde o temprano, te terminan cagando - enseña Néstor Kirchner, en la sobremesa del quincho de la Quinta de Olivos, después del asado y el picadito futbolero de los viernes por la noche.

Son las 2 de la mañana, pero sus discípulos, los jóvenes kirchneristas amigos de su hijo Máximo, lo escuchan con devoción. Kirchner está tomando un whisky. A su hijo Máximo, en cambio, le gusta más el fernet. De una estatura imponente, igual que el padre, pero con muchos kilos más, el hijo presidencial y jefe de La Cámpora es capaz de tomar medio vaso largo de fernet de un tirón, y seguir hablando como si nada hubiera sucedido.

En su rol de anfitrión y de primer caballero, ahora que está fuera de las formalidades del poder, el pater familias controla todos los detalles de esos encuentros a los que convoca casi todas las semanas, y a los que asisten funcionarios del gobierno de su esposa y jóvenes amigos de su hijo. Él está pendiente de todo: desde la duración de los partidos de fútbol- si su equipo va ganando, los acorta, y en cambio los alarga cuando van perdiendo- hasta los tópicos que se abordan durante la sobremesa, que siempre dependen de la coyuntura.

Disfruta de esas clases de setentismo cultural que transmite periódicamente a sus herederos. Son encuentros que lo conectan con su propia juventud cuando estudiaba abogacía en la Universidad de La Plata y militaba muy livianamente (Nota de la APU: coincide con la visión del genocida Jorge Rafael Videla) en la Federación Universitaria de la Revolución Nacional (FURN).

La FURN había sido la primera agrupación orgánica que el peronismo tuvo en la universidad; había surgido en La Plata, en 1966, pero Kirchner nunca tuvo relevancia en ese grupo, ni en ningun otro durante su juventud. Jamás integró Montoneros, por ejemplo, aunque le guste sembrar la duda en su joven auditorio sobre su verdadera actividad política en aquellos años que ellos no vivieron.

La política del kirchnerismo en derechos humanos es probablemente uno de los principales logros de su gobierno. Es aprobada por la mayoría de la sociedad, y seguramente quedará en la historia, independientemente de que se haya interesado tarde en el tema. Sin embargo, eso no parece bastarle. No se priva, además, de reescribir su propia historia sugiriendo su participación en gestas, inflando un poco, aquí y allá, una actividad en la historia de su generación que, decididamente, no tuvo.

El ex diputado Rafael Flores, un abogado santacruceño que fue compañero de estudios de los Kirchner en La Plata y luego, durante un breve tiempo en Río Gallegos, también fue aliado del matrimonio en la política doméstica, saca una conclusión sobre esa manía del santacruceño de photoshopear su propia biografía.

- Creo que él cuenta lo que le hubiera gustado ser en su juventud, y no fue. Por 2004 vinieron a verme unos periodistas ligados al oficialismo que querían hacer un libro sobre el supuesto pasado revolucionario de Kirchner en la FURN. Me daba cuenta de que buscaban a un héroe, y que no lo iban a encontrar - resume hoy Flores, que sí estuvo ligado a la Tendencia Revolucionaria del peronismo e integraba la mesa de conducción de la JP platense, en los setenta, mientras estudiaba con Kirchner y Cristina. Después del golpe de 1976, todos ellos volverían al Sur, a refugiarse en sus vidas privadas.

En la sobremesa de Olivos está sentada la conducción de La Cámpora. A lado de Máximo, el jefe, se ubica Juan Cabandié, a quien Kirchner le tomó un cariño muy especial, y de algún modo adoptó, después de aquel memorable discurso en la ESMA, el 24 de marzo de 2004, cuando el joven contó su historia como hijo de desaparecidos, nacido en aquel centro clandestino donde había estado detenida su madre, que permanece desaparecida.

Cabandié es el único de los jóvenes que toma whisky, mano a mano, con el padre político. En la sobremesa también está Andrés El Cuervo Larroque, referente juvenil de un movimiento social, nacido junto con el estallido de 2001, que luego terminaría sumándose al oficialismo; Eduardo de Pedro, de la agrupación H.I.J.O.S., a quien llaman Wado, y Mariano Recalde, al que la Presidenta bautizó Marianito. Marianito es el hijo de Héctor Recalde, histórico abogado de la CGT desde 1964 y cerebro legal de Hugo Moyano, el jefe camionero, que iría cayendo en desgracia en el ideario cristinista, ya cuando Cristina quedó viuda.

A la charla de madrugada se van incorporando otros funcionarios patagónicos como Héctor El Chango Icazuriaga, el jefe de la inteligencia K, y su segundo Francisco Paco Larcher. Ambos acompañan a Kirchner desde que era intendente en Río Gallegos y son infaltables en Olivos. El Chango empieza a tener buena sintonía con los muchachos kirchneristas, con quienes armará un vínculo que, tras la muerte del jefe, se irá intensificando. Como custodio de la biografía y los secretos de periodistas profesionales, empresarios y opositores, Icazuriaga se convertirá, con el correr del tiempo, en un funcionario útil en la estrategia de poder del neocamporismo, uno de cuyos ejes es el control de la información. La inteligencia sobre los que perciben como "enemigos" del modelo será un componente que los sub 35 usarán.

Pero aquella noche calurosa de octubre, con Kirchner de anfitrión en Olivos, pensar en el final de ese hombre todopoderoso parece una postal imposible. O un deseo cruel del antikirchnerismo. Entre los comensales, hay otro incondicional: el secretario de Legal y Técnica, Carlos Zannini. Los tres guerreros patagónicos se mezclan en la mesa con la nueva generación. A pesar de la diferencia generacional, tienen una característica en común a los ojos de Néstor: son incondicionales.

-La política que viene tiene que ser ustedes, muchachos. Yo ya fui intendente, gobernador, diputado, presidente... Tienen que formarse para tomar el poder. Con Cristina, tenemos que hacer un puente generacional. Esta es la única manera de garantizar una con tinuidad ideológica porque los otros, aunque tengan 40 años, ya están contaminados con los vicios de la corporación política. Miren a (Sergio) Massa o a (Martín) Lousteau... Son jóvenes, pero son conservadores.

El tramo más intenso de la pelea con el campo ya pasó. El vicepresidente radical Julio Cobos ya es, definitivamente, el traidor número uno del gobierno luego de haber rechazado, con su voto "no positivo", la aprobación del crucial proyecto de ley sobre las retenciones a las exportaciones de soja y girasol, que Cristina Kirchner había derivado al Congreso para que fuera aquel ámbito de deliberación el encargado de dirimir la guerra con los estancieros. Una pulseada que se le había ido definitivamente de las manos, junto con su capital político y su imagen pública.

El intenso conflicto que tuvo en vilo a la Argentina durante 129 días incluyó un paro agropecuario y un bloqueo de rutas, y finalmente culminó con la polémica resolución 125, que había creado el entonces ministro de Economía, Martín Lousteau. En las enseñanzas que Kirchner imparte a sus herederos, Cobos es el ejemplo de esos fornicadores solitarios en busca de cualquier plataforma que les permita engordar su propio poder.

Sergio Massa, al que Kirchner llama despectivamente "Masita", es el jefe de Gabinete y otro ejemplo de joven liberal contaminado, entre otras cosas, por no haber apoyado con la suficiente convicción ideológica la embestida contra la "oligarquía" terrateniente y sus "empleados", guerra que el kirchnerismo terminó perdiendo. Massa, además, empezó su carrera política en la Unión de Centro Democrático (UCeDé), el partido de Álvaro Alsogaray, y acarrea con el pecado de dar libremente entrevistas a medios no oficialistas. Es más, igual que Daniel Scioli, parece sentirse cómodo dando notas a TN o, como el gobernador bonaerense, almorzando con Mirtha Legrand.

- Es un pendejo liberal y ambicioso - sentencia Kirchner, con desprecio, cuando uno de los jóvenes hace referencia a Massa, que asumió tras la renuncia de otro expulsado del paraíso, Alberto Fernández. Entre los "empleados" de los poderosos se inscriben los medios no oficialistas, y sobre todo el Grupo Clarín. En la conversación también surgen los nombres de aquellos que respaldan al gobierno con fuerza, en contraposición a quienes lo hacen sin mucho entusiasmo, en una batalla donde los tibios no tienen lugar.

- Otro con el que hay que tener cuidado es Urtubey. Es la cuña liberal dentro del peronismo. Los herederos toman nota. Recordarían estas palabras años después, en 2011, cuando el gobernador salteño resulte reelecto. Desde entonces, Juan Manuel Urtubey, presidenciable para 2015, se transformaría en una amenaza interna. Amenaza doble, además, porque es uno de los pocos gobernadores jóvenes del peronismo que no pertenece al universo kirchnerista, ni al semillero de Máximo.

El padre político imparte clases de ideología. Pero, ¿de cuál ideología? El ex presidente fue un setentista, pero también un gobernador patagónico peronista en los años 90, con todos los rasgos culturales y pragmáticos de un caudillo. Entonces, ¿cuál de todas sus facetas les transmite a los herederos, en esos seminarios informales?

Un análisis de Beatriz Sarlo, publicado en La Nación el 22 de julio de 2006, con Kirchner en la presidencia, describe esa ideología como un mix entre la cultura política de los 70, por rasgos de su estilo político, y la de los 90, por las conductas pragmáticas que lo llevan a sentarse a negociar en todas las mesas, si eso sirve a sus fines:

Kirchner simpatizó o militó en la juventud peronista radicalizada. Nadie encuadrado en esa franja en aquellos tiempos pensaba que la constitución de la República fuera otra cosa que la máscara de la dominación del imperialismo y de sus aliados locales. Nadie pensaba que las instituciones debían ser mejoradas, sino manipuladas, presionadas, ocupadas, hasta que pudieran ser destruidas y reemplazadas por otras que expresaran de modo directo los intereses de los sectores populares. El discurso de las juventudes políticas normalmente daba a la República el calificativo de "burguesa" o, simplemente, de "liberal", término que en sí mismo era un insulto grave. Kirchner dice que no ha renunciado a los ideales justicieros de los 70, pero yo creo que no los ha pensado.

Efectivamente, Néstor imparte clases sobre los 70, sin entrar en detalles. Sobre todo, en cuanto a los métodos utilizados por la juventud política de su generación para lograr el objetivo noble de una sociedad más justa. El pasado montonero, por ejemplo, no es objeto de ninguna autocrítica. En un artículo posterior, Sarlo indaga más profundamente en el peso de la herencia ideológica, que La Cámpora tomará con fuerza años más tarde:

Los Kirchner tienen más rasgos de los 70 de lo que ellos creen, pero esos rasgos son diferentes de las cualidades con las que quieren presentarse. Su versión despeja el militarismo de las organizaciones armadas y se ocupa de la militancia de superficie, juvenil y barrial: cuentan el momento romántico de la revolución. Sólo evocan la voluntad transformadora, no sus tácticas. Al depurar a la Juventud Peronista de su dirección militarista montonera, el pasado no se entiende bien.

