Adiós a Fernando Wilhelm, militante de los Derechos Humanos
Por Santiago Asorey
Ayer hablaba con el compañero José Cornejo cuando nos sacudió la inesperada y muy triste noticia de la muerte del compañero Fernando Nano Wilhelm de un paro cardiaco. Recuerdo dos anécdotas sobre las luchas compartidas con Nano. Una fue la tenacidad que puso para que la justicia investigue en Azul, PBA el fusilamiento de nueve disparos de Tato Vargas a manos de La bonarenese en junio del año pasado. Nano fue prácticamente la única persona que acompañó hasta el final a la familia de Tato, que fue asesinado por la policía a pesar de ser discapacitado, para que pudiera tener un abogado. La intervención de Nano fue clave para que el Colegio de Abogados asistiera a la familia. Volvimos locos a la gente que atendía en las oficinas, yo llamando por teléfono desde Buenos Aires y el yendo a las oficinas. El colegio se negaba ayudar a la familia y nos daba vueltas todos los días. Pero Nano seguía intentando, y encarando a los tipos, porque no lo paraba la injusticia, ni la impunidad. Y fue el principal impulsor de esa causa y esa pequeña batalla la ganamos por él.
La segunda, fue la ultima vez que nos vimos en el Hospital Fernández. Nano había sufrido un ataque violento y enigmático cuando caminaba por Retiro en Caba que le produjo una lesión grave en una de sus piernas. Un tipo le partió un fierro y se fue corriendo y lo dejó tirado. El hecho ocurrió en las vísperas del triunfo macrista en todo el país. Las fuerzas de seguridad empezaban a descontrolarse y meter palos a militantes y pibes en los barrios. Todos los días nos contaban algo nuevo. Era un día de lluvia y las nubes no dejaban entrar ni un poco de luz en la habitación a la tardecita. Nano tenia la pierna llena de clavos por las intervenciones medicas. La habitación estaba llena de otros pacientes en camas con los cuales compartíamos el lugar. Fernando hablaba pausado. Conversamos un rato en la oscuridad y los dos nos quedamos con la sensación extraña y la duda sobre lo que había pasado. A mi no me parecía descabellado que la cana lo tuviera marcado y le haya querido mandar un mensaje sobre el nuevo momento político que se abría. Nos despedimos y me volví en colectivo a mi casa. No paro de llover esa tarde, hasta que se hizo de noche.
Pero a Nano no lo pararon, después de eso, siguió militando y yendo para adelante con la misma fuerza de siempre, realizó una genealogía de la oscura historia de represores de Azul y la publicó en la Agencia. Una tarde me agradeció haberlo acompañado en el hospital y haberle ofrecido hacer la denuncia juntos. "Fue muy buena tu visita para mi y te lo vuelvo a agradecer. Un gesto muy lindo tuyo", me escribió. Note cierta nostalgia en sus palabras. Tal vez sea sólo mi imaginación. Hoy despido a un compañero muy valioso, un amigo que aportó desde el anonimato parte de su corazón al campo popular. No lo voy olvidar nunca. Gracias Nano. Hasta la victoria siempre compañero. Libres o Muertos pero Jamás Esclavos. Así como viviste vos. De esa forma, en la cual seguís viviendo en todos nosotros.
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