Los jóvenes irán tomando algunas de esas marcas de época: la concentración del poder en pocos dirigentes "virtuosos"; el trámite secreto en la toma de decisiones (el hermetismo) y la depuración de los dudosos o cobardes. Aquella noche de charlas, Kirchner lo explica así:

-Peleamos contra enemigos poderosos, muchachos. Muy poderosos. Y la defensa de lo logrado, que tenemos que profundizar, demanda convicción y coraje. El modelo tiene una gobernabilidad delicada, y tiene enemigos internos y externos. Hay que estar muy alertas. El proyecto oscila entre la gobernabilidad y el cambio... Pero hay otra cosa que deben saber: no se tienen que conformar jamás con lo logrado. Nunca menos que en estos años de gobierno. No sean conservadores. Nunca menos... (Nota de la APU: es inverosímil que NK haya usado esa frase. El candombe “Nunca Menos es compuesto luego de su fallecimiento)

Kirchner construye un "puente entre generaciones"

Los Kirchner pierden la batalla contra el campo. En pocos meses, durante 2008, la Presidenta dilapida rápidamente el capital político acumulado en las elecciones de 2007. Su situación política es penosa, y los analistas más encumbrados apuestan a que no se recuperará. Incluso, especulan con que no terminará el mandato. Llega a tener apenas 20 puntos de popularidad. Los mayores odios los concentra en las capas medias de los centros urbanos, que le dedican los peores epítetos. Sus congéneres son las más virulentas.

Las cosas salieron exactamente al revés de como Kirchner las había imaginado, pero no todo es tan malo. Hubo algo que se edificó en ese derrumbe, y que pasó totalmente desapercibido hasta mucho tiempo después: la pulseada con el agro termina de parir definitivamente a La Cámpora. Construye a sus herederos. Una agrupación juvenil que, desde el inicio, es pensada por el santacruceño como la destinataria de un recambio generacional descontaminado de lo que él y su esposa llaman la "corporación política". Hace mucho que los Kirchner vienen pensando en su sucesión.

Cuando asumió, en 2003, Kirchner le había pedido a su hijo que sumara jóvenes. Luego de haber accedido al poder con apenas el 22% de los votos, necesitaba abrevar en todos los frentes posibles. Asumió como un presidente débil. Necesitaba fortalecerse. La agrupación juvenil, sin embargo, tardó en formarse. Se fue forjando al calor de las grandes confrontaciones alimentadas por el gobierno, en las que los jóvenes se fueron fogueando y transformando en defensores acérrimos del proyecto K. Se formaron como soldados, escudos, grupos de choque, y finalmente lograron institucionalizarse como una enorme masa de militancia rentada dentro del Estado K.

Desde octubre de 2011, además, suman bancas parlamentarias y presencia en distritos clave de todo el país. La pulseada con el campo, lanzada con la resolución 125 en marzo de 2008, y un año más tarde, la pelea por la Ley de Medios, la segunda puja fuerte derivada de la primera, son los dos hitos fundantes de la juventud kirchnerista. Dos eventos inaugurales a los que habría que agregar una tercera "gesta": la estatización de los fondos jubilatorios, que hasta 2008 administraba el sistema privado de las AFJP.

Lo que hoy conocemos como liderazgo de La Cámpora empieza a unificarse en torno a 2006. Pero termina de constituirse a mediados de 2011, cuando su cúpula queda integrada, como ya dijimos, por Máximo, el jefe, y una mesa de conducción a cargo de Andrés El Cuervo Larroque, secretario general, José María Ottavis Arias, Eduardo Wado de Pedro, Juan Cabandié y Mariano Recalde. O Marianito, como le dice la Presidenta. La última en integrarse es Mayra Mendoza, que es pareja de Ottavis.

Las urnas en las que Cristina resultó reelecta con un apoyo abrumador configuran un nuevo mapa de influencia, que no emerge de la casualidad. La Presidenta se encargó de que eso sucediera regando con juventud resortes clave, tras la muerte de su esposo, y sobre todo colocando a sus muchachos en las listas electivas, con especial énfasis en aquellos distritos electorales con mayor peso político. La jugada resulta exitosa: El Cuervo, Mayra y Wado consiguen bancas en el Congreso Nacional y llegan con el objetivo de liderar un dispositivo de poder, donde el camporismo suma a otros siete legisladores de provincias importantes: Capital Federal, Buenos Aires, Mendoza, Entre Ríos, Tucumán, Santa Cruz y Salta. (Nota de la APU: no señala a quiénes se refiere. Se olvida de María Luz Alonso de La Pampa y Marcos Cleri de Santa Fe).

A Ottavis le toca jugar políticamente en territorio bonaerense. Las funciones están divididas entre ellos. A él le corresponderá el difícil flanco de los barones del Conurbano y de la Legislatura, en la provincia que gobierna Daniel Scioli. Desde su rol de vicepresidente de la Cámara baja bonaerense, elegido por la primera sección electoral, la más populosa, recibe el mandato de liderar el bloque juvenil de los diputados bonaerenses cosechados.

La pata camporista tendrá, en la nueva Legislatura surgida en 2011, casi la misma cantidad de legisladores que la que responde a Scioli, a los intendentes y al ministro del Interior, Florencia Randazzo. En Capital, se apoyarán en Juan Cabandié, legislador porteño, que a su vez tiene ocho comuneros propios. (Nota de la APU: acá la autora tampoco señala a quiénes se refiere)

En el arranque de 2012 Marianito sigue como CEO de Aerolíneas Argentinas, sillón en el que fue designado por Cristina a mediados de 2009. La línea de bandera cierra 2011 con un déficit de u$s 700 millones y sigue ajena a controles serios sobre el manejo de ese monumental torrente de dinero para paliar su rojo, que aporta el conjunto de la sociedad. (Nota de la APU: la autora omite señalar que la deuda es heredada de la gestión privada y que la alternativa es el quebranto de Aerolíneas)

El verdadero origen de La Cámpora

El Calafate, abril de 1998

Néstor es gobernador de Santa Cruz y Cristina, diputada nacional. Sin embargo, la mayoría de los argentinos la conoce sólo a ella. Aguerrida, atractiva, con discurso fluido, es difícil que esa abogada peronista, representante de la lejana Santa Cruz, pase desapercibida cuando aparece en televisión. Su desabrido marido, en cambio, circula por los medios como un gobernador más, de apellido difícil. Kirchner es sólo conocido entre el público informado; lo asocian con temas relacionados con la coparticipación federal. Y con sus peleas con Domingo Cavallo, ministro de Economía de Carlos Menem. El matrimonio patagónico es aliado de Eduardo Duhalde. El caudillo bonaerense ya arrancó su campaña presidencial, de cara a la elección que perderá un año más tarde frente a la Alianza. Néstor y Cristina lo acompañan en esa cruzada.

A fines de los 90, la alianza entre el Frepaso y el radicalismo viene creciendo vigorosamente como oposición a Carlos Menem. En las elecciones legislativas de 1997, la fuerza liderada por Carlos Chacho Alvarez y Graciela Fernández Meijide le gana sorpresivamente al menemismo y al duhaldismo en la provincia de Buenos Aires. Desgastado, Menem empieza la cuenta regresiva, de la que ya no volverá a recuperarse. Hacia fines de los 90, le pisa los talones una creciente oposición de centroizquierda, que cuestiona básicamente la corrupción del modelo generado, y que aglutina a sectores progresistas. (Nota de la APU: resulta curiosa la definición del ex presidente De La Rúa como “centroizquierda” o “progresista”)

Como candidato presidencial del peronismo, y boicoteado por el propio Menem, su ex socio, Duhalde, está preocupado. Necesita generar un espacio que compita, desde adentro del PJ, con el exitoso experimento aliancista. Deduce que la extravagante pareja santacruceña que tiene de aliada -extravagante con respecto a los caudillos del PJ tradicional, que nunca digirieron al matrimonio, en especial a la belicosa legisladora- puede ofrecerle la pata progresista que le falta. Decide, entonces, acoplarlos al duhaldismo por izquierda.

En ese contexto nace, a principios de 1998, el Grupo Calafate, un espacio de perfil progresista, dentro del riñón del aparato justicialista, en apoyo del caudillo bonaerense, referenciado en figuras políticas e intelectuales del peronismo de los 70. Si bien en los primeros años del menemismo Kirchner y Duhalde apoyan todas y cada una de las medidas del riojano, como la privatización de YPF, en el caso del santacruceño, ya en el segundo mandato empezará a cuestionar la orientación, la ideología y las consecuencias tanto del corset que implicaba el uno a uno como de los daños colaterales del modelo neoliberal, que ya se dejan ver con claridad.

Los estragos de la receta noventista ya perforan la ficción del relato menemista sobre la supuesta pertenencia argentina al Primer Mundo: las estadísticas se empeñan en contradecir esa fantasía. En cambio, empieza a revelarse que un tercio de la población ha quedado por debajo de la línea de la pobreza. Una verdad que quedará expuesta en toda su crudeza en diciembre de 2001. La primera reunión del Grupo Calafate se realiza a principios de 1998 y la segunda, en octubre del mismo año. El lugar elegido es un paraíso, cerca del hielo. Se trata de la sala de convenciones de la posada Los Álamos, un hotel cinco estrellas ubicado a poca distancia de los glaciares. Un escenario ideal para abstraerse del mundo, reflexionar y, tal vez, parir algo nuevo. Nadie sabe bien qué cosas podrían ser. Están lejos de imaginar que allí mismo se está cocinando un nuevo poder.

Esos 45 dirigentes y académicos, nostálgicos del setentismo cultural, están formando el embrión del kirchnerismo, aunque entonces ninguno puede siquiera sospecharlo. Más bien, vistos desde afuera, se recortan como un grupo de marginales, con respecto a las ligas mayores de la política, férreamente dominadas por el aparato del PJ, que manejan Menem y Duhalde. Muchos de los que entonces integran el Grupo Calafate se sumarán años más tarde como funcionarios kirchneristas.

Alberto Fernández, aunque de una generación posterior al setentismo, ya está anotado en la línea de largada, igual que el especialista en temas laborales Carlos Tomada; el economista Ignacio Chojo Ortiz; el primer jefe de campaña de Duhalde, Alberto Iribarne; el abogado y sociólogo Miguel Talento, que en los 70 estuvo ligado a Montoneros; el embajador Mario Cámpora, sobrino del ex presidente; su ex ministro del Interior, Esteban Righi, y Julio Bárbaro, entre otros nostálgicos.

Del mitin patagónico también forma parte Miguel Bonasso, que asiste como periodista, pero también como protagonista de los 70. Bonasso acaba de terminar El presidente que no fue, una biografía crítica sobre Héctor J. Cámpora, de quien fue su jefe de prensa.

Precisamente, los que se juntan durante una semana en Los Álamos son, en su mayoría, los sobrinos de aquel Tío, que pareció haberlos comprendido mejor que el propio padre del movimiento. "Es interesante el tema de los lazos familiares en la saga del peronismo, y sobre todo en la iconografía del kirchnerismo; hay hijos, hay madres y también hay un tío. Lo destacable es que la relación de ese padre, que se supone que es Juan Perón, con la juventud peronista, sus herederos, que en la década del 70 era un ala de Montoneros, terminó muy mal. La relación con Cámpora, al revés: termina bien. El Tío es desplazado del poder, pero también son desplazados los Montoneros. Eso deja a Cámpora en buena relación con la juventud. Cuando Perón muere, la relación con la 'juventud maravillosa' era de distanciamiento y frustración, por lo que ese vínculo queda sin resolver. En ese contexto, Perón es, entonces, el inspirador, pero no el revolucionario. Revolucionarios son los Montoneros y, de algún modo, también lo es El Tío.

En esa saga, papá echa de casa a sus hijos políticos, que se van a lo del Tío que, si bien es de otra época, los comprende mejor. La línea del peronismo combativo que enarbola La Cámpora tiene su origen en Eva Perón, no en Perón. Hay una línea de continuidad entre Evita, Montoneros, La Cámpora y Cristina Kirchner, que también aparece como más intransigente que Kirchner. La iconografía de Evita que cubre el Ministerio de Desarrollo Social es la misma que usaban los montoneros (Nota de la APU: el ministerio tiene dos rostros, reivindicados por fracciones diferentes del peronismo). “El ícono no es un dato menor", pone en contexto el sociólogo e investigador Eduardo Fidanza, uno de los directores de Poliarquía, la consultora que ganó prestigio en los últimos años por sus certeros pronósticos sobre los resultados electorales.

Además de una formación sólida en el mundo académico, Fidanza tiene la ventaja de que sus opiniones no surgen solamente como producto de la reflexión, sino de la evaluación cotidiana de datos y cifras provenientes de la realidad. Es decir, de los informes que elabora la propia consultora. Hay un hecho objetivo: en sus discursos, Cristina habla de Cámpora, pero casi ni menciona a Perón. No lo hace durante su estancia en el poder, pero tampoco en aquellos primeros tanteos informales calafateños. Bonasso viaja a El Calafate como enviado especial de Página/12. Lo hace en taxi aéreo.

En 1998 no hay vuelo directo a la villa turística, de allí que acceder a aquel paraíso de hielo azulado no es fácil. Tampoco cómodo. Para llegar, la pequeña nave debe bordear el lago Argentino, abriéndose paso entre furiosas ráfagas de viento. Hay que avanzar entre remolinos helados y sobre todo estar preparado para un shock de adrenalina que no es apto para fóbicos. Por eso Alejandro Dolina, invitado al ágape, decide no asistir: padece de fobia al avión. En reemplazo, envía una filmación con saludos peronistas. Algunas noches de aquella estadía fundacional, el biógrafo de Héctor Cámpora se va a cenar a la residencia del matrimonio santacruceño, por entonces sus amigos. Máximo Kirchner tiene, en aquel momento, 21 años, y el nombre de El Tío empieza a fascinarlo.

También los cuentos de Bonasso sobre la juventud de los 70, a la que el escritor perteneció, igual que sus padres. Las historias que escucha en boca de quien fue secretario de prensa durante la campaña electoral de 1973, y luego asesor presidencial del propio Cámpora durante los 49 días que dura su efímera presidencia, lo intrigan. Sus padres -se nota- quieren al Tío; también hablan de él. Reivindican aquel tramo de la historia del peronismo. Máximo lee el libro de Bonasso, y le encanta. Le deja una huella.

-Vení con nosotros, Miguel, dejate de joder. Vos tenés que estar de este lado del mostrador - le grita Julio Bárbaro, divertido, mientras los setentistas se sacan fotos, se ríen, y Bonasso se empeña en escribir sobre el evento, absteniéndose por el momento de participar como político. Se divierten, en definitiva, con el reencuentro y el revival. Y no logran entender que el escritor quiera participar de El Calafate sólo como cronista.

En las cenas que, algunas noches, comparte con el resto de los colegas, Bonasso hace chistes sobre el ataque de envidia que le va a dar al empleado administrativo de Página/12, aburrido de trabajar bajo el estrés diario de la redacción, cuando él le pase sus viáticos profesionales: facturas que incluyen deliciosas truchas a la manteca, cocinadas al pie del lago Argentino. Los colegas también se divierten con el chiste y la escena. Es, entonces, en aquellas mesas calafateñas donde Héctor J. Cámpora empieza a convertirse en la estrella roquera de los jóvenes K, aunque aún falten muchos años para que esos dos puntos, aparentemente inconexos, de la historia kirchnerista terminen fusionándose, ya con Cristina en el poder.

Hay, en el medio, una reescritura de la historia peronista, la reconstrucción de un nuevo relato sobre El Tío. Los jefes camporistas rescatan hoy su virtud por excelencia: la lealtad hacia Perón pudiendo haber sido, según dicen, un Cobos. Es decir, un traidor, en la lectura del oficialismo. En ese sentido, los herederos parecen haber absorbido bien las enseñanzas de Kirchner porque Cámpora es la perfecta contracara de aquellos fornicadores desbocados, que Kirchner desaconsejaba. "En algún aspecto, Cámpora, y no quiero que esto suene mal, fue un demócrata-liberal dentro del peronismo. De muy buenas intenciones, pero un demócrata-liberal en serio, porque el término liberal en la Argentina es entendido como el liberalismo autoritario de los militares, como el liberalismo económico", redefiniría muchos años después Bonasso en una entrevista con el diario oficialista Tiempo Argentino, publicada el 13 de marzo de 2011, poco antes de romper definitivamente con los K.

"Obviamente, mejor que se llame La Cámpora y no La Videla", comenta, irónico, en otro tramo de misma nota, cuando el entrevistador le pide una opinión sobre la agrupación de cuadros juveniles, inspirada de algún modo en el protagonista de su libro. Muy sintéticamente, la historia de El Tío podría resumirse así: desde el exilio en España, Perón nombra a Cámpora como su delegado personal. El odontólogo de San Andrés de Giles se convierte, de ese modo, en el fiel ejecutor de una estrategia que su jefe despliega en varios frentes: las negociaciones con el gobierno del general Alejandro Agustín Lanusse, por un lado; la coordinación con otras fuerzas políticas para alcanzar una salida electoral y, finalmente, quizá la más delicada, la vinculación con organizaciones guerrilleras, como FAR y Montoneros, esas "formaciones especiales" que Perón alienta para acorralar a los militares.

Perón toma la decisión de que Cámpora sea su candidato a presidente porque, a raíz de la proscripción impuesta por el gobierno de Lanusse, él no podía presentarse a la competencia presidencial. El armado apunta a que, una vez en el poder, Cámpora elimine la proscripción para que Perón pueda retornar al país y, luego de renunciar, llame nuevamente a elecciones. Finalmente, El Tío se presenta en aquellas elecciones de marzo de 1973 como candidato por el FreJuLi llevando como vice a Vicente Solano Lima, del Partido Conservador Popular, un desgajamiento del antiguo conservadurismo bonaerense.

Asume el 25 de mayo de 1973, exactamente 30 años antes que Néstor Kirchner. En sus 49 días en el gobierno, el Congreso convalida una ley de amnistía que libera a presos políticos, aunque varios de ellos no responden exactamente a esa categoría: había muchos condenados por secuestros y atentados violentos. (Nota de la APU: la autora propone un nuevo concepto de “presos políticos” en el que no están incluidos los secuestros o atentados. Así, los Montoneros que secuestraron a Aramburu, no serían “políticos”) También adopta un giro hacia la izquierda, en política exterior. (Nota de la APU: otra inexatitud de la autora. Perón sostiene la política exterior de Cámpora. El acercamiento con Cuba y Europa del Este es durante el mandato de Perón) Ambas medidas disgustan a Perón. Finalmente, durante su gobierno se produce la masacre de Ezeiza, aquel decisivo enfrentamiento entre la izquierda y la derecha peronista, para ganar espacios de poder frente al líder. (Nota de la APU: “el enfrentamiento” es un concepto tributario a la teoría de los dos demonios. Si la autora hubiese leído “Ezeiza”, de Horacio Verbitsky, podría identificar víctimas y victimarios)

- ¿Usted lo necesita a Perón? -le pregunta un cronista de televisión al presidente Cámpora, durante su breve presidencia.
- Yo a Perón lo necesito a cada momento - responde, sin vacilar, el delegado, en una versión setentista del gobernador Daniel Scioli, que suele sorprender con esos gestos públicos de extrema dependencia hacia el gobierno nacional. (Nota de la APU: Para la autora, Cámpora = Scioli. Audaz definición.)

Bonasso presentó en 2011 un libro de distancia total con el kirchnerismo, El mal. El modelo K y la Barrick Cold, en el que le apunta al lado más oscuro de la relación entre la minera canadiense y el gobierno. Finalmente, y después de un progresivo distanciamiento, termina acusando al kirchnerismo de ser continuidad del menemismo. El escritor resume las diferencias entre aquella juventud maravillosa y los soldados de hoy.

Aquel fue un proceso de abajo hacia arriba, éste es de arriba hacia abajo. Y, aparte, a las acciones de La Cámpora se les da un aire de gesta que para mí no se con dice con la condición de que el kirchnerismo es gobierno; que está en el poder. No se puede presentar algo como una condición de gesta cuando no lo es. Pero todo lo que signifique que la juventud se politice, más allá de si se produce de arriba hacia abajo o de abajo hacia arriba, es positivo. Que la democracia se vuelva a politizar es muy importante. La política es algo demasiado serio para dejarla solamente en manos de los políticos.

y sigue:

Cámpora tenía diferencias con la derecha peronista, es cierto, pero también tenía diferencia con nosotros. Soy muy autocrítico en eso. Y tenía diferencias con nosotros porque nosotros poníamos a la revolución por encima de los valores democráticos. Hay que admitirlo. Pero Cámpora tenía una especial simpatía con la juventud. Y cuando hubo que impulsar el "Luche y vuelve" para que Perón regresara al país de su exilio en España, se encontró con que tanto la burocracia sindical como la burocracia política del PJ no querían mover un dedo. Entonces, Cámpora se alió con la JP, que era el único sector con capacidad y disposición de movilizarse.

Ahora es el sociólogo, historiador e investigador del Conicet Marcos Novaro quien analiza la plasticidad del kirchnerismo para usar la historia a su favor, y el rol de Bonasso en esa mediación entre el pasado y el presente:

El kirchnerismo va haciendo una recuperación de los 70. En los primeros tiempos, el principal mediador intelectual entre el pasado y el presente era Bonasso, que en Diario de un clandestino ya hace una reconstrucción estilizada de los 70, pero él es, también, el más auténtico montonero y el más original autocrítico del militarismo. No de toda la violencia, pero sí del militarismo. Más tarde, Bonasso es reemplazado por otros mediadores, en ciertos aspectos menos auténticos, porque algunos ni siquiera fueron montoneros y, en otros aspectos, pretendidamente más ortodoxos, con el espíritu revolucionarío y de "orga", al estilo de Carta Abierta, H.I.J.O.S. y Hebe de Bonafini.

Recuerdo una frase, en los comienzos de la presidencia de Kirchner, cuando dijo: "nosotros no tenemos nada que ver con la violencia". A partir de 2008, aquella frase se vuelve imposible en su boca. Por extensión, ese giro hacia la confrontación habilita mucha violencia simbólica y alguna bien concreta, como los escraches contra periodistas y cosas por el estilo.

No hay entonces una sola lectura ni un solo uso de los 70 sino varios, combinados o alternativos según las necesidades de cada momento. Lo mismo hace La Cámpora. Un dato está siempre presente: el espíritu orgánico y el uso de todos los medios para fortalecer a la organización, sobre la base de la creación de una fuerte solidaridad interna, y muy lábiles compromisos externos.

Eso es, en parte, herencia de la ideología revolucionaria, de la cultura de aparato, pero también es algo extendido en el peronismo. De ese modo, se entiende que en La Cámpora, igual que en Montoneros, puedan convivir, muy fácilmente, peronistas de toda la vida con tipos de izquierda, gente que viene de los organismos de derechos humanos, del PJ. En suma, lo más fuerte que hay de la tradición de los 70 en la Cámpora es esta autoidentificación orgánica como "sujetos del cambio", que autoriza ciertas cuotas de violencia y de violación de reglas de juego externas y autoriza, sobre todo, el uso sin límites del aparato del Estado y la indiferencia total hacia los derechos e intereses, no ya, digamos, de la oposición, sino, incluso, de los demás miembros de la coalición oficialista.

El encuentro de los jóvenes anarquistas con los viejos montoneros

Aunque poco visibles mediáticamente, a fines de la década del 90 emergen movimientos juveniles de contrapoder, de contrapolítica, de distintas agrupaciones que, tiempo después, terminarían confluyendo en la eclosión de 2001 junto a otros movimientos sociales.

Son los excluidos y autoexcluidos del modelo neoliberal, promovido por Menem durante casi diez años. El colectivo 501, generado por la militancia de izquierda universitaria de la UBA, es un ejemplo de aquellos indignados que terminarían en La Cámpora. Como un sueltito perdido y casi una nota de color, Clarín da cuenta de ellos en la cobertura de los comicios que gana la Alianza, en 1999. El artículo del 23 de octubre de aquel año refleja la movida universitaria en la que se enrolan Wado, Recalde, Julián Álvarez, Iván Heyn y Patucho Álvarez, entre varios otros líderes neocamporistas de la actualidad:

Anarquistas cibernéticos, mayoritariamente estudiantes universitarios que comenzaron a militar en listas llamadas independientes. Rebeldes ¿con causa? Ellos se autodenominan colectivo 501. Y organizaron para hoy un viaje en tren, con la intención de estar fuera de la Capital Federal y no votar. A suficientes kilómetros -más de 500- para que la ley no los castigue por eludir el voto en el último tumo electoral del siglo. El movimiento nació hace 4 meses de las sobremesas diletantes, en varias facultades porteñas. Desde una crítica feroz al sistema político comenzaron a darle forma a un manifiesto en el que dicen que la política no es de los políticos, aunque la tengan secuestrada y amordazada. Y agregaron: hacer política significa decidir sobre el devenir de nuestras vidas.

A partir de allí comenzaron a vincularse, enviando e-mail, instalando una página en Internet y organizando asambleas. Los integrantes del colectivo 501, una agrupación autogestiva y horizontal-como se califican- alquilaron un tren para ir hoy a Sierra de la Ventana. Lejos de la Capital, a más de 500 kilómetros, con el objetivo de eludir la obligación de votar. Para solventar el costo del viaje organizaron fiestas bailables. y debieron defenderse de las críticas que recibieron sobre su falta de compromiso con el sistema y hasta de la acusación de golpistas.

“No somos un grupo de posmodemos que está molestando desde la contemplación; somos politizados y queremos generar otra forma de participación”, afirmaron a Clarín miembros del grupo. “Nos interesa la democracia, y cumplir la ley. Pero el sistema actual no es una democracia, sino una votocracia”, postuló uno de los integrantes. El colectivo 501 decidió tener líderes sin nombres. Hablan los encargados de las comisiones que organizaron para impulsar el viaje, que también tiene como objetivo crear una biblioteca. El día en que la gente vota y después no hace nada nosotros vamos a llevar libros, sostuvo un estudiante de física. Las actividades de hoy en Sierra de la Ventana serán variadas. Habrá un partido de fútbol revolucionario -como lo denominaron- que será jugado sin árbitro. Y el que cometa foul, se irá de la cancha, si quiere, agregan. También participarán grupos de teatro y bandas de música. El emprendimiento colectivo 501 provocó rechazos en la militancia tradicional y simpatía en viejos anarquistas como el escritor y periodista Osvaldo Bayer. Armó interrogantes en quienes miran esperanzados las elecciones como una manera civilizada de participación después de oscuros años de dictadura. Deja un sabor a hiel en el mundo político que muestra diez postulantes, que no alcanzan a conformar a estos nuevos anarquistas.

Los nuevos anarquistas buscan generar una experiencia política alternativa, según le cuentan entonces al mismo diario que años más tarde terminarían demonizando. Se identifican con Chiapas; escuchan a Manu Chao, el cantautor francés de origen español que lleva el mensaje de la izquierda y apoya la causa zapatista. Sus canciones incluyen fragmentos de discursos del subcomandante Marcos o narran la vida de los okupas de Barcelona.

Los jóvenes, que surgen de la militancia universitaria de la izquierda independiente o de movimientos sociales, se oponen al modelo de Menem y Duhalde. Son la protesta subterránea. Los partidos políticos tradicionales son una mala palabra para ellos. El 90% de la juventud no participa en política convencional en los años noventa, pero encuentra otros canales de resistencia. En el rock, en el fútbol. Los recitales de Los Redondos, La Renga, o ir a la cancha eran una forma de resistencia ante la represión policial. La exclusión del modelo de Menem golpeaba fuerte, sobre todo en la provincia de Buenos Aires. "Nos identificábamos con el zapatismo, con Chiapas, aglutinando a los que habían quedado afuera del modelo menemista neoliberal", explicaría Heyn muchos años después, ya en las sobremesas de los jóvenes funcionarios K, interrogado sobre los orígenes de La Cámpora.

Después de haber dirigido el Centro de Estudiantes del Nacional Buenos Aires, el Cuervo Larroque milita en las villas. Por la misma época, Ottavis milita en el PJ duhaldista junto con el yerno del entonces gobernador bonaerense, Gustavo Ferri. No se conocen aún con Wado, ni con Recalde o Iván. Wado, además, milita en H.I.J.O.S. y empieza a vincularse con ex montoneros que habían sido amigos de su padre, Enrique de Pedro, quien había muerto en los 70 en un enfrentamiento con militares, en el barrio de Constitución. Tampoco aquí aparece todavía Juan Cabandié, quien aún vive con sus falsos padres y desconoce su identidad verdadera como hijo de desaparecidos. Juan recién se incorporará a la juventud K varios años más tarde, a partir de 2004.

Pero es el estallido de 200110 que destruye y, a la vez, construye un antes y un después. El traumático final del gobierno de Fernando de la Rúa, y la tenebrosa imagen del helicóptero presidencial levantando vuelo en medio del país en llamas, es lo que marca el fin de un ciclo. El pozo más profundo, pero también la fecha que será fundacional, no sólo de la protocámpora, sino de las juventudes militantes que durante el kirchnerismo harán su reaparición. El 19 y el 20 de diciembre (desde distintas posiciones, y algunos, incluso, sin conocerse), los futuros líderes camporistas están en la Plaza. Registran: la mayoría de los muertos en el enfrentamiento con la policía son jóvenes.

"Estaba claro que el objetivo de De la Rúa era dividir aguas; por un lado, la clase media tranquila que reclama de una manera consciente y elegante; por otro, los pobres que rompen todo, saquean. Entonces, declaró el estado de sitio para 'proteger' a la clase media y separarla de los pobres. Pero le salió todo al revés. Me acuerdo de una imagen increíble de un tipo de saco y corbata caminando por Defensa con una cuchara de madera y una cacerola gritando 'Vamos a Plaza de Mayo'. Era una imagen de la Revolución Francesa", contaría Iván Heyn en 2002 en el libro Qué país, de Martín Caparrós, que reúne a líderes emergentes de aquella crisis que lo cambiaría todo. Iván fue elegido presidente de la FUBA en 2002.

Durante los primeros meses de ese año, el país se percibe al borde del abismo. Hay asambleas, quiebre de la vieja política, rechazo a los políticos tradicionales, pero también reuniones y encuentros de viejos montoneros y jóvenes. En 2001, Las Cañitas es un barrio de casas viejas, lindero a lo que hoy es Palermo Hollywood. Es allí donde, sorpresivamente, empieza a juntarse la protocámpora -Wado, Ivan, Recalde- con quienes habían pertenecido a la militancia revolucionaria de los 70. Uno de los nexos es la agrupación H.I.J.O.S., a la que pertenecen Wado y otros jóvenes que luego nutrirán de cuadros a la juventud K.

De aquellas tertulias post 2001 participan Felisa Miceli, Elvio Vitali, Rodolfo Ojea Quintana, Miguel Pancho Talento, Pacha Velasco. Ex jóvenes setentistas devenidos, luego, en funcionarios kirchneristas. Talento, por ejemplo, que terminará como cónsul en Miami durante el primer gobierno de Cristina, había sido presidente de la FUBA en 1972, exactamente treinta años antes que Iván. Talento militaba en la JP, vinculada a Montoneros. Elvio Vitali era militante de Montoneros y compañero de Quique de Pedro, padre de Wado. y en 2002 Wado se encuentra con el hijo de Elvio, Franco, y se hacen amigos sin saber que sus padres habían sido compañeros de militancia. Por esa época, también entra en escena otro ex montonero, que había sido responsable político de Kirchner en la JP platense, y que luego se convertiría en una pieza importante del gobierno: Carlos Kunkel.

Pero si bien el cruce generacional y político es extraño, es en aquellos encuentros, que a veces se hacen en la sede capitalina de H.I.J.O.S., donde parece haber retornado la discusión política. Circula una coincidencia entre jóvenes anarquistas y viejos revolucionarios: todos creen, de algún modo, en aquel axioma de la izquierda criolla de "cuanto peor, mejor". Es decir: cuánto más grande es la crisis, mayor posibilidad se abre para un cambio profundo. Ergo, la crisis puede convertirse en una oportunidad de transformación. Si bien no se conocen aún, Mayra Mendoza y José Ottavis están muy lejos de aquellos encuentros filomontoneros, aunque a Mayra -y también a Ottavis- le guste hoy reescribir su propia historia omitiendo datos relevantes de su corta biografía, que se publica en la página de La Cámpora.

La historia oficial contada por la agrupación de Máximo explica que, en su infancia, Mayra admiraba a Evita y que su padre le recitaba frases de Perón. También dice que: "descreída de la política en la década del 90, como la mayoría de los argentinos, termina el  secundario a fines de 2001 con un país que se encontraba al borde de la anarquía, entre cacerolas y piquetes; no había horizonte en el mar de incertidumbre en que se encontraba nuestra querida Argentina. Pero, con la llegada de Néstor Kirchner a la Casa Rosada en mayo de 2003, se prendió una luz de esperanza en el corazón de los argentinos, muchos de ellos jóvenes, como Mayra, que empezaron a involucrarse en la militancia activa".

Pero la verdadera historia es un poco menos romántica. Mayra se crió en una familia radical de Quilmes y, ya en 2002, su padre, Juan Carlos Mendoza, milita codo a codo con el concejal Oscar Batalles. También ella trabaja en la oficina del legislador, que es mano derecha del polémico intendente quilmeño Fernando Geronés, un radical que tuvo que abandonar el cargo, denunciado por enriquecimiento ilícito. En la misma época en que los de la protocámpora se reúnen con los ex montoneros, ella milita con Carmela y Cecilia Moreau, hijas de Leopoldo Moreau, en la Juventud Radical. Y Ottavis, en el aparato del PJ duhaldista.

La protocámpora

Después de la crisis que parece terminal, empieza la lenta recomposición del país. Asume Eduardo Duhalde y siguen las reuniones de jóvenes y setentistas. Se van agregando sectores, como el sindical, que se une a los universitarios. Recalde, junto con Wado, milita en la Unión de Empleados Judiciales de la Nación (UEJN), donde Julio Piumato es secretario de derechos humanos del sindicato. Discuten y se realinean al ritmo vertiginoso de un país donde se suceden los presidentes. El estado deliberativo es constante. Frenético. Finalmente, surgen tres sectores: los que se alinean con Elisa Carrió, quien entonces aparece como una líder outsider de la política tradicional (Nota de la APU: la autora usa una versión no tradicional del término “outsider”, dado que Carrió había sido una destacada aliancista y tiene antecedentes en el Estado desde la dictadura) y corrida hacia la izquierda; los que apoyan a Adolfo Rodríguez Saá y el discurso épico de su efímero paso por el poder, y los que confían en la estrategia política de Duhalde, seducidos por la reestructuración de la deuda externa que realiza su ministro de Economía, Roberto Lavagna.

Iván se inscribe en el último pelotón. "Apoyé el hecho de que el costo de la crisis lo pagara el sector financiero y no el productivo. Rodríguez Saá quería beneficiar a ambos y eso era imposible", diría Heyn ya con el kirchnerismo cotizando en alza, y unos meses antes de su muerte. Pero, más allá de los realineamientos, lo que aquella protocámpora abandona es la visión de "cuanto peor, mejor". El axioma se transforma en "cuanto mejor, mejor". El único que sigue en la línea de la izquierda dura es Axel Kicillof, que la mantiene aun cuando asume Néstor Kirchner, y los tres grupos juveniles empiezan a simpatizar con la retórica de aquel ignoto santacruceño.

- Esto es la continuidad del modelo neoliberal -advierte Axel en las tertulias políticas que continúan. El Cuervo lo mira de reojo, con cara de pocos amigos. Sus críticas al kirchnerismo le caen mal. Axel le cae mal. No lo traga, y no lo tragará en los años que seguirán. Kicillof es el mayor de los jóvenes K. Siempre estuvo a la izquierda de la izquierda, en sintonía con las posiciones del PO. Por eso, y quizá algo envidiosos de que Cristina lo haya nombrado viceministro de Economía, en el recambio para la nueva etapa, varios de quienes estuvieron desde el inicio en La Cámpora bromean ahora con que el carnet de afiliación a la agrupación de Máximo se lo otorgó Paolo Rocca, cuando en 2011 Techint trabó su ingreso al directorio del grupo. (Nota de la APU: Cuando Kicillof es propuesto para el directorio de Techint como representante del estado, obviamente ya era reconocido kirchnerista)

La tesis de Axel, en los comienzos del kirchnerismo, es que el santacruceño propone más continuidad que ruptura con el menemismo. Hipótesis que, curiosamente, será abonada varios años más tarde por Bonasso, el inspirador del nombre de la agrupación. Es cierto que Axel se sumará al camporismo tardíamente, recién después de la muerte de Kirchner. Pero eso no parece haberle impedido ganar la mirada de la Presidenta.

***
A la protocámpora empieza a llamarle la atención la retórica de Kirchner, recién salido de una elección de la que emergió como un presidente débil. Los jóvenes ni siquiera conocían de nombre al santacruceño hasta el mediodía que lo vieron almorzando con Mirtha Legrand. La diva le preguntó si no tenía miedo de que, con su asunción, hubiera una reacción adversa del mercado financiero.

-El mercado no existe, Mirtha -saltó Néstor, con belicosidad-. Lo que se llama "los mercados" son, en realidad, cuatro vivos a los que yo conozco bien. Kirchner siguió hablando y apuntando con el dedo frente a la cámara. Los futuros camporistas, por separado, lo miraban conmocionados.

-Yo conozco al grupito que ha hecho operaciones que no corresponden; algunos de ellos manejan bancos que fueron privatizados en las provincias. Yo te conozco, ¿eh? -remató hablándole directamente (o mejor dicho, indirectamente) a Jorge Brito, el presidente del banco Macro. Directa o indirectamente, lo cierto es que todos sabían de quién hablaba.

Así pasa Brito de potencial enemigo del "proyecto" en ciernes a formar parte de la constelación K. Y su empresa, el banco Macro, a ser la entidad bancaria "oficial" en la era kirchnerista. Brito ya recibía acusaciones, en la década del 80, de ser el banquero de la Coordinadora radical. Años más tarde Iván contaría: "El tipo le estaba hablando directamente a Brito y estaba mandando a la mierda al sector financiero. Yo lo miraba y no lo podía creer. Después, el 25 de mayo mientras miraba la televisión, sentía que me estaba convocando. Entonces fui a la plaza y lo loco fue que espontáneamente me encontré con Wado y con Recalde. Fue una convocatoria mágica, una intuición".

El investigador Sergio Balardini, especializado en temas de juventud, analiza los efectos de 2001: "Con discursos y hechos, y más allá de la calidad o veracidad de esos hechos, el kirchnerismo construyó un clima de época que interpela a la juventud. Diseñó un escenario en el que juegan todos, y lo construye incluso con sus propias derrotas, como sucedió con la pelea del campo: con la 125, el gobierno perdió, pero triunfaron la política y la participación juvenil, convocada tanto desde el oficialismo como desde la oposición" .

Finalmente, ya en 2005, todos los grupos de jóvenes se habían volcado al kirchnerismo. Y luego de la muerte del padre político no sólo se institucionalizarán, sino que se convertirán en jóvenes funcionarios integrados a ese Estado al que en los 90 repudiaban yen el que hoy militan percibiendo ingresos que, según la posición de cada uno, oscilan entre 4 y 12 mil dólares mensuales. (Nota de la APU: la afirmación resultaría más verosímil si la autora dijera quiénes y mostrara alguna evidencia)

De militantes a funcionarios

Como hemos visto, entonces, desde 2003 La Cámpora se va nutriendo con jóvenes que emergen, claramente, desde tres vertientes, las que, sin estar necesariamente conectadas entre sí, van conformando un potente movimiento subterráneo de descontento con la política tradicional, que Kirchner supo cooptar para su proyecto:

•    Jóvenes hijos de desaparecidos pertenecientes a agrupaciones de derechos humanos, sobre todo de H.I.J.O.S., que el kirchnerismo irá cooptando al principio del gobierno K. Es el caso de Wado y de Cabandié. Wado es abogado, nació el 11 de noviembre de 1976, en la localidad bonaerense de Mercedes; sus padres fueron líderes de Montoneros. En 2010 es designado por la Presidenta como vicepresidente de Aerolíneas, secundando a su amigo y hermano de la vida, Mariano Recalde. Cabandié es reelegido como legislador porteño en 2011; nació en la ESMA, en marzo de 1978.

Otros militantes de H.I.J.O.S., cercanos a la cúpula de La Cámpora, también irán ocupando cargos en el Estado, o como directores estatales en empresas, después de la estatización de los fondos jubilatorios. Es el caso de Norberto Carlos Berner, integrante del directorio de Telecom. Berner nació en la provincia de Buenos Aires el 23 de agosto de 1977, y su papá fue un importante cuadro de Montoneros, igual que los padres de Wado.

•    Dirigentes universitarios surgidos en la década del noventa en la UBA. Se trata de líderes de agrupaciones de izquierda independiente, básicamente las que integraron el colectivo 501. Son fuerzas políticas universitarias creadas como reacción al neoliberalismo menemista y a los partidos tradicionales. Las más destacadas entre aquellas agrupaciones noventistas son: Necesidades Básicas Insatisfechas (NBI), surgida en la Facultad de Derecho, Tontos pero No Tanto (TNT), en Económicas y Mate, en Ciencias Sociales. NBI sería, con el tiempo, un verdadero semillero de futuros funcionarios con cargos en el Estado. Fue fundada por Recalde, que nació en el seno de una familia tradicionalmente peronista, el 8 de abril de 1972.

Es en NBI donde se conocen Recalde y Wado y, desde entonces, se vuelven inseparables. Lo mismo sucede con otros jóvenes camporistas. Es el caso de Alejandro Julián Álvarez, designado secretario de Justicia a fines de 2010. También proviene de NBI Santiago Patucho Álvarez, bloguero K y creador de la famosa gigantografía del Nestornauta, la adaptación política que hizo La Cámpora del famoso personaje de Héctor Germán Oesterheld. Es la figura de Kirchner, dentro de la emblemática escafandra de El Eternauta, caminando, con un arma colgando en su hombro derecho, que ahora pasó a formar parte de la liturgia oficialista. También a él se le atribuye la creación del eslogan Clarín miente. Patucho tenía a su cargo las campañas comunicacionales de NBI. Allí dicen que pulió su talento. El bloguero tuvo su premio, al ser designado gerente de noticias de Canal 7 durante el verano de 2011.

Nació en la provincia de La Pampa, y es hijo de un funcionario menemista. También del grupo de Recalde y Wado sale Ernesto Kreplak. Bajo la órbita de Alejandro Julián Álvarez, es subsecretario de Coordinación de Asuntos Registrales, una cartera estratégica que concentra recursos millonarios de organismos descentralizados. De Mate, la agrupación de izquierda independiente de Ciencias Sociales, surge Martín Rodríguez, periodista, egresado de Comunicación Social, y bloguero K durante la pelea con el campo. Rodríguez, junto con un equipo de unos diez blogueros, desembarca junto con Patucho para definir el contenido del noticiero oficial.

Los economistas Iván Heyn y Axel Kicillof también provienen de la movida universitaria, de TNT en Económicas, fundada por Axel, y que años más tarde lideraría Iván. Axel e Iván se llevaban varios años de diferencia y eran de camadas universitarias sucesivas. Heyn había nacido el 29 de noviembre de 1977. Ya en la era K, fue designado por Kirchner en la dirección de la Corporación Puerto Madero, entidad que controla el desarrollo del barrio más caro de la Capital. Luego, sumaría otro cargo: un puesto como director estatal en Aluar, por el que fue reelegido en octubre de 2011. Iván integró La Cámpora desde 2006 y fue considerado un economista clave y propio de la agrupación. De formación marxista, Axel nació el 25 de septiembre y cumplió 40 años en 2011. En 2009 fue designado, junto con Recalde, gerente de finanzas de Aerolíneas.

•    Militantes tradicionales y contestatarios de movimientos sociales o de la política tradicional. Es el caso del Cuervo Larroque, quien en los 90 milita en las villas y luego, en 2001, lo haría en el Movimiento Barrial 19 de Diciembre, donde fundó el ala joven de Juventud Presente. "Entonces éramos jóvenes de verdad, no como ahora que usufructuamos el título", reconoce, divertido, en los actos de la agrupación. Nació el 26 de enero de 1977, y en los 90 fue elegido presidente del centro de estudiantes del Nacional Buenos Aires. Ya durante el kirchnerismo fue designado por Kirchner para controlar el trabajo de Marta Oyhanarte como subsecretaria para la Reforma Institucional y el Fortalecimiento de la Democracia, a quien finalmente terminó reemplazando.

El santacruceño interpreta, en 2009, que desde la oficina de la funcionaria, encargada de transparentar los actos de gobierno y el acceso a la información pública, se filtran datos que luego los medios aprovechan para "pegarle" al gobierno. El Cuervo es designado en esa oficina para taponar esas fugas de información que Kirchner detesta. Aunque sin conexión con el Cuervo, pero también desde la militancia de base, se irán integrando jóvenes de identidad peronista que se oponían tanto a Menem como a Duhalde, como los del Movimiento de Unidad Popular (MUP), dirigido por Federico Martelli, que participó en los orígenes de La Cámpora y luego se abrió con otra agrupación, Kolina, referenciada en Alicia Kirchner. La hermana del presidente "adoptó" a Martelli después de la muerte del santacruceño.

Entonces, lo designó como secretario de Comunicación en su ministerio. Comisario político en el terreno comunicacional -uno de los encargados de prepararle informes sobre los medios al vocero presidencial, Alfredo Scoccimarro, en los que señala quién es "opositor" y quién es "pro-ofícialista" en el mundo de los medios-, su padre se desplomó en los 90. Igual que sucedió con el padre de Iván Heyn, también el suyo fue expulsado del mundo laboral como resultado de la exclusión creciente del modelo menemista. Esa herida, en parte, fue la inspiración que dio origen a que sus hijos empezaran a interesarse en la política y finalmente terminaran integrando la juventud kirchnerista.

Un caso diferente, y hasta opuesto, es el de Ottavis y Mayra. Ottavis se irá sumando a La Cámpora desde el corazón del aparato del PJ duhaldista, donde había militado desde los años noventa e incluso hasta que asumió Kirchner. En 2002 trabaja codo a codo con el yerno del caudillo bonaerense, Gustavo Ferri, en una mesa de la juventud federal. Nació en el partido de San Isidro el 8 de junio de 1980 y empezó su militancia con Fernando Galmarini, el suegro del intendente Sergio Massa. En vida de Kirchner, antes de ser vicepresidente de la Cámara de Diputados bonaerense, ya había acumulado dos cargos: director de Estudios Políticos y Monitoreo, en la Secretaría General de la Presidencia, con oficinas en el primer piso de la Casa Rosada, y presidente del Foncap, un fondo social mixto que maneja un presupuesto de 30 millones de pesos.

Mayra nació en la localidad bonaerense de Quilmes, el 26 de noviembre de 1983 y, ya devenida militante camporista, accedió a un jugoso cargo en la ANSES: gerenta de Relaciones Institucionales. Ottavis, por JP, y Mayra, por la JR, se suman al kirchnerismo, con ese experimento político que Kirchner llamó transversalidad, y que, en los papeles, se convirtió en un método eficaz para cooptar dirigentes, adultos y jóvenes de distintos partidos políticos. Entre 2004 y 2005, y por pedido del santacruceño, se lanzó el espacio Compromiso K, que integró a militantes de todas las fuerzas, y estaba comandado por dos de sus amigos y colaboradores, Zannini y Rudy Ulloa Igor. El espacio pasó sin pena ni gloria, pero duró unos años, y llegó a tener su ala joven. Fue una instancia importante en la formación de La Cámpora, y sobre todo un punto de encuentro entre los jóvenes que hoy conforman la cúpula.

"Clarín miente", ese mantra camporista

La pelea con el campo y la derrota de 2009 instalan definitivamente la idea de una embestida frontal contra la prensa no oficialista. De esa manera, la Ley de Medios, madre de todas las batallas para el gobierno y, sobre todo, para el núcleo duro del kirchnerismo, busca redefinir las reglas del juego en el campo de la comunicación radial y televisiva; pero sobre todo nace con el espíritu de desguazar al Grupo Clarín, sindicado como fuente de todos los males y como el verdadero poder en las sombras de la Argentina.

Una mañana calurosa de febrero de 2011 Federico Martelli razona sobre la conexión entre medios y política: "¿Cómo puede ser que pierda mi gobierno, con todas las cosas buenas que hizo? -se lamenta, desolado-. Eso fue lo que me pregunté después de la derrota de 2009 porque no me entraba en la cabeza. Recién entonces me di cuenta de que lo importante no eran los hechos sino cómo y de qué manera se los cuenta. No pudimos explicar bien por qué se peleaba contra el campo, y por eso mucha gente se oponía, en contra de sus propios intereses".

Es en esa obsesión contra Clarín y su CEO, Héctor Magnetto, erigido en enemigo número uno del "proyecto" K, que tanto en las redes sociales como en las calles empieza a desplegarse la bandera camporista con su inconfundible mantra: Clarín miente. Surge con mayor visibilidad Carta Abierta, el grupo de intelectuales nuc1eado en apoyo del gobierno en su embestida contra las patronales del agro. Los intelectuales K califican a los medios de "nueva derecha". Nace el término "destituyente": la juventud kirchnerista interpreta que el proyecto está en peligro y sale a dar la batalla cultural. Como diría El Cuervo un par de años más tarde, ya institucionalizado en su cargo como funcionario de la Jefatura de Gabinete: "Éste es un proyecto para el 80, 90% de la sociedad, para el pueblo, y el que no se da cuenta de eso es porque está distraído o desorientado...".

Los jefes camporistas, sobre todo los que se formaron en la universidad, bromean con que El Cuervo, en el fondo, se cree Firmenich. Lo que pretende ser una broma, sin embargo, denuncia rasgos ideológicos reales de Larroque. Liliana De Riz, una de las expertas en política latinoamericana más prestigiosas de la Argentina, profesora de consulta en la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA, e investigadora superior en el Conicet, interpreta: "Si vos te identificás con el todo, con el 80 o 90% de la sociedad, no hay un sistema de partidos: hay un movimiento político. Así era el fascismo, pero al revés. Ojo, que nadie confunde una cosa con otra. No estoy diciendo que el kirchnerismo es fascismo, ni muchísimo menos. El fascismo crea un movimiento político para reprimir y calmar a las masas obreras movilizadas.

¿Qué hace el kirchnerismo? Moviliza a las bases obreras y les da una plataforma democrática de igualdad, de dignidad, de derechos. Y esto hay que reconocerlo. Pero su calidad de movimiento significa claramente que el jefe político es el gobierno. Y que el gobierno es el Estado. Y que el Estado es la Nación; por lo tanto, todos los demás, los que están afuera de eso, son los cipayos, los gorilas, la oligarquía, los que no quieren la felicidad del pueblo. Kirchner ha sido un gran destructor del sistema de partidos porque ha empleado todos los medios para destrozarlos, sin piedad. En su ideología no está la idea de que exista un equilibrio que dé lugar a una negociación. Eso queda claro cuando Cristina dice: la oposición tiene que esperar el segundo turno que le toque. Porque cuando vos gobernás, el pueblo te eligió y la oposición no tiene que hablar".

Ciberguerrilla en la web

El camporismo se moviliza en la blogósfera nac&pop creando un tipo de periodismo militante del poder. Durante la pulseada con el campo, copan las redes sociales y los medios oficialistas. La red de redes se inunda de política y los jóvenes oficialistas salen a convencer a otros jóvenes, y no tan jóvenes, sobre las razones de la batalla que lideran. (Nota de la APU: La autora desconoce el tema. La blogósfera peronista tenía mayores relaciones con el enotnces jefe de gabinete Aníbal Fernández que con La Cámpora).

Salen a "orientar" a los desorientados, en las palabras de El Cuervo. En la pelea con el campo no lo logran -el gobierno perderá esa batalla-, pero sí ganan la batalla cultural con la Ley de Medios. Ahí se anotan un tanto importante. Logran atraer la atención sobre el asunto de una parte importante de la clase media, sobre todo la que vive en zonas urbanas. A partir de la pelea con el agro y la consiguiente derrota electoral de 2009, el gobierno acelera la edificación de su propio aparato comunicacional oficial y paraoficial. "La Cámpora está en el corazón de un gobierno que se ha confundido con el Estado. Pero realmente estos jóvenes no son una fuerza movilizadora, ni una movilización contestataria. Son una movilización de adhesión, por eso se convierten en los soldados de Cristina", continúa De Riz, quien además es doctora en Sociología por la Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales de la Universidad de París y, con ese background académico, tuvo a su cargo, hasta 2005, los Informes de Desarrollo Humano de Argentina para el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).

El lugar de los medios: eso es lo que empieza a cuestionar el kirchnerismo y sus jóvenes custodios a partir de la batalla con el agro, un tema tan viejo como la democracia del '83, cuando Raúl Alfonsín, blandiendo el matutino de Noble, rojo de furia, acusaba a Clarín de querer desestabilizarlo. El sociólogo argentino Silvio Waisbord, que a fines de los ochenta se radicó en Estados Unidos y que hoy investiga y enseña en la Escuela de Medios y Asuntos Públicos de la George Washington University, es un estudioso sobre el efecto que los medios tienen sobre la gente.

El kirchnerismo lanza una cruzada mediática anclada en el convencimiento de que la disputa con el campo se pierde por no controlar los medios. Si bien hay tendencias previas, existe un quiebre en el enfoque del kirchnerismo hacia los medios, más que nada con el Grupo Clarín, a partir de 2008. La lógica de ocupar todos los medios, nuevos o viejos, se instala definitivamente. Se asume, sin evidencia, que los medios y la opinión pública deciden la marcha de la política.

La pregunta clave aquí es: ¿hay hechos, estudios serios que demuestren que los medios moldean las conductas, de tal forma que podrían provocar el apoyo o el rechazo hacia un gobierno? Sería estúpido formular que los medios carecen de peso sobre la marcha de la política, pero ¿cuánta influencia real tienen? Y en tal caso, ¿cómo se mide? ¿Hay evidencia científica sobre esos efectos? La respuesta es no. Sigue Waisbord, aunque esta vez desde una colunma de opinión publicada en La Nación el 31 de agosto de 2011, días después de las elecciones primarias:

La idea de "efectos fuertes" (de los medios sobre la gente) es desechada por docenas de estudios. Difícilmente cualquier persona con sólidas identidades partidarias cambie de opinión o voto simplemente por ver noticias que desafían sus creencias o anuncios proclamando las infinitas virtudes de un candidato. Para citar dos casos recientes de la comunicación política estadounidense: torrentes de información sobre la ausencia de armas de destrucción masiva en Irak no modificaron la convicción blindada de votantes conservadores que mantienen la certeza de que Saddam Hussein tenía un arsenal de armas biológicas y nucleares. La cobertura masiva de la publicación de la partida de nacimiento del presidente Barack Obama no cambió la opinión de quienes están firmemente convencidos de que no nació en suelo norteamericano.

Facebook, Twitter y los blogs se convierten en las plataformas estelares de la nueva cruzada. Varios emergentes de esa ciberguerrilla se incorporarán, después de la muerte de Kirchner, a la Secretaria de Medios, a cargo de Juan Manuel Abal Medina, uno de los mentores intelectuales de La Cámpora. (Nota de la APU: otra notable inexactitud. Abal Medina y La Cámpora son dos espacios diferentes) "Por favor, que estos pibes se ubiquen y bajen la soberbia porque yo no pienso hacer de niñero", se queja, un día de junio de 2011, un funcionario del área de comunicación al ver que el camporismo había metido ocho directores generales, sin conocimientos básicos en medios, con sueldos de 17 mil pesos y con importantes dosis de soberbia. Directores, y entre 60 y 70 militantes de la agrupación. (Nota de la APU: una vez más, la autora considera que no es necesario mostrar pruebas ni nombres)

Un bloguero que aparecía con el sugestivo nick El Criador de Gorilas durante la guerra con el campo era, en realidad, Martín Alessandro, funcionario en el área de Abal Medina e hijo del frepasista Darío Alessandro, hoy incorporado a las filas de los exitosos jóvenes K. Artepolítica y La Barbarie surgen como los blogs más populares. El consultor Artemio López cuelga a varios en su exitoso Ramble Tamble, y los hace famosos en el mundo del oficialismo, que empieza a leerlos en busca de nuevos talentos en el terreno de la comunicación. (Nota de la APU: ninguno de estos blogs tienen relación con La Cámpora)

Aunque se disfrace de soldado de Cristina, con la meta de ascender en la burocracia kirchnerista, Abal Medina, politólogo, es un hombre inteligente. Quienes fueron sus profesores en la UBA aseguran que su cerebro no está formateado como el de un talibán, aunque en muchos momentos lo parezca. Quizá sea por eso que algo le hace ruido en la pelea que libra el kirchnerismo con sus lanzas más jóvenes en el terreno mediático, entre 2008 y 2009. Se le ocurre una idea. Se la cuenta a Scoccimarro, el vocero presidencial.

- Tendríamos que hacer un diario que nos banque en las batallas centrales, como la Ley de Medios, la estatización de la AFJP o las retenciones, pero que nos pueda pegar en todo lo demás -le dice un día al vocero, a quien apodan Corcho en el mundo oficialista. O más cariñosamente Corchis, en el mundillo del periodismo oficialista. El vocero parece evaluar la propuesta pero, con cierta lógica, concluye: - Es verdad, deberíamos hacer eso... y Néstor también lo cree, lo hablamos alguna vez. Pero es tan calentón que cuando vea una crítica se va a poner hecho una furia. No se la va a bancar. Mejor no... (Nota de la APU: sería muy interesante conocer la fuente de la autora. Es extremadamente dudoso que tan reflexión haya existido)

El jefe de Gabinete es respetado por el camporismo más por su apellido y su historia dentro del peronismo que por sus oropeles académicos. Su pasado frepasista le juega en contra. Por sus créditos, especulaba con que tenía currículum y biografía de sobra para ser el elegido como vice en la fórmula presidencial. Fue una gran desilusión que Cristina haya optado, finalmente, por Amado Boudou, el otro favorito para el puesto.

Cada vez que sus acciones cotizan en baja dentro del cristinismo, sobre todo en el nuevo entorno joven, con el que busca congraciarse, Abal saca a relucir su "linaje" familiar. Quizá algún recuerdo de su tío, Fernando Abal Medina, fundador de Montoneros, con quien, además, tiene un asombroso parecido físico. Fernando fue quien tuvo la sangre fría de matar de un certero tiro en la cabeza a Aramburu, una "medalla" con la que se ganó el respeto de los jóvenes radicalizados de su generación y, ahora también, las simpatías de La Cámpora.

En 2009 los blogueros se reúnen con el inspirador de las ideas del populismo radicalizado, Ernesto Laclau, autor de La razón populista, con la intención de nutrir sus debates en la web con una carnadura más intelectual. Laclau y su esposa, Chantal Mouffe, son las dos figuras intelectuales de cabecera del oficialismo, mentores de la democracia radicalizada que, en una apretada síntesis, cuestiona la legalidad de la democracia liberal. (Nota de la APU: si la autora hubiese leído Laclau, jamás pondría que este “cuestiona la legalidad de la democracia liberal”. No existe una definición así en toda su bibliografía)

Desde la academia, Kicillof también pulsea durante la guerra del campo. En un artículo que Página/12 publicó el 30 del marzo de 2008, el economista legitimó fervientemente el papel de las retenciones argumentando la existencia de una renta agraria.

La Justicia tampoco estuvo ajena. En la pelea por la 125 nació la AJUS, Abogados por la Justicia Social, que impulsan Wado y Recalde, y a la que se integran otros camporistas que son abogados. Es el caso del socio de Wado en el estudio jurídico, el secretario de Justicia Alejandro Julián Álvarez, y de su esposa Virginia Lynn. La entidad nació para cuestionar la visión conservadora en el ámbito del derecho. Tiempo más tarde, Wado, Recalde y Julián Álvarez empezarán a firmar documentos como La Cámpora-AJUS produciendo una escisión de hecho en la entidad, donde no todos los letrados forman parte de la agrupación de Máximo.

Unas palabras antes de morir

Puerto Madero, abril de 2008

-Viejo, ustedes me piden cargos, pero no me traen ni un título secundario... --chicanea Néstor, mitad en broma, mitad en serio, en la oficina de Puerto Madero, donde se traslada cuando deja el sillón de la Casa Rosada para cedérselo a su esposa. Desde entonces, con más tiempo libre, intensifica los encuentros con los amigos de su hijo para hablar de política. Una pasión y una obsesión que signaron su vida. Kirchner es presidente del PJ, y la charla con sus discípulos se desarrolla, esta vez, durante la parte más áspera del conflicto con las patronales del campo. Ése es el tema en Puerto Madero. Lo escuchan los jefes camporistas y otros militantes importantes de la agrupación. Ottavis es uno de los pocos que, ya por entonces, es funcionario en la Secretaría General de la Presidencia. Es él quien recoge el guante y concede.

- Nuestra generación es poco leída, es cierto. Nosotros somos dirigentes poco leídos. Porque cuando uno elige la calle, y cuando la calle tiene que ver con la resistencia, que fue lo que vivimos antes de 2003, y cuando la calle tiene que ver con la construcción del Estado, que es lo que vivimos después de 2003, y uno no tuvo la suerte en el colegio de estudiar lo que de verdad tenés que estudiar para que te cambien la cabeza, uno llega con pocos recursos de lecturas ... y la verdad es que no se puede transformar la patria solamente con ganas, con practicidad y con militancia, que es lo que tenemos nosotros. Se necesita transformar la patria con conocimiento y formación. El país arde. Los muchachos quieren más información sobre la batalla que están dando y que Kirchner lee -y así lo transmite como una lucha contra la oligarquía y los enemigos del "modelo", los terratenientes. Conceptos que luego repetirán sus herederos.

- ¿Te parece que hablemos con Lousteau? -tantea Ottavis, rodeado de Juan, Wado, El Cuervo y Recalde. Lousteau había sido nombrado ministro de Economía al inicio del mandato de Cristina. Es el autor intelectual del nuevo esquema de retenciones. La medida surge con los altos precios alcanzados por la soja en los mercados internacionales a partir de febrero de 2008, y la inminencia de su cosecha en abril. Enfrentado con Kirchner, que siempre fue el verdadero ministro de Economía en las sombras, Lousteau presentaría su renuncia el 24 de abril, en medio de un lock-out agropecuario, unos días después de esta charla con La Cámpora. Néstor ordenó:

-A mí me parece que con ese liberal no hay que hablar. Un silencio pesado cae sobre la reunión. A los jóvenes no les termina de satisfacer la respuesta y siguen preguntando. Al patagónico se le ocurre una solución: -Párenla. ¿Vieron el libro que salió de Perón, la biografía de (Norberto) Galasso? Bueno, lean eso de adelante para atrás y de atrás para adelante, que es lo que yo estoy leyendo, y van a entender que lo que pasa ahora ya pasó, y van a entender que por lo que peleamos ahora ya peleamos, y van a entender qué es lo que tenemos que hacer.

En el encuentro también está Iván Heyn, que poco después será designado por el propio Kirchner al frente de la Corporación Puerto Madero. El santacruceño vuelve a arremeter: -La realidad, muchachos, es que cualquier empresario puede ser conducido, hasta Magnetto, que en algún momento fue funcional al desarrollismo. Los empresarios son empresarios, si les dan esta mesa, se llevan esta mesa. Pero si el Estado los conduce, se llevan lo que corresponde.

Néstor, con los atributos del Tío

Casa Rosada, diciembre de 2006

El 25 de mayo de 1973, treinta años antes de que Kirchner asumiera, Alejandro Agustín Lanusse da por terminada su dictadura y le entrega el poder al odontólogo Héctor J. Cámpora, que se convierte así en El Tío para la JP. El delegado del general permanece 49 días al frente del país, cumpliendo a rajatabla la estrategia ideada por el General. "Podría no haber cumplido la promesa de entregarle el poder a Perón. Podría haber sido un Cobos", especulan, a modo de homenaje, los muchachos. Según lo transmitido a sus herederos por Néstor y Cristina, esos 49 días de gobierno de Cámpora (nota de la APU: cuarta vez que repite el dato en este capítulo) son la etapa de oro de un proyecto político que quedó trunco con la asunción de Perón.

En esa parábola, el kirchnerismo se propone como la continuidad, aggiornada a este tiempo, del proyecto político de aquella generación. Como deja en claro Carlos Kunkel al inicio del gobierno de su amigo Néstor, de quien había sido responsable político: "Basta de seguir a viejos conservadores, nos juramos con Kirchner, después de haber lanzado el Grupo Calafate. Ahora nos toca a nosotros". En nombre de esa historia y de su reescritura por parte del oficialismo, el 28 de diciembre de 2006, en el salón Colón de la Casa Rosada, dos nietos de Cámpora le obsequian al santacruceño el bastón y la banda presidencial que había usado su abuelo al asumir la primera magistratura, en 1973. En la ceremonia habla Dante Gullo, El Canca, que en aquellos años era el mítico líder de la JP y que por esas vueltas de la historia 30 años después devino en padrino simbólico de La Cámpora.

La entrega de atributos también es otro momento fundacional. En la liturgia está presente el hijo del ex presidente, Héctor Pedro Cámpora, y Kirchner hace un emotivo discurso en el que recuerda la lealtad, las convicciones y su propia juventud. En el auditorio del Salón Colón lo escuchan, como lo escucharán en su último acto, sus herederos.

Muerte y resurrección

Septiembre y octubre de 2010

Nadie podía sospechar que el acto del 14 de septiembre de 2010, con la juventud K en el Luna Park sería el último evento público de Kirchner con sus herederos. Un acto final en el que, sin embargo, el padre político no hablará. Es que, en verdad, ni siquiera debería haber asistido, según sus médicos. Aparece en público con el fin de mostrar fortaleza, pero lo cierto es que está convaleciente de una segunda intervención quirúrgica en lo que va del año. Cuatro días antes, el 11 de septiembre, en la clínica Los Arcos se lo había sometido a una angioplastia de urgencia en la que se le colocó un stent.

Lo lógico hubiera sido que guardara reposo, pero él está ahí, sentado en una mesa que da a la tarima central, donde habla Cristina. Se ubica, como corresponde, en un lugar central: en el justo medio de los jefes camporistas, entre Juan y Ottavis. En un extremo de la mesa están Recalde y Wado y en el otro, el Cuervo. Mayra aún no forma parte de la cúpula, por eso no aparece en esa foto final. Bossio tampoco está presente en la mesa ni en los discursos, a pesar de formar parte de la constelación joven del oficialismo. La Cámpora no lo considera uno de los suyos sino más bien un sub 35 ligado a otra vertiente que no le gusta mucho: el joven director ejecutivo de la ANSES, que lentamente sería colonizada por La Cámpora después de la muerte de Néstor, se ubica, por formación y por historia, más cerca del ala derecha del peronismo que del discurso progresista de los Kirchner.

El gobernador Daniel Scioli, que días antes tuvo un cruce fuerte con el matrimonio santacruceño, está castigado y tampoco fue invitado al mitin. Poco antes del acto, también está en duda la participación de Ottavis en la mesa grande, pero el joven K llegó a Olivos con el aporte contundente de un grupo nutrido de jóvenes para el Luna. Quizá por su pasado, Ottavis tampoco goza de la confianza plena del kirchnerismo puro. Aunque se lo veía pálido y desmejorado, el santacruceño se negó, terminante, a suspender el acto. A los costados del escenario se ubican otros 50 jóvenes en una tarima. Es el primer evento en el que aparece la gigantografía de Kirchner asociada al Eternauta, aquel héroe colectivo de Oesterheld que vive en otra dimensión y que hace en el Luna Park su presentación en sociedad. Es entonces cuando se transforma en Nestornauta.

Cabandié es el primer orador. Le sigue Cristina: "Yo también los quiero mucho, no saben cuánto...", murmura ella desde la tarima donde recuerda su propia juventud, y el día en que conoció a Cabandié en la ESMA, mientras leía su famosa carta como hijo de desaparecidos. "Esa tarde pensé que me desmayaba", revela la Presidenta. El discurso de Cabandié de 2004 es otro punto de inflexión en el armado de la juventud cristinista. Es a partir de aquel acto cuando se formaliza la incorporación de jóvenes víctimas del terrorismo de Estado -hijos de militantes de Montoneros o de otras expresiones del peronismo revolucionario- al proyecto kirchnerista. Esa inclusión viene de la mano del descubrimiento tardío de los Kirchner de la militancia en derechos humanos (Nota de la APU: esta chicana resultó obsoleta desde el video de 1983 donde NK denuncia la violación de DDHH).

Después de aquella ceremonia, Máximo se hace amigo de Cabandié, que se convierte en líder juvenil y, más tarde, en candidato y legislador. "La confusión histórica aquí es que han hecho una epopeya heroica de la saga de los Montoneros -apunta De Riz-. Han transformado a las víctimas en héroes. Pero el estatus de víctima, en sí mismo, merece por los derechos humanos la lucha contra el genocidio y el terrorismo estatal. Eso no quiere decir que esos luchadores eran héroes ni que la condición de víctima deba convertir a las personas en líderes políticos." Además de juventud, hay actores y funcionarios de gobierno en las butacas. A Cristina la escuchan su cuñada, la ministra de Desarrollo Social; el de Trabajo, Carlos Tomada; el de Salud, Juan Manzur. Como en todos los actos importantes del oficialismo, también hay artistas. Esta vez asisten Andrea del Boca, Florencia Peña y Esther Goris. Sigue Cristina:

Verlos a ustedes me hace recordar parte de la historia de mi propia vida y también del país. Formé parte de aquella juventud maravillosa que fue masacrada durante la dictadura más terrible de que se tenga memoria y que vino a terminar con el modelo industrial y de generación de trabajo. Ahora, todos los días nos enteramos de que no fue un golpe contra la subversión, o contra quienes empuñaban las armas. Hacían desaparecer gente que no tenía nada que ver y se quedaban con todos sus bienes. El objetivo de ese golpe fue arrancarnos una matriz productiva. Por eso, la equidad y la igualdad deben ser los objetivos de esta juventud de hoy: seguir avanzando, seguir demandando, seguir profundizando...

El 20 de octubre de 2010 muere el joven militante del Partido Obrero Mariano Ferreyra en un choque entre la Policía Federal, la militancia de izquierda, los trabajadores tercerizados y matones ligados al secretario de la Unión Ferroviaria, José Pedraza. La situación de los tercerizados del Ferrocarril Roca en Barracas, que cobran salarios tres veces inferiores a los de convenio y enfrentan la hostilidad de Pedraza para incorporarlos a planta permanente, se había vuelto insostenible. La militancia joven del PO se integra así a la lucha de estos trabajadores. Defendiendo esa posición, Ferreyra termina muerto en una esquina de la estación Avellaneda. El crimen genera conmoción en el ambiente político, y es la última imagen que Kirchner se lleva a la tumba.

Ante el horror y en la confusión, uno de los blogueros K intenta culpar a Eduardo Duhalde, uniéndolo en supuesta alianza con Pedraza, pero la acusación se le vuelve rápidamente en contra. (Nota de la APU: la autora se confunde, es Hugo Moyano, en TN, quien expone esa teoría) Con el correr de las horas se irán revelando los detalles sobre los motivos y las condiciones en las que había muerto el estudiante. El Partido Obrero denuncia, entonces, que el crimen de Ferreyra es, en última instancia, una consecuencia de las políticas de acuerdo de Kirchner con la burocracia sindical y el esquema de negocios que el santacruceño amparó durante su gobierno. (Nota de la APU: El hermano de Christian, Mariano, no reproduce esta acusación.)

A Kirchner lo afecta la muerte del joven. Y para él son las últimas declaraciones en la víspera de su muerte. -Tenga la seguridad de que la Presidenta está trabajando para que se haga justicia. Este crimen no va a quedar impune -le promete a una cronista de televisión, en su última declaración pública. El 27 de octubre, día del Censo Nacional, el país amanece sacudido por la muerte del propio Kirchner. Mientras descansa en El Calafate, el ex presidente sufre una descompensación a las 7 de la mañana, y alrededor de las 9 fallece en el hospital local, acompañado por Cristina, que no se le despega ni un segundo. El parte médico informa que su deceso es consecuencia de un "paro cardiorrespiratorio no traumático, que no respondió a las maniobras de resucitación básica y avanzada". Es la información que emiten los cables de todas las agencias de noticias.

Recién entonces, en el funeral presidencial, es cuando los argentinos ven salir a la luz la potente alianza subterránea que el santacruceño se había ocupado de alimentar en los últimos años: la que había tejido con las nuevas generaciones. Nadie se había percatado de la importancia de ese lazo hasta la muerte del padre. Una alianza política que resultó tanto o más eficaz que la que había trabado con el jefe cegetista Hugo Moyano. El relato confrontativo del kirchnerismo había logrado el milagro de reconectar a la juventud con la política después de años de apatía y desconexión. El kirchnerismo había conseguido interpelar a los sub 35 usando un discurso épico atravesado por sucesivas confrontaciones percibidas por la juventud como una batalla de los buenos contra los malos.

Había podido recortarse en ese imaginario como un presidente en contra de los poderosos -las "corporaciones", en el lenguaje de K- y a favor de los menos favorecidos. Se instala una nueva sensibilidad que oscila entre el interés en las principales batallas abiertas por gobierno -matrimonio igualitario incluido- y el máximo compromiso: la militancia. La Cámpora es el sello joven que más capitalizará tanto el interés como la militancia. A partir del funeral, la agrupación de Máximo empezará a recibir centenares de e-mails diarios de personas que se ofrecen para pelear por el país que Néstor les había prometido.

Miles de jóvenes llorando, aplaudiendo, cantando, copan la Plaza de Mayo el 27 de octubre y los días que le siguen. En la mente de Cristina nace en esos días de duelo, en los que recibe un apoyo abrumador de la juventud, la idea definitiva de un recambio generacional para el nuevo esquema de poder. La fila que forman para entrar al velatorio en Casa Rosada parece interminable. Muchos de los que asisten a la Galería de los Patriotas viajan desde varias provincias del interior del país. "Perdimos el miedo a la política y decidimos hacernos cargo ", explican las chicas y muchachos, convencidos de que el país mejoró en los años de gestión kirchnerista.

Entrevistados por las cámaras, los protagonistas cuentan, entre lágrimas, por qué están allí: "Néstor comenzó el camino de un proceso de cambio", dice un chico de 20 años que llora junto a su novia, con quien viajó desde la ciudad de Córdoba para estar presente en el funeral. Otra chica escribe con rouge sobre su pancarta: "Somos tu legado. Te kiero". Interpretan que la alta participación de jóvenes se debe a que ahora forman parte de una discusión. Alguien les abrió la puerta: Néstor y Cristina.

"Cristina no estás sola. Los jóvenes estamos con vos", aparece escrito en un cartel colgado de una de las rejas de la Casa Rosada un día después de la muerte de su marido. Ella retribuirá el gesto, y en su primer discurso de agradecimiento, por cadena nacional, dirá: -En la cara de cada uno de ellos me parecía verlo a Él (por Kirchner), tal como cuando lo conocí en los 70.

Evita dos

Noviembre de 2010

Apenas lleva 10 días de viuda y la alianza entre el kirchnerismo y la juventud ya pasa de las calles a las encuestas de opinión. Más tarde se trasladaría, sin escalas, al poder real. En la primera semana sin el marido, Cristina cosecha 20 puntos de intención de voto, según las mediciones de la consultora Poliarquía. Otras encuestadoras consignan una estampida similar. Un análisis detallado de la impactante subida que la hace despegar violentamente -y sin retorno- del resto de los presidenciables como (Julio) Cobos, (Mauricio) Macri y (Ricardo) Alfonsín, con quienes hasta hace apenas 15 días no descontaba gran diferencia, revela que los apoyos se componen de jóvenes y también de mujeres que se identifican con lo que perciben como una mujer sola, desamparada, al frente del país. Esos dos nuevos actores políticos, jóvenes y mujeres, son los nuevos componentes del cristinismo naciente.

En su portada del domingo 7 de noviembre, el diario Perfil titula que la mayoría de los jóvenes optaría por Cristina si las elecciones fuesen ese día. Tres sondeos apoyan el título "Efecto Néstor, Cristina es la más elegida por los menores de 40 años, tras la muerte de su esposo". La mitad de sus apoyos está compuesto por jóvenes, dice Perfil. Un sondeo de 800 casos, realizado por Graciela Römer, también revela que el 51,8% de los que apoyan la gestión K son sub 35. En la misma línea, Ibarómetro estudia 1.200 casos, de los cuales el 54,9% (muy lejos de Macri, con 7,5%, y de Cobos, con 6,3%) son simpatías hacia ella. De ese porcentaje, el 44,8% son jóvenes. Otro estudio de Management & Fit (M&F), basado en 996 casos, arroja un resultado similar.

No han pasado ni 15 días desde el funeral que lo cambió todo y en el despacho del consultor Eduardo Fidanza no paran de sonar los teléfonos. Empresarios, políticos, gobernadores, todos los protagonistas importantes del ambiente político quieren saber cómo seguirá la película de la Argentina. Necesitan saber a qué atenerse tras la muerte del hombre más poderoso del país. ¿Qué puede pasar ahora? En la oficina vidriada de Puerto Madero Este, por donde se filtra el sol de noviembre, Fidanza también se siente impactado con esa muerte súbita y sus probables implicancias. Pero ya tiene una hipótesis, y bastante definida.

En general, cuando se produce un hecho político de alto impacto como el que acaba de suceder, los análisis de consultores y encuestadores son requeridos frenéticamente no sólo por los clientes, sino también por la prensa de todas las plataformas. El teléfono suena por enésima vez. Del otro lado de la línea se encuentra con la voz ansiosa de un empresario: - Bueno, Eduardo, ahora se acabó el kirchnerismo, ¿no? Fidanza lo escucha, procesa lo que el hombre intenta preguntarle, y después de meditar unos segundos lanza una sonora carcajada que rebota en los vidrios de la ventana. -Todo lo contrario, mi amigo. Con el jefe político muerto en forma prematura y sorpresiva, y su viuda que hereda semejante poder, tenemos ahora todos los ingredientes para una Evita dos. Casi una ópera rock, te diría... No... Lejos de terminar, acá empieza la gran historia.